Las pocas personas doblaron una esquina y ya no se les veía. Li Yifei no los persiguió; quienquiera que fueran, ya no tenían nada que ver con él. Era simplemente un ciudadano común, viviendo una vida normal, preocupado solo por las personas y cosas a su alrededor. Esas poderosas figuras eran meras sombras fugaces en su vida.
El sol era agradable y el clima estaba bueno. Había incluso una tumbona debajo de un árbol de begonias. Li Yifei se sentó en la tumbona, cerró los ojos y disfrutó de este agradable momento. Tal paz lo hizo quedarse dormido sin darse cuenta.
—¡Cuñado, despierta! —La melódica voz de Xu Shanshan sonó en el oído de Li Yifei, sobresaltándolo y despertándolo.
Esto dejó a Li Yifei sintiéndose un poco frustrado. Recientemente, sus sentidos parecían haber perdido su agudeza. Anteriormente, se despertaría incluso si alguien estuviera a cinco metros de distancia, y mucho menos acercándose a él. Ahora, Xu Shanshan le gritaba en el oído y él no se había dado cuenta.