Violeta parpadeó, totalmente atónita por la inesperada solicitud. ¿Una fiesta de té? Eso era lo último que esperaba escuchar. Por un fugaz momento, consideró la posibilidad de que esta chica se estuviera burlando de ella. Pero la forma en que sostenía la mirada de Violeta con seriedad inquebrantable dejaba claro que no estaba bromeando.
—¿Y por qué querrías que yo asistiera a tu fiesta de té? —preguntó Violeta, su tono agudo con sospecha—. Acabas de conocerme, ¿o acostumbras invitar a todos los que ves a tus fiestas de té?