Los dos charlaron y rieron todo el camino hasta el templo en la cima de la montaña. Xu Shanshan miraba curiosamente a su alrededor con gran interés. Li Yifei seguía detrás de Xu Shanshan y le ayudaba a explicar las cosas por el camino.
El lugar más animado del Templo Hualong era la zona de ofrenda de incienso. En ese momento, los devotos sostenían varitas de incienso, colocándolas sinceramente en el quemador de incienso. El humo era denso, haciendo que los ojos se aguasen, pero a nadie parecía importarle.
Xu Shanshan también corrió a comprar una varita de incienso y se alineó para ofrecerla, mientras que Li Yifei estaba a un lado esperándola. Él no creía en esas cosas en absoluto. Habiendo completado tantas misiones con el Escuadrón Halcón Volador a lo largo de los años y volviendo sano y salvo se debía a su propio trabajo duro, no a rezar a dioses o a Buda.
—¡Hermano Li! —una voz encantada llamó, y una chica corrió rápidamente hacia él.
