En ese momento, parecía como si hubiera una voz susurrándome constantemente al oído.
—Pósesela, sé audaz...
Ya no lo soportaba más, la presioné directamente sobre la cama y comencé a quitarle los jeans.
—Querías ver, ¿no? No solo te dejaré ver, sino también sentir... —jadeé por aire, mi cuerpo entero exaltado al máximo.
Enfrentando un cuerpo tan tierno por primera vez, realmente no pude controlarme.
Seguí besando su pecho, y mis manos lentamente le bajaron la ropa interior.
Para entonces, Pequeña Ru ya estaba completamente excitada por mis provocaciones, su boca emitía gemidos vergonzosos y había dejado de resistirse por completo.
Sin embargo, justo cuando estaba a punto de penetrarla con ese objeto, ella de repente me empujó.
Su cara se sonrojó, bajó la cabeza, sus ojos desorientados, —No... no, no podemos hacer esto, si me tomas ahora, tendrás que casarte conmigo, pero... pero ni siquiera somos novios aún.
