—Presidente Xu, ahora le confío mi empresa —dijo ella sinceramente tras firmar el contrato y entrelazar sus manos con fuerza.
—Señorita Su, con la confianza que ha depositado en mí, definitivamente no le fallaré —asintió con firmeza Xu Yingying.
Al soltarse las manos, volvieron a sentarse. —Confío plenamente en sus habilidades. A partir de ahora, todo depende de usted. No hay más que una pizarra en blanco dentro de la empresa en este momento. Solo tengo un proyecto aquí. En cuanto a la ejecución, le toca a usted reclutar y tomar medidas —continuó Su Mengxin.