Al ver a Liu Chao intentando llevarse a Liu Piaopiao a la fuerza, ya no pude soportarlo más y rugí —¡¿Qué estás haciendo!?
Al oír mi voz, todos se sobresaltaron.
—Maldición, ¿por qué eres tú otra vez, ciego de mierda?
Al verme, Liu Chao escupió, su mirada amarga mientras me observaba fijamente —¿Tenemos algún problema o qué? ¿Siempre eres tú el que estropea mis planes?
—Tú... ¿tú eres Liu Chao?
Fingí haberme dado cuenta justo entonces y dije con enojo —Liu Chao, ¿te atreves a intimidar a la Hermana Liu? Espera nomás, le voy a contar a la Hermana Xinru y a la Tía Wu sobre esto.
—¡Te atreves!
Liu Chao apretó los dientes —Además, una es mi esposa y la otra es mi suegra, ¿crees que te creerán a ti antes que a mí?
—Hoy tengo que ocuparme de ti.
Con eso, hizo una señal y sus pocos secuaces comenzaron a rodearme.
Rápidamente saqué mi teléfono —Liu Chao, si no quieres que esto escale, mejor no me pongas un dedo encima, si no, estoy llamando a la Tía Wu ahora mismo.