Capítulo 1:
El sol apenas comenzaba a teñir el horizonte con tonos rojizos y dorados cuando Darian atravesó la plaza principal de Rithan, un lugar donde el bullicio cotidiano contrastaba con la quietud que él siempre cargaba. Las calles estaban llenas de personas acompañadas de pequeños espíritus, figuras translúcidas y etéreas que flotaban a su lado, cada una con formas únicas: un zorro brillante, una esfera danzante, o incluso una pequeña figura humanoide hecha de fuego. Para Darian, esas manifestaciones eran como ecos de algo que nunca llegó a tener.
Había aprendido a ignorar las miradas de curiosidad y desdén que lo seguían. En un mundo donde los espíritus eran una extensión visible del alma, su ausencia lo hacía parecer incompleto. Era un hombre vacío, y la gente, sin necesidad de palabras, lo dejaba claro con sus miradas.
Se detuvo frente a un pequeño puesto de fruta, atendido por una anciana de cabello canoso cuyo espíritu, un colibrí verde esmeralda, zumbaba nerviosamente sobre su hombro. La mujer lo saludó con una sonrisa cansada.
—¿Otra vez sin compañía, muchacho? —bromeó, mientras extendía una manzana brillante.
—Ya sabe cómo es, señora Lyris. Siempre viajando ligero —respondió Darian con una sonrisa seca, pero sus ojos no acompañaron el gesto.
Mientras se alejaba, sintió el peso de algo que no podía ver. La sensación no era nueva. A menudo experimentaba lo que describía como una especie de "vacío inverso", como si algo invisible se aferrara a él, ajeno a las leyes de este mundo.
La jornada lo llevó hasta el distrito norte, donde los edificios abandonados y los callejones oscuros contaban historias de decadencia. Era un lugar en ruinas, pero también un refugio para los desposeídos y los que querían ocultarse. Allí fue donde todo comenzó.
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El sonido de un cristal rompiéndose lo puso en alerta. Giró rápidamente y, antes de que pudiera reaccionar, un espíritu apareció frente a él: una criatura nebulosa con ojos amarillos brillantes. No era como los espíritus habituales que flotaban serenos junto a sus dueños; este tenía un aura violenta, como si estuviera hecho de pura rabia contenida.
Darian dio un paso atrás, su instinto gritándole que algo no estaba bien. Sin embargo, lo que ocurrió a continuación desafió toda lógica. El espíritu flotó hacia él y, contra toda probabilidad, comenzó a reaccionar a sus movimientos. Extendió una mano temblorosa, y la criatura se detuvo. Sus ojos amarillos lo perforaron, como si midieran cada rincón de su ser.
"¿Qué eres tú?", pensó Darian, pero no había tiempo para reflexionar. Un ruido de pasos pesados resonó en el callejón, y de la penumbra surgió un hombre alto, vestido con un abrigo negro desgastado. Su espíritu, un lobo de sombras, se movía inquieto a su lado.
—Sabía que eras especial —dijo el hombre, con una voz profunda y llena de intenciones ocultas.
—¿Y tú quién eres? —respondió Darian, sin dejar de observar al extraño ni al espíritu que aún flotaba frente a él.
—Alguien que entiende lo que puedes hacer. Llevamos tiempo buscándote.
El lobo de sombras avanzó un paso, gruñendo. Darian sintió un escalofrío recorrerle la columna. El hombre sonrió, una mueca cargada de autoridad.
—Eres único, Darian. No tienes un espíritu propio, pero puedes controlar los de los demás. Y eso te convierte en una herramienta valiosa.
Darian apretó los puños. —No soy una herramienta de nadie.
El extraño soltó una carcajada seca. —No lo eres, aún. Pero si no aprendes a controlar tus dones, otros no dudarán en usarte.
El espíritu nebuloso comenzó a moverse de nuevo, esta vez rodeándolo como si estuviera esperando una orden. Darian sintió una conexión, un hilo invisible que lo unía a esa criatura. Por primera vez en mucho tiempo, no se sintió vacío, pero la sensación era tan aterradora como reconfortante.
—Ven conmigo —ordenó el hombre—. Hay cosas que necesitas saber, y no hay mucho tiempo.
Darian dudó. El instinto le decía que no debía confiar en ese desconocido, pero algo en sus palabras resonaba con una verdad que no podía ignorar. Dio un paso hacia él, y el espíritu lo siguió.
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La sede de la organización secreta no era más que un edificio anodino a simple vista, una fachada en medio de una calle cualquiera. Sin embargo, al entrar, Darian sintió el peso de un lugar que guardaba más secretos de los que podía imaginar. Pasillos iluminados con luces tenues se extendían hacia lo desconocido, y figuras enmascaradas se movían con un propósito calculado.
El hombre del lobo de sombras lo condujo a una sala amplia, donde un grupo lo esperaba. Cada uno de ellos tenía un espíritu diferente: un águila de alas doradas, un felino hecho de llamas, una mariposa cristalina. Eran como una colección de extremos, personas que parecían haber dominado sus emociones hasta un nivel que Darian no comprendía.
—Bienvenido, Darian —dijo una mujer de cabello plateado y ojos grises como el acero—. Aquí descubrirás quién eres realmente.
El vacío en su interior pareció resonar con esas palabras. Tal vez, pensó, había llegado al lugar donde todo comenzaría a tener sentido.
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Ese fue todo el capítulo 1, ¿que tal les pareció? Les gustaría que siguiera con la historia?
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