Chereads / Juego de sucesión / Chapter 8 - Capítulo 7: Entrenamiento.

Chapter 8 - Capítulo 7: Entrenamiento.

Luego de tres días entrenando con Lucifer ya era capaz de seguirle un poco el ritmo. Aunque seguía perdiendo cada enfrentamiento, al menos ya era capaz de bloquear y esquivar algunos ataques. Cada día era más intenso del anterior, mi cuerpo comenzaba a adaptarse al entrenamiento.

Poco a poco, empecé a divisar rastro del camino mientras luchaba. Era como un destello en medio del caos, un pequeño hilo invisible que guiaba mis movimientos. Trataba de utilizar los recursos que había aprendido luchando con la máscara.

Encontrar un punto débil en la postura de Lucifer era prácticamente imposible. Cada movimiento que hacía era preciso, y cualquier error de mi parte era inmediatamente explotado sin piedad. Su dominio del combate era abrumador; no solo anticipaba mis ataques, sino que parecía estar dos pasos por delante en todo momento.

Intenté aplicar las mismas tácticas que usé para derrotar a Uhtred: aprovechar mi entorno, utilizar mi cuerpo como un arma adicional y atacar en ángulos inesperados. Sin embargo, nada de eso funcionaba contra Lucifer. Su habilidad para leer mis intenciones hacía que bloqueara o desviara cada uno de mis movimientos con una facilidad casi insultante. Era como si estuviera peleando contra alguien que conocía mis técnicas, incluso antes de que yo las ejecutara.

—Has mejorado bastante en solo tres días —. Comentó Lucifer mientras continuaba lanzando ataques, sus movimientos tan fluidos como implacables.

—Gracias, supongo… pero si necesito ver el camino, ¿por qué no usar la máscara? —. Pregunté, esquivando y bloqueando con dificultad.

Lucifer detuvo su ofensiva por un momento, sosteniendo su espada con calma mientras me miraba.

—Si no eres capaz de ver el camino por tu cuenta, nunca podrás dominarlo realmente —explicó, con un tono que mezclaba paciencia y severidad. —La máscara te muestra un camino, sí, pero es una guía, no una solución definitiva. Si dependes demasiado de ella, solo serás un prisionero de su poder.

Fruncí el ceño, confundido pero intrigado por sus palabras. Lucifer continuó:

—Cuando seas capaz de ver el camino por ti mismo, comprenderás el verdadero propósito de la máscara. Solo entonces, cuando vuelvas a ponértela, serás capaz de desbloquear su siguiente fase, un poder que ahora ni siquiera puedes imaginar. Pero para llegar a eso, debes superar tus propios límites sin depender de atajos.

Sus palabras eran claras, pero la frustración seguía latente. Estaba ansioso por progresar, pero entendía que no había atajos en este tipo de entrenamiento. Si quería superar a los campeones de los demás arcángeles, tendría que aprender a caminar mi propio camino antes de confiar en el poder prestado.

Solo quedaban cuatro días para terminar el entrenamiento con Lucifer, y la presión se sentía como un peso constante sobre mis hombros. Si quería ser más fuerte, tenía que encontrar el camino por mi cuenta. Necesitaba dominar esa sensación única que experimentaba con la máscara puesta: una mezcla de calma y diversión, como si cada movimiento fluyera sin esfuerzo.

—Bien, estoy listo para continuar. No te contengas —. Dije, tratando de sonar seguro mientras ajustaba mi postura y aferraba con fuerza la espada.

Lucifer esbozó una sonrisa que parecía esconder un desafío.

—Confianza, eso es bueno. Pero espero que tus acciones estén a la altura de tus palabras, Orión.

Sin previo aviso, atacó con velocidad y precisión. Sus movimientos eran tan fluidos como letales, obligándome a reaccionar instintivamente. Pero esta vez, en lugar de solo bloquear o esquivar, traté de mantenerme enfocado en la sensación que buscaba: esa ligereza, esa conexión casi instintiva con la espada que siempre sentía bajo la influencia de la máscara.

Cada golpe resonaba como un eco en mis manos, pero no retrocedí. Me aferré a esa calma interna, permitiendo que guiara mis movimientos. Aunque seguía cometiendo errores, algo dentro de mí comenzaba a alinearse, como si las piezas de un rompecabezas empezaran a encajar.

Lucifer se detuvo un momento, observándome con ojos críticos.

—No está mal. Empiezas a comprender. Pero aún no es suficiente. Vamos, no bajes el ritmo.

Asentí, respirando profundamente antes de volver a alzar la espada. El tiempo corría, y sabía que cada segunda era crucial si quería desbloquear el verdadero potencial de mi habilidad.

Cada vez estaba más cerca. Ese pequeño hilo que apenas lograba percibir al principio comenzaba a tomar forma frente a mis ojos, como si una línea invisible guiara mis movimientos. Podía anticipar algunos de los ataques de Lucifer y responder con mayor precisión. Aunque seguía cometiendo errores que resultaban en golpes contundentes de su espada, ya no me dejaban paralizado como antes.

El dolor estaba ahí, punzante y constante, pero en lugar de detenerme, me empujaba a seguir adelante. Cada impacto parecía afilar mi determinación, haciéndome sentir que estaba a un paso más cerca de comprender el camino.

Con cada intercambio, esa sensación que antes solo tenía con la máscara puesta se hacía más fuerte. Era como si las piezas dispersas de un rompecabezas comenzaran a unirse dentro de mí, dándome una claridad que nunca antes había experimentado.

Lucifer sonrió mientras esquivaba uno de mis ataques y contraatacaba con rapidez.

—Veo que empiezas a entenderlo, pero aún falta más. Si de verdad quieres dominar el camino, tienes que confiar por completo en esa sensación. No dudes, Orión. El camino no se muestra a los inseguros.

Limpie el sudor de mi frente mientras me preparaba para el siguiente asalto. Sabía que estaba cerca, pero también entendía que aún tenía mucho por recorrer. Sin embargo, por primera vez, sentía que ese objetivo estaba al alcance de mis manos.

Mi mirada estaba fija en Lucifer, observando cada movimiento que hacía, con la mente completamente despejada, enfocada únicamente en la sensación que había estado buscando.

Cuando Lucifer lanzó su siguiente ataque, el tiempo pareció ralentizarse. Su espada se dirigía hacia mí en un arco ascendente, apuntando directamente a mis costillas. Parecía que planeaba un corte horizontal que cruzaría mi abdomen. En ese instante, lo vi: el camino.

No era solo una percepción, era una certeza. Como si el aire mismo me mostrara la trayectoria de sus movimientos y, a la vez, la respuesta perfecta para contrarrestarlo. Era un camino claro, un flujo que me llevaba a desarmar a Lucifer.

Sin dudarlo, retrocedí un paso, lo justo para quedar fuera de su alcance. Su espada completó su recorrido, y en el momento exacto, antes de que pudiera reposicionar su arma, moví la mía. Mi espada impactó su muñeca con precisión, y su espada cayó al suelo con un ruido metálico.

Lucifer dio un paso atrás, sorprendido, aunque rápidamente su expresión volvió a ser la de siempre: una mezcla de orgullo y desafío.

—Vaya… parece que finalmente lo encontraste —. Dijo con una sonrisa torcida mientras recogía su espada. —Pero no te emociones demasiado, Orión. Ver el camino es solo el primer paso. Ahora debes perfeccionarlo.

Respiraba agitado, pero no pude evitar sonreír. Había encontrado el camino, y ahora sabía que podía llegar aún más lejos.

—Ya que por fin puedes verlo, voy a subir el nivel —. Dijo Lucifer con una sonrisa que destilaba desafío y un toque de diversión.

—¿Subir el nivel? —. Pregunté, limpiándome el sudor de la frente mientras trataba de controlar mi respiración.

—Sí. ¿Acaso pensaste que había estado luchando en serio todo este tiempo? —. Respondió con un tono burlón, girando su espada con facilidad, como si fuera una extensión de su brazo.

Un escalofrío recorrió mi espalda al escuchar esas palabras. Si lo que había experimentado hasta ahora no era su máximo, ¿qué tan lejos estaba su verdadero poder?

—Pero antes de que te enfrentes a la verdadera intensidad, deberías descansar unos minutos—. Su sonrisa se suavizó ligeramente, casi como si quisiera recompensarme por mi progreso. —Considera esto tu premio por haber alcanzado el objetivo.

Me dejé caer al suelo, apoyándome en mi espada de madera. Mi cuerpo estaba exhausto, pero la sensación de haber encontrado el camino seguía fresca en mi mente. Miré a Lucifer, que permanecía de pie, imperturbable, como si ni una gota de sudor hubiera tocado su piel. Sabía que lo que venía sería más difícil, pero también sabía que estaba listo para enfrentarlo.

Todo este tiempo hubo alguien observando mi entrenamiento con Lucifer, escondida detrás de un pilar que daba a uno de los pasillos de la mansión. Aunque su presencia era discreta, no había escapado de mi atención.

—Ya puedes salir, Elena. Has estado mirando mi entrenamiento —. Dije, girándome hacia el pilar con una ligera sonrisa.

Una figura tímida salió de su escondite, claramente sorprendida.

—¿Cuándo te diste cuenta de que estaba ahí? —. Preguntó Elena, intentando mantener la compostura mientras avanzaba lentamente.

Solté una pequeña risa antes de responder:

—Ja, ja, ja, no hace mucho. Fue justo en el momento en que pude ver el camino. Por un instante te vi asomarte detrás de ese pilar.

Elena abrió los ojos con incredulidad.

—Pero… si el pilar estaba a tu espalda. ¿Cómo fuiste capaz de verme?

Antes de que pudiera responder, Lucifer intervino, su tono lleno de asombro mezclado con aprobación.

—Impresionante. No solo lograste ver el camino, sino que también percibiste un movimiento a tu espalda. Esa es una señal de que tus sentidos están empezando a expandirse más allá de lo común.

Elena me miró fijamente, como si intentara descifrar algo. Yo simplemente me encogí de hombros.

—Supongo que, por un momento, todo estuvo tan claro que fue imposible ignorarlo —. Dije, intentando restarle importancia, aunque en mi interior sabía que este era un paso importante en mi crecimiento.

Lucifer, por su parte, cruzó los brazos y asintió con una sonrisa satisfecha.

—Si continúas por este camino, Orión, lo que eres capaz de percibir y hacer, solo seguirá creciendo. Ahora, descansa y habla con Elena. Porque después de esta pequeña distracción, el entrenamiento será aún más intenso.

—Volveré en un rato. Espero que estés listo cuando vuelva —dijo Lucifer, dándose la vuelta con una expresión indescifrable.

No sabía si quería darme algo de espacio para hablar con Elena o si tenía que atender algún asunto importante. De cualquier manera, el silencio que dejó tras su partida fue palpable.

Elena dio un paso más hacia mí, cruzando los brazos mientras me observaba con curiosidad.

—¿Siempre es así contigo? Directo y misterioso a la vez.

Solté una risa leve, pasando una mano por mi cabello aún húmedo de sudor.

—Supongo que es parte de su estilo. Aunque, honestamente, nunca estoy seguro de lo que pasa por su cabeza.

Elena pareció relajarse un poco y dejó escapar un suspiro.

—Quería disculparme por haber espiado tu entrenamiento. No fue mi intención incomodarte. Solo... quería ver cuánto has progresado desde que llegaste aquí.

—No te preocupes, no me incomodó —. Respondí, con una sonrisa. —Aunque me sorprende que te interese tanto.

Ella evitó mi mirada por un momento, como si estuviera organizando sus pensamientos. Finalmente, me miró de nuevo.

—Es difícil no interesarse. Eres… diferente, Orión. Desde que llegaste, has demostrado una determinación y fuerza que pocos tienen. Y ahora, con todo lo que está en juego, siento que es importante comprenderte un poco más.

Sus palabras me tomaron desprevenido. No estaba acostumbrado a ese tipo de sinceridad, y por un momento no supe qué responder.

—Bueno, aún me queda mucho por mejorar —. Dije, finalmente, intentando desviar un poco la atención. —Aunque aprecio que lo notes.

Elena esbozó una sonrisa tenue.

—¿Cómo han estado Finan y Leofric? ¿Qué han estado haciendo? No los he podido ver casi por el entrenamiento —pregunté, tratando de desviar un poco la conversación.

Elena sonrió con suavidad.

—Supongo que bien. Han estado recorriendo la ciudad juntos, como si fueran padre e hijo. Es algo tierno verlos.

No pude evitar sonreír ante la imagen que describía.

—Tienes razón. Se han vuelto muy cercanos, como si siempre hubieran sido familia.

Elena asintió, su mirada, perdiéndose por un momento en el horizonte del patio.

—También creo que han encontrado algo de paz aquí, aunque sea temporal.

Suspiré, mirando al cielo despejado.

—También me gustaría recorrer la ciudad, pero con este entrenamiento no he tenido tiempo para nada.

—Si quieres, luego de que termines de entrenar con Lucifer, te puedo llevar a conocer lugares interesantes de Columba —. Dijo Elena con una sonrisa cálida.

Sus palabras me tomaron por sorpresa, y no pude evitar sonrojarme. Solo lo dice por amabilidad, pensé, pero el recuerdo de aquella noche en el banquete, cuando le dije que era linda, volvió a mi mente y me puso aún más nervioso.

—Sí… si no es una molestia para ti, entonces estaría encantado —. Respondí, tratando de sonar casual, aunque mi voz delataba el nerviosismo que sentía.

Elena soltó una leve risa, como si encontrara divertida mi reacción.

—No es ninguna molestia. Creo que te hará bien tomar un descanso, aunque sea pequeño, después de todo lo que has pasado.

Asentí, intentando mantener la compostura, aunque mi mente estaba un caos. Había algo en su tono y en la tranquilidad de su presencia que me hacía sentir cómodo, pero al mismo tiempo, me ponía increíblemente nervioso.

—Entonces, es un trato —. Dijo ella, con un brillo en los ojos. —Solo asegúrate de no rendirte en tu entrenamiento.

—Lo intentaré… aunque Lucifer no me la está poniendo fácil —. Respondí con una sonrisa.

Elena rio otra vez, y ese momento de simple conversación logró aliviar parte del peso que cargaba en mi interior. Quizás, solo quizás, Columba tenía más que ofrecer de lo que esperaba.

Pasaron unos cinco minutos más en los que seguimos hablando, disfrutando de una conversación tranquila que me ayudó a despejar mi mente del entrenamiento. Fue un respiro inesperado y necesario.

Sin embargo, ese momento de calma llegó a su fin cuando apareció Lucifer.

—He vuelto, mocoso. Ponte de pie —. Dijo con su habitual tono autoritario, aunque en sus ojos parecía haber algo parecido a la expectativa.

Elena se levantó con elegancia y me dedicó una última sonrisa antes de retirarse.

—Me retiro para que sigas entrenando. Suerte, Orión —. Dijo, mientras su voz suave llenaba el espacio por un instante más.

—Gracias. Nos vemos más tarde —. Respondí, intentando no sonar demasiado entusiasmado.

La observé mientras se alejaba hacia el pasillo, y no pude evitar sentir que ese breve intercambio me había dado algo más que ánimo.

—¿Ya terminaste con tu momento romántico o vas a seguir suspirando? —. Interrumpió Lucifer, con una ceja levantada y una expresión burlona.

Me enderecé rápidamente, tratando de no mostrar mi vergüenza.

—Estoy listo para continuar —. Afirmé, con determinación renovada.

Lucifer sonrió de lado, desenfundando su espada como si nada hubiera pasado.

—Eso espero. Porque esta vez no voy a contenerme ni un poco.

Y con esas palabras, el entrenamiento continuó.

Sin duda, Lucifer no había estado luchando en serio antes. Ahora su velocidad y fuerza eran abrumadoras, pero el poder ver el camino hacia la diferencia. Aunque lograba esquivar su espada por muy poco, podía enfrentarme a él de cerca sin el temor que solía paralizarme. Era como si la calma y la diversión hubieran tomado el control, guiando cada movimiento que hacía.

Por primera vez, podía mantener una lucha pareja, pero algo no encajaba. A pesar de mi progreso, sentía que Lucifer aún se estaba conteniendo. Su mirada y sus movimientos denotaban un dominio absoluto, como si solo estuviera probándome. Y, aun así, por más que lo intentara, no lograba asestarle un golpe con mi espada.

Mis ataques, aunque rápidos y bien dirigidos, eran anticipados y bloqueados con una facilidad frustrante. Cada vez que parecía que podía tomar la delantera, Lucifer reaccionaba con una precisión impecable, manteniéndome a raya.

—No está mal, mocoso. Pero si crees que esto es suficiente para enfrentar lo que viene, estás muy equivocado —. Dijo, desviando un golpe mío con tanta fuerza que casi pierdo el equilibrio.

No respondí. Mis pensamientos estaban enfocados en un solo objetivo: encontrar una brecha, cualquier debilidad en su defensa, y demostrar que podía golpearlo.

—Te daré una motivación extra. Si logras golpearme con tu espada, el entrenamiento terminará y podrás tener esa cita con Elena.

—¡No es una cita! Solo me enseñará la ciudad —. Respondí rápidamente, aunque mi tono delataba mi nerviosismo.

Lucifer rio con burla al escucharme.

—Como digas. Pero si te pones así, creo que no lo quieres admitir.

Apreté los dientes, tratando de ignorar su comentario. No quería distraerme, pero la idea de terminar el entrenamiento y recorrer la ciudad con Elena me daba una nueva motivación.

—Está bien. Prepárate, porque no pienso quedarme aquí todo el día —. Dije, tomando una postura firme y levantando mi espada.

—Eso quiero ver. Dame tu mejor golpe —. Respondió Lucifer con una sonrisa desafiante, ajustando su postura para un enfrentamiento más serio.

Mi determinación estaba al máximo. Esta era mi oportunidad de demostrar cuánto había avanzado... y de conseguir un momento de tranquilidad fuera del patio de entrenamiento.

Me volví más agresivo, intentando golpearlo con todas mis fuerzas, pero pronto me di cuenta de que estaba siendo demasiado predecible. Mis movimientos eran más fáciles de leer, y Lucifer bloqueaba mis ataques sin esfuerzo aparente.

Mi agresividad me hacía vulnerable, y Lucifer no dudó en aprovecharlo. Con un movimiento rápido y preciso, me golpeó en el costado, obligándome a retroceder, tambaleándome.

—Si vas a atacar como un loco sin pensar, esto será muy fácil para mí —. Dijo Lucifer con una sonrisa burlona, bajando su espada con confianza.

Apreté los dientes, frustrado. No solo me había vuelto más predecible, sino que también había bajado mi guardia. Necesitaba calmarme y recuperar la concentración si quería tener una oportunidad real de golpearlo.

—Vamos, no te rindas todavía. Pensé que querías esa "no cita" —. Añadió, provocándome aún más.

Pasaron horas y ya se estaba haciendo tarde. El agotamiento comenzaba a pesar sobre mí, mis golpes se volvían más lentos y mi cuerpo sentía cada impacto de la espada de madera de Lucifer. Sin embargo, la determinación seguía ardiendo dentro de mí. No iba a rendirme, no después de todo lo que había pasado hasta llegar aquí.

A pesar del dolor y el cansancio, algo dentro de mí empezó a ajustarse, como si ya no estuviera luchando solo con la espada de madera, sino con todo mi ser. Había aprendido a leer los movimientos de Lucifer, a anticiparlos, y por fin, sentí como si estuviera conectado al camino de una forma más profunda.

En un último esfuerzo, usando las pocas fuerzas que me quedaban, logré adelantármelo y golpearlo con precisión en el costado. Mi espada de madera alcanzó su objetivo, y por un breve momento, el sonido del impacto resonó en el aire.

Me detuve, respirando agitadamente, mientras Lucifer, sorprendido, bajaba su espada lentamente.

—Lo has logrado… —. Dijo, con una mirada de reconocimiento.

Caí de rodillas, exhausto, pero una sensación de satisfacción y alivio me invadió. Había alcanzado lo que parecía imposible solo horas antes.

Lucifer sonrió, satisfecho de ver cómo había superado mis propios límites.

—Bien hecho, mocoso. Ahora tienes lo que buscabas, puedes ir a tu cita.

Me apoyé en la espada de madera, sintiendo cómo una mezcla de orgullo y agotamiento se apoderaba de mi cuerpo. Cada músculo ardía, pero aun así, intenté levantarme, seguir luchando. Sin embargo, mi cuerpo se rebeló, y caí de rodillas. La fatiga era imparable, y cuando traté de forzarme a continuar, todo se desmoronó. Me desplomé al suelo, completamente exhausto. El dolor era insoportable, pero no solo el dolor físico me afectaba. Antes de que pudiera darme cuenta, la oscuridad me rodeó.

En el último suspiro de consciencia, una idea se coló en mi mente: no podía creer que había fallado. Había logrado lo que Lucifer esperaba de mí, pero no había cumplido mi promesa a Elena. Ella me había mostrado una sonrisa esperanzada, y nosotros habíamos hablado de recorrer la ciudad juntos, compartir ese tiempo. Ahora, todo lo que quedaba era el vacío de no poder cumplir con lo que le había prometido. Esa decepción me aplastó más que cualquier golpe que Lucifer me hubiera dado.

La oscuridad me envolvía por completo, pero el peso de la culpa y la frustración seguían ahí, como un lastre en mi pecho. Había fallado, no en la batalla, sino en lo más importante.