En ese momento, parecíamos fundirnos en los mundos del otro, besándonos apasionadamente sin preocuparnos por las miradas extrañas de la gente a nuestro alrededor.
¿Quién sabe cuánto tiempo pasó antes de que nos separáramos, sin aliento?
En estos días, esto no era nada fuera de lo común, otros simplemente asumirían que éramos una pareja enamorada.
—Pequeña Ru, en el futuro, ¿puedes no mentirme, de acuerdo? —dije, jadeando.
—Por supuesto, nunca pensé engañarte. No hubo engaño antes, y no lo habrá en el futuro —Pequeña Ru me miró profundamente, su rostro era el retrato de la sinceridad.
Al ver su rostro puro e inocente, no pude evitar sentirme un poco enamorado.
Tenía que admitir que Pequeña Ru era realmente increíblemente hermosa, a la altura de la hada de mis sueños.
Lo más precioso era que todavía mantenía la inocencia de una niña, aún no contaminada por la sociedad.
Sinceramente, tener a una chica como Pequeña Ru como novia sería realmente genial.