Mientras que Kael y Lyria vivieron tres meses en la Tierra, en Solarys solo había pasado un minuto. El tiempo fluía de manera diferente entre los dos mundos, un capricho del destino que ahora jugaba a favor de la Oscuridad.
La Oscuridad, una entidad palpable y abrumadora, avanzó por las calles y edificios del reino, trayendo consigo un ejército de monstruos alados que dejaron muerte y desesperación a su paso. Las criaturas, con garras afiladas como cuchillas y ojos hundidos, destrozaron a los pocos soldados que se atrevieron a resistir. El cielo de Solarys se pintó de negro y rojo, un presagio de la destrucción que había caído sobre el reino.
La Oscuridad se elevó hacia la fortaleza principal, donde esperaban el Comandante Supremo, el Rey, y su consejo. Desde las altas torres del edificio, el rey observó cómo su mundo se desmoronaba ante sus ojos. Se volvió hacia su guardia real, preparándolos para una pelea que sabía que era casi imposible de ganar.
REY: (con voz firme pero temblorosa) "Guardias, preparen nuestra defensa final. Consejo, no se atrevan a huir. Esto es tanto culpa vuestra como mía".
Los cobardes miembros del consejo intentaron escabullirse, pero el rey, con un gesto autoritario, los detuvo.
REY: "¡Quemadlos si intentan escapar! Han sellado nuestro destino subestimando el poder que desataron".
La Oscuridad atravesó las defensas como un rayo, derribando muros y guardias a su paso hasta que apareció ante el rey. Su presencia era abrumadora; su forma era como una sombra tangible, en constante cambio. Sus ojos brillaban como dos soles negros, consumiendo toda esperanza.
OSCURIDAD: (con voz macabra) "Es hora de que descanses en paz, Rey de Solarys".
El rey, paralizado por el terror, no pudo evitar mirar fijamente a los ojos de la Oscuridad, sintiendo un escalofrío que le heló el alma. Pero antes de que la Oscuridad pudiera dar su golpe final, se escuchó una voz poderosa.
??? : "¡Ya basta!"
Una luz carmesí golpeó a la Oscuridad, obligándola a retroceder varios metros. El atónito rey se giró para ver quién había intervenido. No era otro que Draxor Kaelthar , el general de la Séptima División del ejército de Solarys, conocido por liderar las colonias del reino en la galaxia Mexi.
Draxor era imponente, su cabello oscuro ondeaba bajo el resplandor carmesí de su aura. Su armadura negra, adornada con runas antiguas, irradiaba poder. Blandía una espada carmesí, una reliquia capaz de cortar incluso el tejido de la realidad misma.
DRAXOR: (mirando al rey) "¡Manténgase firme, Su Majestad! ¡No se caiga ahora!"
Un grito resonó desde el otro extremo de la sala. Una figura pequeña y veloz que giraba como un torbellino entró en escena. En una mano, empuñaba un arma que disparaba ráfagas de luz; en la otra, lanzaba orbes de energía pura.
NAELIA: "¡Mueran, criaturas repugnantes!"
Naelia Vyrantha, a pesar de su apariencia de niña de 12 años, era una guerrera de 30. Los habitantes de Solarys crecieron lentamente, manteniendo la eterna juventud hasta los 80 años. Su cabello plateado brillaba mientras aniquilaba sin piedad a los monstruos, sus movimientos una mezcla de precisión y ferocidad.
DRAXOR: (gritando) "¡Oye, niña, deja de jugar y saca al rey de aquí!"
NAELIA: (enojada) "¡Te lo dije, no soy una niña, viejo gruñón!"
Uno de los concejales, al verla, exclamó con alivio:
CONCEJAL: "¡Soy Naelia Vyrantha! ¡Estamos a salvo!"
DRAXOR: (mirando fijamente al consejero) "No te hagas muchas ilusiones. Recuerda, nuestro enemigo es la Oscuridad misma".
La Oscuridad, momentáneamente repelida, voló hacia el edificio nuevamente, derribando más paredes. Con una velocidad imposible, reapareció ante todos ellos.
OSCURIDAD: (con voz suave y amenazante) "Es hora de que todos ustedes…"
Antes de que pudiera terminar, un rápido tajo le cortó parte de la mandíbula. La espada de Draxor había golpeado con precisión letal.
DRAXOR: "¡Silencio, escoria!"
La Oscuridad regeneró su mandíbula en cuestión de segundos y comenzó a reír maniáticamente.
OSCURIDAD: "Entonces, serás mi nuevo juguete."
Draxor se volvió hacia Naelia.
DRAXOR: "Llévate al rey. Protegerlo es tu prioridad, Nae".
NAELIA: (asiente) "Entendido."
Con un gesto, Naelia se teletransportó a sí misma y al rey a un lugar seguro fuera de Solarys. Uno de los consejeros gritó desesperadamente:
CONCEJAL: "¿Y nosotros qué? ¿No nos van a ayudar?"
DRAXOR: (sin romper el contacto visual con la Oscuridad) "Sálvense si pueden".
Antes de que el consejero pudiera responder, sus palabras fueron silenciadas por llamas negras que envolvieron sus cabezas, dejando sus cuerpos sin cabeza.
OSCURIDAD: (riendo) "Por fin se callaron."
Sin inmutarse, Draxor desató un aura furiosa. Su espada brilló con un intenso resplandor carmesí, mientras que su armadura comenzó a fusionarse con su energía.
DRAXOR: "Aquí es donde caes".
Sus ojos, que antes eran de un azul penetrante, ahora brillaban con un rojo intenso. La Oscuridad se rió maniáticamente mientras los dos se preparaban para un enfrentamiento titánico.
Fin del Capítulo.