Li Yifei y Su Mengxin se habían cambiado de ropa y no se encontraron con Song Ziqiao cuando salieron. Después de todo, Song Ziqiao no era el tipo de matón o maleante que persistiría en molestar a una mujer hermosa. Él era, al menos, un Subjefe del Condado, así que siempre tenía que ser un poco consciente de sus acciones, especialmente frente a una gran audiencia.
—¿Ese tipo molesto no nos siguió? —Su Mengxin frunció el ceño mientras miraba a su alrededor.
—¿Qué, esperabas que nos siguiera? —Li Yifei se rió.
—Hmph, un Jefe del Condado actuando como un gamberro, ¿puede siquiera ser un oficial? Hmmph, voy a hablar con la dirección de la ciudad sobre esto cuando regresemos.
—Bueno, parece que los días de este tipo como Jefe del Condado están contados —Li Yifei soltó una carcajada.
—Estoy defendiéndote, ya sabes —Su Mengxin miró a Li Yifei y dijo con una sonrisa.
—Gracias, gracias —Li Yifei se inclinó con las manos juntas.
