—Maldita sea, tienes agallas para poner las manos encima de mi gente, realmente debes tener las entrañas de un oso y el corazón de un leopardo —dijo el más alto y grande de los jóvenes, dándole una mirada de arriba abajo a Li Yifei y resoplando fríamente antes de acercarse a él.
—¿Y tú quién demonios eres? —respondió fríamente Li Yifei frente a la mirada del Hermano Hu.
—¡Hijo de puta! —Hermano Hu, que había estado en la cima estos últimos dos años, solía no ser desafiado por la chusma común de Ciudad Milla aparte de algunos peces gordos. Al ver a Li Yifei vestido tan simple, no lo tomó en serio en absoluto. Ahora que Li Yifei tuvo el descaro de hablar tan descaradamente, ¿cómo podría tolerarlo? Maldijo en voz alta y lanzó su mano hacia la cara de Li Yifei.
—¡Lárgate! —Li Yifei lanzó una patada, enviando el cuerpo de doscientas libras del Hermano Hu volando. Se estrelló contra Cao Yue y la Pequeña Taimei, tumbándolos a ambos al suelo y gritaron bajo su peso.