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Chapter 2 - Los jóvenes del bar

Dentro de los bosques que tiene este mundo hundido en la oscuridad se ubica una ciudad la cuál siempre se encuentra bajo nubes negras o bajo lluvias, las calles huelen a humedad y sus edificios construidos con madera, piedra y metal lucen tristes.

En dicha ciudad un chico aperlado con cabello color castaño claro de aspecto despeinado, vestido con unos pantalones negros los cuales hacen juego con su camisa blanca, gabardina larga café desgastada y unas botas sucias las cuales parecían haber participado en una pelea, se encontraba caminando de manera despreocupada abriendose paso entre las personas que se encontraban alrededor mientras mantenía su mirada en el lodo que formaba la llovizna, parecía que caminaba sin rumbo.

De la nada se detuvo y levantó la mirada.

-El "Bar Eclipse" por fin llegué -mirando seriamente el lugar camina hacia la entrada, las puertas se abren automáticamente.

El chico fijó la mirada en la joven que atendía detrás de la barra, vestía como una camarera, chaleco y pantalón negro, una camisa blanca con moño el cual se le veía coqueto y zapatos bien lustrados.

-Bienvenido a… ah eres tú, tardaste más en llegar - no apartaba la mirada de él mientras seguía lavando vasos.

-Lo siento, uno se tarda si se encuentra caminando sin rumbo.

-¿Aún cuando aquí es donde vives?.

-Así es - reía el joven mientras tomaba asiento en la barra.

-¿Te ensuciaste las botas otra vez? - lo mira seriamente.

-Pues si, siempre se ensucian, ¿Que no ves el lodo que siempre forma la lluvia en esta ciudad?, siempre está lloviendo la mayoría de las veces - lo dice mientras trata de evadir la mirada.

-No me refiero a eso Aleksander, ¿Volviste a meterte en problemas verdad? mírame - el tono de voz de la joven se vuelve más grave.

-Esta bien, lo admito pero sabes que no me gusta que se aprovechen de los niños inocentes Helena - lo dice mientras la veía a los ojos.

-Siempre haces lo mismo, peleas y regresas con camisas manchadas de sangre.

-Vaya, parece como si tuvieras rayos x, aún con la gabardina puesta sabes que tengo sangre en la camisa, la cuál ni siquiera es mía.

-Debes dejar de hacer eso, si peleas con la persona equivocada podrías nunca regresar, eres mi hermano - hablaba con voz preocupante mientras servía un vaso con agua.

-No, soy algo así como tú hermano, recuerda que soy adoptado lo cual agradezco pero no me vengas con sermones, ¿Que debería hacer? ¿Esperar a que alguien con autoridad haga algo?, en estos tiempos de oscuridad es algo que no se puede hacer ya que nadie nos escuchará, menos en estos lugares bajos donde vivimos - Aleksander hablaba seriamente mientras se quitaba la gabardina.

-Nunca vas a cambiar ¿verdad? - lo miraba desanimada con una cara peculiarmente molesta mientras dejaba el vaso con agua en frente de Aleksander.

Aleksander toma del vaso con agua y al regresar la mirada hacia Helena siente una vibra agresiva hacia él.

-Si digo que no, ¿me vas a golpear hasta casi matarme? - hablaba con voz temerosa mientras tragaba un poco de saliva.

-Tardaste en notarlo pero no estoy tan molesta, deberías agradecerle a los dioses por eso - caminaba hacia la entrada del bar para cerrar los circuitos de vapor los cuales hacían que se abriera la puerta automáticamente.

-¿Te refieres a la diosa del sol, el dios de la luna y a la madre naturaleza? - preguntaba con una sensación de alivio.

-Claro, son los únicos que hay - afirmaba tranquilamente mientras giraba el letrero que colgaba de las puertas para cerrar el bar.

-Agradecerles? no han hecho nada en mucho tiempo, pareciera como si hubieran dejado de existir, como si nos abandonaran, las personas han dejado de creer en ellos.

-No nos abandonaron, ellos siguen arriba y la madre naturaleza aún nos rodea - camina hacia Aleksander y le toca el hombro izquierdo.

Al sentir la mano de Helena se crea un silencio incómodo, Aleksander se intenta levantar del asiento pero siente una presión en su hombro que lo intercepta.

-Por favor no aprietes más mi hombro - temerosamente cierra ambos ojos.

-Esta bien pero ve a tu recamara, aséate y duerme, ya te has metido en problemas por hoy y en la mañana te toca preparar el desayuno, no se te olvide está vez - le da una palmada fuerte en la espalda.

Aleksander se levanta del asiento voltea a ver fijamente a los ojos de Helena y como si fuera una orden le contesta -Si jefa - se dirige hacia las escaleras para subir e ir directo a su habitación.

-No sé cómo me tiene mucho más miedo a mi que con los que se pelea, es un enigma para mí - dice en voz baja mientras va apagando las luces del bar y después se dirige hacia las escaleras para bajar e ir a su habitación.

Aleksander al estar solo se quita su cinto y empieza a desabotonar su camisa, al quitársela se observa en un espejo, pasa su mano sobre su torso tocando unas peculiares marcas de nacimiento, las marcas se podían apreciar como si lo hubieran cortado profundamente en distintas partes del torso, unas más largas que otras.

-¿En serio nací con estás marcas? Pareciera como si me hubieran lastimado, bueno es una duda que nunca tendrá respuesta - susurraba mientras se quitaba aquellas botas para irse a una cama vieja que rechinaba por cualquier movimiento que se hiciera sobre ella, se tapó con una ligera sábana, ajustó el despertador para que sonara a las 7:00 am, miró hacia el techo y cerró sus ojos lentamente.

Las noches en aquella ciudad en el bosque eran frescas y húmedas, la mayoría del ruido que sonaba afuera eran creadas por la lluvia que caía y golpeaba una ventana dando vista hacia el exterior.

Una casa en llamas resplandece en la oscuridad, se escucha un ligero silbido a lo lejos.

-Corre hijo….! Gritaba una madre ensangrentada con las pocas fuerzas que le quedaban.

El niño corre lo más rápido posible para perderse en la noche hasta que lo sujeta alguien por detrás del cuello y lo levanta.

-Por fin te encontré.

-No suéltame ahhhhh….! - Gritó el niño para que alguien lo escuchará y lo rescatará pero fue en vano porque no había nadie.

Un silencio devastador se queda en la oscuridad de la noche, lo único que se alcanza a escuchar son gotas de sangre caer al piso.

Aleksander pega un salto de la cama, siente como si se activarán sus sentidos de supervivencia por un peligro cercano pero solo estaba él en su habitación descolorida sin ningún alma alrededor.

-Estúpidas pesadillas, siempre me hacen despertar unos minutos antes de que suene la alarma, odio eso - confundido por aquella pesadilla, se pone su cinto junto con sus botas, abre un ropero con el que se encuentra infinidad de ropa acomodada, saca una camisa blanca limpia junto con un chaleco rojo oscuro con bordes dorados, se viste arremangandose la camisa y baja hacia la cocina.

-Bajas tarde, tuviste de nuevo esas pesadillas? -una repentina voz apenas suena al entrar.

-Ahhh!!! ¿Qué? ¿Tu? Pareciera como si no durmieras y sí, las tuve ¿cómo supiste? - la mira con los ojos bien abiertos mientras se dirige asustado hacia la estufa.

-Primero, en efecto, casi no duermo,alguien tiene que hacer guardia para proteger este bar el cual es mío, aparte abrimos temprano y ya me acostumbre y segundo, tu cara está rara, bueno siempre está rara pero está vez como si se te estuviera quitando un susto.

-Jajaja que graciosa - ríe sarcásticamente -¿no has considerado contratar personal? literal solo nosotros dos trabajamos aquí.

-No confío mucho en las personas, a veces dudo de ti - se quita el sombrero que tenía encima de su cara y se lo pone.

-¿En serio? ¿Por qué?

-Tal vez porque una vez te dejé a cargo de la caja registradora y casi terminas apostando todo el dinero aún sabiendo que necesitamos el dinero.

-Eso es cierto pero tenía mis razones.

-La estúpida razón de creerle al bastardo ese de la suerte - la mirada de Helena cambia completamente y lo observa fijamente decepcionada.

-Esque el sabe cosas, de seguro sabe también el ¿por qué somos el único bar que abre tan temprano? - dudosamente pregunta intentando cambiar el tema.

-Sabe pura mierda, sobre tu pregunta ¿te has dado cuenta que estamos bajos en venta?.

-Se supone que no se responde una pregunta con otra pregunta pero… okay - pensativo sirve el almuerzo que acaba de preparar -ah y sorpresa, preparé unos ricos omelets, baja los pies de la mesa.

Helena baja los pies de la mesa, observa el omelet que no llama la atención, es como cualquier otro omelet común y normal, al probarlo sintió como si sus papilas gustativas explotarán de placer, no podía parar de comerlo hasta que no dejó migaja alguna.

-Vaya, parecía como si no tuviera algo especial pero estaba muy delicioso -dijo muy asombrada.

-Bueno madre me enseñó uno que otro secreto….

De la nada se escucha un fuerte estruendo que provenía de la entrada del bar, Aleksander y Helena se miran mutuamente en un silencio que parecía extenso.

Helena se levanta del asiento como si su vida dependiera de ello, corre furiosamente mientras que Aleksander camina sin hacer ningún tipo de ruido.

-Wow ahora sí viniste hacia mi rápidamente -dijo el hombre musculoso que irrumpió la puerta.

-¿Qué haces aquí? - hablo entre dientes, lucía demasiado molesta.

-Bueno, vine porque pues ya sabes, dinero, se les venció su plazo, ahora su bar no cuenta con mi protección y va a ser demolido junto contigo y tú hermano idiota - se dirige hacia donde se encuentra Helena mientras ríe.

Otros hombres que parecían mercenarios vestidos de negro, con ojos rojos como la sangre y una mirada sin vida entran en seguida, contaban con un armamento especial, armas que eran accionadas por vapor.

-Dame un poco más de…..- de repente siente una fuerte presión en el cuello.

El hombre toma del cuello a Helena y comienza a hacer más y más presión.

-No hay más tiempo, estoy harto - pareciera como si no tuviera sentimiento alguno y solo quisiera matarla.

Fuertemente Helena le asesta un puñetazo en la nariz, el sujeto musculoso la suelta, cae al piso y retrocede un poco, se toca la nariz y hace una señal a los mercenarios, ellos apuntan listos para disparar.

-Espera Will, no disparen - Aleksander sale rápido, gritando asustado, con las manos en la nuca.

-Se acabó mocoso inútil, ya no hay más tiempo y soy William para ti - enfadado mira hacia su saco -ya manche mi traje y no fue con su sangre - Saca una pistola y le apunta a Aleksander.

-Aún podemos darte ese dinero, no le hagas nada a ella -habla rápidamente con un tono fuerte.

-Decidieron venir a mi para que esté estúpido lugar no se cayera, yo gentilmente accedí y aparte les ofrecí protección para el lugar, ustedes aceptaron y no me pagan - los ojos de William se tornan de un color rojo brillante, levanta a Helena del piso y le coloca la pistola en su frente -al final este lugar va a caer con ustedes y presenciaras la muerte de tu hermana.

Helena en su desesperación hace todo lo posible para librarse de él pero el intento es completamente en vano.

-¡No! -grita Aleksander mientras corre con lágrimas que nacen de sus ojos y mueren en sus labios, estirando sus brazos lo más que puede para intentar detenerlo pero los mercenarios por instinto le disparan.

Todo el mundo en ese pequeño instante se congela, de las manos de Aleksander empieza a irradiar un destello de luz y como si el tiempo no sé hubiera detenido todo vuelve a la normalidad, rápidamente algo es lanzado con una velocidad impresionante de la mano partiendo la pistola de William en dos, causando una explosión cuando toca una de las paredes del bar, quedando Aleksander inconsciente.

Helena aturdida pero aún consciente observa un hueco gigante, humeante y rojizo como el atardecer en la pared para después redirigir su mirada hacia William, el cuál se trataba de levantar lentamente como si hubiera tenido el mayor día pesado de su vida, tomando un gran impulso y con una rabia hilarante, Helena le asesta un impresionante puñetazo en la quijada dejándolo en un knockout instantáneo.

-¡Y no te levantes maldito perro desgraciado!

Todo parecía estar bien dentro de lo que cabe pero como que algo no le cuadraba a Helena, de la nada siente un dolor punzante atravesar su hombro izquierdo y su pierna derecha, reacciona al instante dando media vuelta y observa a los dos mercenarios con el dedo en el gatillo.

-Mierda, me olvide completamente de ellos, me siento cansada, estás malditas balas absorben mi sangre muy rápido, ¿será que moriré aquí? - de rodillas observa a Aleksander de lejos -Lo siento querido Ale, parece que solo llegué hasta aquí por mi estupidez, ¿Por qué tardan tanto? Es un fastidio, ¡disparen ya!.

Los mercenarios dispuestos a disparar apuntan a la cabeza de Helena y aprietan el gatillo, cuando de repente una figura aparece por detrás abrazando a los mercenarios haciendo que el ligero peso extra en sus brazos desvíe los disparos.

-Hacían mucho ruido y no me invitaron a la fiesta, así que decidí pasar por aquí y me preguntaba si a estos amables caballeros que sostienen sus armas les gustaría saber ¿qué es lo que tiene la suerte para ustedes? aquí tengo las cartas, solo digan las palabras mágicas - sosteniendo una sonrisa gentil en su rostro observa a los mercenarios, esperando una respuesta rápida.

-Lar….go - el mercenario furioso intenta golpear con el codo al desconocido pero este se aparta rápidamente.

-Tranquilos, no tengo armas y soy indefenso, ahora que tengo su atención si me permiten continuar, observen estas cartas ¿las ven?.

Los mercenarios lo observan preparando sus armas para disparar.

-Bien, eso me dice que si, antes de que me disparen y muera barajeare estas cartas y sacaré la primera carta que dirá si tienen suerte o no según su energía unida y oscura - saca la primera carta, la observa y les sonríe -Vaya…parece que es su día, no tienen suerte.

El hombre agita la mano y como si fuera magia la carta desaparece de la vista de todos.

-¿A dónde se fue la carta?, no te preocupes, la tiene tu compañero - confiado y sin ganas apunta con el dedo a uno de los mercenarios.

El mercenario terminó con la carta encajada en el cuello, ninguno de los dos supo cómo pasó pero cuando el otro se dio cuenta ya era muy tarde porque le llegó una carta de igual forma.

El desconocido camina hacia Helena entre los cuerpos de los mercenarios, le toma el pulso carotídeo y la carga en su hombro.

-Tu pulso es débil pero sobrevivirás - dirigiéndose hacia Aleksander, lo observa más de cerca y se da cuenta que solo está inconsciente, lo intenta cargar pero no puede -maldición pesa demasiado, ni modo, te tendré que arrastrar y los llevaré a un lugar mágico, dentro de casa, mi casa….

Camina con dificultad hacia una especie de automóvil del cual sobresalen una clase de tubos que expulsan vapor de forma seguida, avienta a Aleksander dentro, como si hubiera aventado basura a un bote y acomoda delicadamente a Helena por el estado en el que se encontraba, el hombre conduce alejándose hasta que se pierden de vista.