Ewan estaba a unos kilómetros de su casa cuando recibió una llamada del gerente de operaciones de su empresa.
Ewan miró su reloj de pulsera. ¿Por qué lo llamaba el hombre a estas horas? La molestia hizo su aparición, pero la apartó. Esto era algo nuevo. Seguro que era una emergencia.
Finalmente cedió y contestó la llamada. —Sr. Suarez, ¿cuál es el problema?
Había tanta respiración agitada y tensión al otro lado del teléfono que Ewan se enderezó en su asiento y le pidió a su conductor que aumentara la velocidad del coche para poder llegar a casa a tiempo. Había problemas. Lo sabía.
—Sr. Suarez, haga un informe o salga de mi teléfono. No tengo tiempo para esto —ordenó, después de esperar en vano a que el gerente hablara.
—Lo siento señor. Es que no sabía cómo darle la noticia. Como sabe, fortificamos nuestros sistemas el año pasado, después del último hackeo, con las mejores herramientas. Pero todos esos esfuerzos han sido anulados esta noche.