Pero cuando sentí aquel lugar misterioso envuelto en un trozo de tela de algodón, me quedé de piedra.
—Hermana Xinru, tú... ¿estás en tu periodo? —En ese momento, de verdad quería llorar pero no tenía lágrimas, porque la cosa allá abajo estaba dura como un tubo de acero, y ahora no podía hacer el evento principal, ¡era extremadamente frustrante!
—¿Ahora entiendes por qué no he estado buscándote estos últimos días? —Ella sonrió y extendió su mano, tocando mi rigidez, y puchereó—. Ay... también he estado realmente incómoda estos días, pero ¿qué se le va a hacer? No podemos desafiar a la naturaleza, ¿verdad? —Mientras hablaba, comenzó a bajarse la falda.
—Pequeño Tian, tú... ¡ah! —Sin embargo, pronto su rostro mostró una expresión de alivio, sus ojos entrecerrados, dejando escapar gemidos cómodos.
Mi mano, en su punto sensible, seguía jugueteando, saboreando el contacto suave.