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Me había quedado despierto hasta la madrugada y, incapaz de aguantar más, me había quedado dormido sin darme cuenta.
A la mañana siguiente, cuando salí de mi cuarto, vi a Wang Xiru cambiándose la ropa en el sofá.
Su piel tentadoramente pálida estaba completamente expuesta ante mí, y la luz del sol matutino la hacía ver irresistiblemente encantadora.
Tragué con dificultad, pensando, ¿tan temprano en la mañana tenía que ser tan tentadora?
—¿Eh? —al parecer, al escuchar el sonido de mi trago, Wang Xiru se giró inconscientemente para mirarme, frunciendo ligeramente el ceño.
Mi corazón dio un salto—¿se habría dado cuenta de que podía ver?
—Um... Tía Wu, ¿estás en la sala de estar? —hablé rápidamente para desviar su atención.
—Mi mamá bebió demasiado anoche y todavía no se ha despertado. Apresúrate, vamos a llegar tarde al trabajo. —mientras hablaba, regresó a su habitación.
La seguí en silencio y la vi agachada, buscando algo.
