—¿Qué pasa, querido hermanito, acaso no lo deseas? —La entrepierna de Hermana ya está húmeda, tan ansiosa, queriendo que el palito del hermanito entre... —Ella guió mi mano lentamente hacia ese lugar secreto ya húmedo, jugando con mi firmeza, emitiendo sonidos seductores desde su boca.
Cuando mis dedos tocaron ese punto suave y cálido, una ola de fuego maligno subió, quemando lo último de mi cordura.
Con las cosas ya tan lejos, si no avanzaba, ¿seguiría siendo un hombre?
Y tal oportunidad podría darse sólo una vez en la vida, perderla y realmente nunca volvería a ocurrir.
La vida pende de un hilo, ¡hagámoslo!
Rápidamente me quité los pantalones, la sujeté directamente sobre la cama y me dirigí sin rodeos hacia su melocotón.
—Mmm... ¡Ah! —En el momento que tomé el melocotón en mi boca, ella emitió un gemido de placer, rodeándome fuertemente con sus brazos, balbuceando indistintamente:
