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Chapter 4 - La ley del caos

El calor del mediodía caía sobre nosotros mientras avanzábamos por un camino polvoriento, rodeados de árboles secos y silencio incómodo. Habíamos logrado escapar del caos del pueblo, pero lo que venía ahora no parecía mucho mejor. Cada paso era un recordatorio de que estábamos metidos en algo mucho más grande de lo que podíamos manejar.

—¿Y ahora quién podrá defendernos?-con sarcasmo Mientras veía un martillo de juguete rojo.

—¿Por qué siempre me meto en estas cosas contigo, Trex? —gruñó Zuni mientras sacudía una rama que se le había pegado al cabello—. Esto no es "aventura épica", es una pésima decisión de vida.

—¿Quieres que te deje aquí? —respondí, sin mucha energía. Mi cuerpo todavía dolía después de lo que había pasado con Balgron.

—No, gracias. Prefiero morir contigo que solo, aunque las dos opciones son una basura.

No pude evitar sonreír. A pesar de todo, Zuni siempre encontraba la manera de quejarse con estilo.

De repente, un ruido entre los arbustos nos puso en alerta. Ambos nos detuvimos, mirando a nuestro alrededor con el corazón latiéndonos a mil por hora.

—¿Qué fue eso? —susurró Zuni, agachándose detrás de mí.

—No lo sé, pero ponte serio. Puede ser una de esas cosas.

El ruido se intensificó, y antes de que pudiéramos reaccionar, un grupo de tres hombres salió de entre los árboles. Sus cuerpos estaban cubiertos de marcas extrañas que brillaban con un tenue resplandor. Eran Renacidos, pero algo en ellos se sentía… mal. Sus ojos nos miraban con una mezcla de hambre y odio.

—Mira nada más lo que tenemos aquí —dijo uno de ellos, un hombre calvo con una cicatriz que le cruzaba la cara—. Dos críos perdidos en nuestro territorio.

—¿Territorio? ¿Esto parece un territorio? —respondió Zuni con una risa nerviosa—. Esto es un monte seco. ¿No tienen nada mejor que hacer?

—¡Zuni, cállate! —le susurré, apretando los dientes.

—¿Qué? Solo digo la verdad. Mira ese árbol —señaló uno caído y medio podrido—. Ni las ardillas quieren vivir aquí.

Los tres hombres no parecieron apreciar el humor de Zuni. Uno de ellos, más alto y con una actitud de "líder de la cuadra", dio un paso adelante y golpeó el suelo con su bastón de madera.

—Ustedes dos. Sus poderes. Entréguenlos ahora, y tal vez los dejemos vivir.

—¿Mis poderes? —pregunté, arqueando una ceja.

—¿Qué parte de "no sé controlar esto" no escucharon? —añadió Zuni, levantando las manos como si fueran inocentes—. De hecho, mi invocación ni siquiera me escucha. Es como un gato gigante con complejo de superioridad.

Los hombres no encontraron gracia en la confesión de Zuni. En cambio, el líder levantó su bastón, que comenzó a brillar con un aura oscura.

—Si no van a cooperar, lo tomaremos por la fuerza.

Antes de que pudiera reaccionar, Balgron habló en mi cabeza.

"Es hora de luchar, Renacido. No seas un cobarde."

—¡¿Qué parte de "todavía no sé cómo usar esto" no entiendes?! —murmuré en voz baja, sintiendo cómo el calor oscuro volvía a llenar mi pecho.

Zuni me miró con confusión.

—¿Otra vez hablando contigo mismo? ¿Qué, te estás peleando con tu cabra ahora?

—¡No es un buen momento para discutir!

El calvo hizo un movimiento con su bastón, y del suelo emergieron tres criaturas hechas de sombra y tierra. Parecían lobos deformes, con dientes afilados y ojos que ardían como brasas.

—Oh, mira, tienen mascotas. ¡Qué lindo! —comentó Zuni mientras retrocedía un paso—. Trex, es todo tuyo.

—¿Por qué siempre me dejas lo difícil a mí?

—Porque soy el cerebro del equipo, obviamente.

Los lobos no nos dieron tiempo para más bromas. Uno saltó hacia mí, y sin pensar, levanté mi mano. Una explosión de energía oscura salió disparada, desintegrándolo en el acto.

—¡Eso fue genial! —exclamó Zuni, pero su expresión cambió al ver que los otros dos lobos venían hacia él—. ¡No, no, no! ¡Trex, haz lo tuyo!

—¡Corre, idiota! —le grité, mientras intentaba concentrarme de nuevo.

Zuni corrió en círculos, esquivando como podía mientras yo trataba de invocar más poder. Balgron parecía disfrutar del espectáculo.

"Esto es patético. Controla tu poder o deja que te maten."

—¡Deja de darme sermones y ayúdame!

Finalmente, logré invocar otra ráfaga de energía que alcanzó a uno de los lobos. Zuni, por su parte, tropezó con una raíz y cayó de cara al suelo justo cuando el último lobo saltaba sobre él.

—¡No quiero morir así! ¡Al menos que sea algo épico! —gritó Zuni, cubriéndose la cara.

Pero antes de que el lobo pudiera alcanzarlo, una llamarada de energía azul lo desintegró. Miré a Zuni, sorprendido, pero él solo me devolvió una mirada igual de confundida.

—¿Qué fue eso? —pregunté.

—No lo sé, pero me encanta. ¿Viste eso? ¡Fue como un ataque especial de videojuego!

—¿Fuiste tú?

—¡Pues claro que fui yo! Bueno… creo.

Los hombres, al ver que sus invocaciones habían sido destruidas, retrocedieron con cautela.

—Esto no ha terminado —gruñó el líder, antes de desaparecer junto con los otros dos en una nube de humo oscuro.

Cuando el peligro pasó, Zuni se dejó caer al suelo, exhausto.

—Bueno, sobrevivimos. De nuevo. ¿Qué tal estuvo mi debut como héroe?

—¿Debut? —bufé, dejándome caer junto a él—. Te pasaste la mitad de la pelea corriendo en círculos.

—Eso se llama estrategia, Trex. Estrategia.

Suspiré, mirando el cielo mientras intentaba recuperar el aliento. Si cada día iba a ser así, no estaba seguro de cuánto tiempo podríamos sobrevivir. Pero al menos, con Zuni a mi lado, nunca faltaría el drama ni las risas… aunque estuvieran acompañadas de un caos interminable.