—Ewan, ¿tienes que irte? El doctor te advirtió que te quedaras conmigo hasta que mis miedos disminuyan... por favor, escúchalo —suplicó Fiona, luciendo muy pálida y lastimera.
Ewan frunció el ceño, sin creer lo que estaba escuchando. ¿Quedarse hasta que ella estuviera libre de sus miedos? Eso significaba que él no volvería a trabajar, considerando lo extrema que era ella. ¡Qué imposible era eso!
Sin embargo, se sentó suavemente al lado de su cama. —Fiona, no seas tan dramática...
Él acomodó su cabello rubio detrás de sus orejas. —Te encanta ser rica, ¿verdad? Te encanta gastar dinero, ¿verdad? Bueno, permíteme ir a ganarlo, para que puedas tener más para disfrutar...
Fiona puchereó cuando vio la sonrisa en los labios de Ewan, sin importar que fuera apenas perceptible, solo un tirón en el extremo de sus labios.
—Pero necesito que me abraces, que me digas que estaré bien...