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Chapter 4 - IV. La Sombra.

Cuando sus amigos se fueron, Iza se fue a su computadora y empezó a buscar la tarea asignada por Sean sobre la actualidad de la economía de Mongolia.

 

Luego de dos horas y con el cerebro humeando por haber pensado tanto y la vista agotada por mirar la pantalla, al fin había terminado, ahora solo le quedaba estudiar para su examen y entre medio de su estudio, se tomaría un descanso para recargar energías.

 

Mientras todavía trataba de estudiar viendo en internet documentales sobre la economía en los países de Europa (para no tener que leer sus libros), vio al lado izquierdo de su pantalla como en una notificación a dos amigos de clase Rick y Omar conectados en uno de sus juegos en línea, sin pensarlo dos veces se unió al chat del juego, y cuando vio que estaban conversando decidió unirse, pasando sus deberes a un segundo plano.

 

El tema de conversación de ellos giraba en torno a las excentricidades y errores en el juego, técnicamente se quejaban, lo que era irónico pues seguían jugando siempre que podían. Ya para ese momento Iza dejó su examen en manos del destino y decidió distraerse, hablando en línea con sus amigos un poco más, para luego descansar bien y finalmente rendir ese examen al día siguiente.

 

Totalmente enfocado y distraído, de pronto se escuchó un ruido que provenía de la cocina, no obstante, Iza lo ignoró poniéndose sus audífonos con música a todo volumen y sumergirse en ello. Al cabo de unos minutos, un segundo sonido más chirriante se escuchó (como si garras bien filosas rasguñaran un plato) y fue tan molesto que incluso él con los audífonos puestos, lo pudo percibir.

 

En cierta forma no lo "sorprendió", pero tampoco quería aceptarlo ya que después de todo lo que estaba soportando, un susto más no sumaría al hecho de que ya por dentro se encontraba aterrado, siendo así decidió tratar de ignorarlo una vez más.

 

Pocos segundos transcurrieron hasta que el mismo ruido se repitió una vez más, esta vez no lo pudo ignorar, aparte porque se le vino a la cabeza que era una posibilidad que alguien haya entrado al departamento por la fuerza o que alguien había lanzado algo contra la ventana por accidente, o que de repente el tubo del gas del departamento se había quebrado, lo cual sería muy peligroso… en fin había un millón de posibilidades para aquel sonido.

 

— Chicos ya vuelvo iré por algo de comer… - escribió Iza a sus amigos.

 

Decidido a averiguar de una vez por todas que pasaba se dirigió a su cocina que era donde escuchaba que provenían los ruidos. Lo primero que hizo fue prender la luz, pero no notó nada fuera de lo común, todo estaba silencioso como siempre y por alguna razón los ruidos cesaron.

 

Percatándose que todo estaba normal, se dio media vuelta para volver a su computadora y continuar chateando con sus amigos, pero cuando se dirigía a la sala para atravesarla y así finalmente llegar a su habitación, las luces se apagaron en todo su apartamento.

 

En ese momento toda tranquilidad ya se había esfumado, fue así que en lo que volteó rápidamente hacia su puerta de entrada para poder salir de allí y hablar con la persona encargada de la administración del edificio, de repente estando a poco de llegar, una fuerza invisible lo sujetó de la pierna derecha alzándolo hasta dejarlo totalmente al revés y con la misma fuerza lo soltó dejándolo caer boca abajo.

 

Sin poder evitar lo que estaba sucediendo con toda desesperación, Iza se levantó gritando y se movía para todos lados peleando con algo que él no podía ver ni tocar.

 

— SUÉLTAME ¡QUE QUIERES DE MIII! - repetía sin parar.

 

Pasaron varios minutos vanos y eventualmente Iza quedó exhausto, parecía que el ataque había cesado, pero poco después sintió que algo lo sujetó de su camiseta con fuerza y lo hizo levitar hasta unos cuatro pies de altura del suelo, este pataleaba tratando de encontrar el piso, pero de nuevo el intento fue inútil.

 

Enseguida una figura se formó en frente de él, era una sombra con la forma de un adulto. A la altura de los ojos solo se alcanzaron a ver dos círculos rojos prendidos, como si fueran luces. Iza totalmente desconcertado y sin plena conciencia sobre sí mismo, trató de tocar aquellas luces rojas, pero su mano solo lo atravesó como lo sólido al humo o vapor.

En todo su departamento oscurecido, sólo la luz de la luna pudo alumbrar algo. En ese instante se pudo percibir que esta sombra se materializaba aún más, estaba ahí flotando al frente de Iza mirándolo, en su cabeza no se podría imaginar que era aquella cosa, podría ser un fantasma quizá o un demonio, no se distinguía, pero sin duda era algo sobrenatural.

 

Ya para ese instante Iza solo pensaba en aprovechar algún segundo para escapar de aquella situación, pero luego la sombra lo acercó a sus "ojos".

 

— ¡Entrometido! - dijo con un eco en la voz, macabra y profunda.

 

Al terminar de transmitir su mensaje y como si fuera un cantante emocionado girando su camiseta en pleno concierto de rock, revoloteó a Iza y como si no pesara nada, terminó tirándolo hacia la pared con una fuerza brutal y este cayó a los segundos.

 

El golpe provocó una rajadura que llegó tanto al piso como al techo causando daños por el impacto y pedazos de escombro cayeron por todo su cuerpo, lo que lo inmovilizó.

Con la vista nublada, el cuerpo lastimado y con miedo de muerte por dentro, su instinto de supervivencia hacía que con lo que le quedaba de su fuerza tratara de levantarse inútilmente, pero azotó a los pocos segundos viendo como esta sombra desaparecía ante sus ojos.

 

— No creo que esto, lo esté imaginado - pensó apenas desmayándose por completo.

 

Permaneciendo inconsciente toda la noche, Iza no sabía realmente qué había ocurrido después de desvanecerse en el suelo, pero ya no importaba, lo que sea que haya sido, al parecer había logrado su objetivo.

A la mañana siguiente volvió en sí algo temprano y como si fuera que haya estado en un ring de pelea donde lo molieron a golpes, levantó su rostro del suelo desorientado…

 

— Esto… Esto no es normal - pensó empezando a recordar lo sucedido con incredulidad.

Con todas las fuerzas movió sus brazos, uno estaba atascado en escombros, pero el otro estaba libre y con ese, quiso alcanzar su bolsillo izquierdo para ver su celular, pero cuando lo sostuvo, vio que por los golpes que había sufrido, las caídas y el impacto, el mismo ya se había dañado por la parte de la batería y estaba a poco de desarmarse. Aun así, quiso encenderlo, lográndolo por unos minutos… con sumo cuidado alcanzó a llamar a Lisa, pero sin ningún éxito (generalmente a esa hora ella se bañaba y al ser así no escucharía la llamada).

 

Aprovechando los segundos que le quedaba antes de que el celular se arruine por completo, en un último esfuerzo también intentó llamar a Gabriel, pero cuando marcaba se le fue la fuerza en su mano y dejó caer su celular.

 

Sintiendo que su única esperanza de pedir ayuda también estaba peligrando, al ver su celular cayendo sintió que su corazón se le salía de su cuerpo, pero por fortuna no se había desarmado, así que decidió dejarlo ahí.

 

Como sus primeros intentos de conseguir auxilio habían fracasado, cráneo una nueva idea que consistía en hacer el mayor ruido posible con algún pedazo de escombro a su alrededor, quizá así alguien lo escucharía y como sus vecinos se molestaban fácilmente por los ruidos fuertes, no les quedaría otra que tocar la puerta de Iza y dándose cuenta de lo sucedido pedirían ayuda.

Con esa idea clara en su cabeza agarró un pedazo de concreto algo pesado y empezó a golpear el suelo desesperado, golpeó con la poca energía que le quedaba por unos segundos, sin embargo, paró poco más tarde al no tener una pronta respuesta. Delicadamente se fijó si su celular se había apagado, pero estaba aún prendido, eso sí con muy poca batería y lo apagó para ahorrar lo que le sobraba, solo le quedaría esperar a que alguien (quien sea) lo buscará y lo ayudará.

 

El tiempo pasó lentamente, pero por su lado, sus amigos en la Universidad ya habían terminado sus clases del día. Saliendo del salón Lisa, Gabriel e Yleria empezaron a comentar sobre aquella temible prueba de Sean.

 

— Ese examen sí que estuvo difícil – se quejó Lisa.

— Para ti… para mi estuvo fácil, cuando se viene preparado todo es sencillo – alardeó Gabriel.

— No lo sé, quizá tú crees que estuvo fácil cuando en realidad quizá hayas hecho todo el examen mal ¿no te acuerdas lo que le pasó a Iza a principios de este año?

 

Gabriel sintiendo que Lisa podría tener razón empezó a buscar en su libro para comprobar sus respuestas como desenfrenado.

 

— Hablando de Iza, no vino hoy – comentó Yleria algo preocupada.

— Siempre lo mismo con él, como su amiga trato de aconsejarle que haga bien las cosas, pero me ignora… ya me cansé de insistir.

— ¿No creen que no vino por el tema de su desmayo? – preguntó Yleria.

— Tampoco vino Rick, pero creo que tenía licencia – interrumpió Gabriel.

— Justo esos dos no vinieron, capaz que se quedaron hasta tarde jugando en línea, aparte Iza me llamó en la mañana, me estaba duchando y no pude contestarle.

— Faltó por faltar y no hay nada que podamos hacer al respecto ¿quieren ir a comer a algún lado? – dijo Gabriel pensando solo en que tenía hambre.

— Deberían llamarlo otra vez solo para asegurarse que todo está bien.

— Tranquila Yleria. Iza siempre hace esto… me sorprende que no lo sepas si cada que toman lista, todos escuchan quienes faltan.

— Si, Tal vez tengas razón Lisa.

— El caso está resuelto… ahora ¿en dónde quieren almorzar?

— Escuché que abrieron un nuevo restaurante por la calle Rickmark – Comentó Lisa - Creo que es japonés.

— Entonces vamos, comeré lo que sea - dijo Gabriel.

 

En el tiempo que pasó hasta que llegaron al restaurante, Yleria seguía inquieta que sus amigos no llamaran a Iza. Salió un momento al baño mientras ellos comían y sin que Lisa se diera cuenta, agarró su celular que estaba en la mesa y se lo llevó con ella.

 

Llegando al baño, vio las llamadas perdidas del número de Iza y lo llamó sin dudar. La llamada, sonó, sonó y sonó, pero sin respuesta hasta que llegó al buzón de voz y se escuchó la voz pregrabada de Iza:

 

— "Hooollllaaaa, soy Iza déjame tu mensaje y te llamo si me acuerdo ooo, si es que tengo crédito ooo si es que eres importante… bip"

 

Yleria se rio un poco del mensaje ridículo de Iza y se atrevió a contestar algo vergonzosa.

 

— Hola Iza, soy Yleria te llamaba para saber si estás bien… si puedes devolver la llamada sería estupendo. Bueno eso es todo nos vemos.

Al regresar Yleria a la mesa, vio que Gabriel no estaba y Lisa estaba buscando como loca algo en sus bolsillos y mochila.

 

— ¿Pasa algo? - preguntó.

— Si, es que, no encuentro mi celular ¿no lo viste?

— No. Tal vez se cayó, porque no buscas por debajo de la mesa– respondió Yleria tratando de disimular, y a la vez escondiendo el celular debajo de un plato al ver que su amiga miraba por debajo por unos segundos.

 

Lisa luego se sentó pensativa, repasando en su cabeza, donde vio el celular por última vez.

 

— Sé que no lo perdí en la universidad eso es seguro, tiene que estar por aquí - dijo pensativa.

— ¿Y… Gabriel dónde está? – preguntó Yleria cambiando de tema.

— Fue a pedir un helado en la sección de postres – respondió Lisa a la vez que notó que el plato a su lado estaba elevado así que alzó y vio su celular.

— Lo encontraste…- dijo Yleria "sorprendida"

— Te lo llevaste cuando fuiste al "baño" ¿no?

— No, no, no… claro que no…

— Yleria… ¿lo llamaste? – preguntó Lisa mostrándole el historial de llamadas.

— Está bien disculpa, si lo llamé… pero ustedes como sus amigos deberían hacerlo, mucho más después de lo de ayer, tendrían que estar atentos a la conducta de Iza.

 

Mientras tanto, Gabriel regresó con un vaso enorme de helado.

 

— Gabriel adivina… Yleria llamó a Iza - contó Lisa con un tono juguetón.

— ¿Qué? ¿En serio? - Gabriel miró a Yleria.

— Así es – contestó Lisa.

— Porque lo llamaste, no debiste hacerlo - dijo Gabriel mientras comía una gran cuchara de helado.

— Después de todo lo que le sucedió la vez pasada ¿aun así están calmados?

— Mira Yleria nosotros conocemos a Iza mejor que tú… claramente es una de las muchas faltas de este año, además siempre hace esto, no deberías sorprenderte, el semestre pasado tuvo como 12 faltas, todos los saben.

— Por qué la preocupación… ¿acaso te gusta? - preguntó Gabriel sin rodeos mirando nuevamente a Yleria.

— Yo tengo novio - sonrió tímidamente.

— ¿Entonces por qué el interés?

— Es que esto mismo le pasó a un amigo y lamentablemente todo fue para peor y falleció… desde entonces no tomo a la ligera este tipo de situaciones – contó Yleria triste.

 

En ese momento se sintió un silencio incómodo, dejando a los amigos pensativos.

 

— Lamento oír lo que le pasó a tu amigo, pero Iza está bien, él faltó por irresponsable y es así desde que lo conocemos – dijo Lisa mirando a Yleria y agarrándola de la mano. 

— Está bien…lo siento, ustedes lo conocen mejor, discúlpenme por hostigarlos.

— No hay problema – respondió Lisa.

— Para que se calmen y estén tranquilas llamaré a Rick. Él y Iza mayormente juegan en línea – comentó Gabriel procediendo a hacer la llamada.

 

Rick contestó a los segundos.

 

— Hola ¿Gabriel?… que sucede.

— Oye Rick, por qué no viniste ahora a clases, dimos examen y presentamos los trabajos.

— Ah, ¿en serio? bueno estoy enfermo en estos momentos - respondió Rick.

— Y ¿qué tienes?

— Pues comí algo caducado, después empecé a vomitar, luego la mayoría del tiempo estuve en el baño y por último me vino fiebre alta.

— Eres un sucio – dijo Gabriel con una carcajada.

— Sí, sí. Lo dice el que comió de la basura.

— ¡HEY! Eso fue una vez, estaba borracho, además que me dio hambre– comentó Gabriel.

— Ha, ha, ha, y bueno ¿te conectarás para jugar hoy?, acabo de comprar un nuevo mouse gaming que tiene 9 botones extras – contó Rick.

— ¿En serio? después paso por tu casa para verlo… ah casi me olvido, te llamaba también para saber si Iza jugó contigo anoche – recordó Gabriel.

— Apuesto, seguro no fue a clases...

— No, no fue.

— Qué raro… Iza no se conectó a jugar, pero si chateamos.

— ¿En serio? ¿qué dijo?

— Ahora que lo pienso, estábamos conversando sobre el pvp del juego a eso de las seis o siete y luego dijo que ya volvía, pero no volvió – contó Rick en un tono un poco pensativo.

— Mm…Bueno gracias Rick, paso por tu casa más tarde.

— Claro… llámame – dijo Rick colgando la llamada.

Ya para ese momento. Gabriel ya estaba empezando a preocuparse.

— ¿Qué te dijo Rick? – preguntó Lisa.

Dijo que Iza se conectó al chat del juego, pero no se conectó a jugar y cuando estaban chateando dijo que volvía y no lo hizo.

— ¿En serio? – dijo Lisa poniendo una cara de sorprendida.

— ¿Raro verdad? – se rascó la cabeza.

— ¿Es raro porque no jugó un juego en línea? – preguntó Yleria confundida.

— Básicamente si Iza no contesta el teléfono o falta a clases o algo que involucre interacción social, lo que es seguro es que siempre lo encontrarás jugando en línea.

— ¿No te conectaste últimamente Lisa? – preguntó Gabriel, cambiando el tema sin querer.

— No, no mucho. Me estoy tomando un tiempo de descanso ¿y tú?

— Si Juego, pero me olvido de bajar el nuevo parche; y bueno, volviendo a Iza… quizá estaba haciendo otras cosas… ya mejor vámonos – dijo Gabriel más tranquilo.

 

Todavía en el restaurante, Yleria y Lisa le dieron a Gabriel el dinero para pagar su almuerzo, esta vez sería él, el encargado de pagar la cuenta y habiendo dividido el total, se levantaron, Gabriel se dirigió a la caja y ambas chicas salieron del restaurante.

 

— Sabes Yleria… creo que deberíamos ir a verlo.

— ¿Enserio? ... ¿Tu opinión cambió solo porque Iza no volvió al chat de un juego en línea?

— A decir verdad, sí. Si tú jugaras con nosotros te darías cuenta… pero no se… es algo que deambula en mi cabeza ahora.

— Bueno se hizo cuarenta y ocho dólares así que tengan su cambio – interrumpió Gabriel saliendo del restaurante.

— Gabriel deberíamos pasar el departamento de Iza – sugirió Lisa.

— ¿Tú también Lisa? Ugh, sé que es raro que no se conecte, pero no creo que sea como para preocuparnos.

— No perdemos nada yendo de todas formas – dijo Lisa.

— Está bien terminemos con esto de una vez, está empezando a hacer frío – respondió Gabriel desganado.

 

Una vez decididos a ver a Iza. Lisa, Gabriel e Yleria tomaron el bus que usualmente tomaba para llegar a su departamento.

 

Cuando llegaron, entraron al edificio y subieron por el ascensor hasta el séptimo piso donde quedaba el departamento de su amigo. Una vez en el piso indicado, buscaron el departamento 72, el mismo que se encontraba casi en la entrada del ascensor a mano izquierda.

 

— Así que aquí vive – se sorprendió Yleria mirando a los lados.

— Si, bonito lugar ¿no? – respondió Lisa.

— Bastante...

— Llegamos… aquí es – dijo Gabriel algo apurado.

 

Ni bien llegaron al departamento empezaron a tocar la puerta, pero no hubo respuesta, siendo así, procedieron a tocar nuevamente y nada.

 

— ¿Lo ven? No está, ya vámonos - dijo Gabriel mirando a ambas chicas.

Mientras que las voces de sus amigos resonaban a través de la puerta. Iza pudo despertar a causa del ruido, intentó levantarse, pero el cuerpo no le respondía más que solo una mano.

— GABRIEEEEEL, LISAAAAAAA, AYUDENME - gritaba Iza debilitado y con la voz ronca, pero no se escuchaba nada.

 

Esperando que no se le escape la oportunidad de que sus amigos lo encuentren, entonces con la poca fuerza que le quedaba y con mucho dolor encendió su celular esperando que prendiera y que al hacerlo se escuche ese tono para que sus amigos se percaten.

 

— ¡¡Iza abre la puerta somos nosotros!! - gritó Lisa tocando la puerta.

— Por qué mejor no lo llamamos, de todos modos, si Iza está en el departamento quizá escuchemos sonar el celular – sugirió Yleria.

 

Después de que terminaron de golpear la puerta, Lisa acercó su oído a la puerta esta vez escuchando un sonido.

 

— Gabriel, Yleria ¿escucharon eso?

Ambos amigos al mismo tiempo negaron con la cabeza.

— Sonó como ese sonido de cuando un celular se acaba de encender... ¡llámenlo ahora!

— Cuántas veces Iza nos dejó aquí tocando como tontos su puerta porque había salido y dejaba su celular. Ya vámonos.

 

Iza escuchó que sus amigos seguían parados al otro lado y con desesperación agarró un pedazo de concreto y reuniendo todas sus fuerzas comenzó a golpear el suelo con debilidad.

 

— Quizá ese sonido del celular fue de otro departamento - agregó Lisa con decepción.

— Es típico de Iza, nos preocupa y para que - protestó Gabriel mientras Lisa e Yleria trataban de concentrarse.

 

La insistencia de Gabriel casi hizo que se fueran de verdad, y en un intento por hacerse escuchar Iza dio un último golpe esta vez más fuerte.

 

— ¿Escucharon eso? – interrumpió su anterior sermón.

 

En ese momento todos entrecruzaron miradas y volvieron a llamar a la puerta.

 

— ¿Iza? ¿Estás ahí? – exclamó Gabriel más convencido del sonido que si había provenido del departamento.

Yleria por su lado miró por debajo, en una pequeña abertura entre la puerta y el suelo, y pudo percibir la silueta de alguien.

 

— ¡ES IZA! ¡ES IZA! ESTÁ EN EL SUELO…

Iza escuchando que sus amigos por fin sabían que él estaba ahí, suspiro de alivio. Ya para ese momento Gabriel empezó a patear la puerta con toda su fuerza.

— Gabriel basta, esto no es una película - gritó Lisa. ¡YA SE!, una vez Iza abrió la puerta con una llave de repuesto… debe estar por aquí - buscó.

 

Todos empezaron a buscar la dichosa llave de repuesto, pero lo único que vieron fue una maceta, palparon con sus manos alrededor de esta, pero no había nada… Casi sin más alternativa, Gabriel la rompió y por un acierto entre la tierra encontraron la llave.

 

Con toda la prisa del mundo lograron finalmente abrir la puerta y para su horror encontraron a Iza al final de su sala tendido boca abajo y con escombros sobre su cuerpo.

 

— ¡Yleria llama a la ambulancia rápido y busca al guardia del edificio! - gritó Lisa

 

Ella rápidamente llamó a la ambulancia y en tanto le respondieron, procedió a darle todos los datos a la operadora del 911 para que puedan ayudar a Iza.

 

Gabriel mientras tanto con ayuda de Lisa empezaron a sacar todos los escombros del cuerpo de su amigo y cuando lo voltearon con cuidado, notaron que estaba pálido, lo que los asustó aún más, entonces Lisa empezó a buscar su pulso (por suerte ella sabía de primeros auxilios). Una vez se cercioró del pulso de su amigo, aunque débil, entre los dos lo alzaron hacia el sofá hasta esperar a que llegue la ambulancia y hasta mientras Yleria bajaba al lobby del edificio rápidamente.

— ¿SEÑOR, QUE SUCEDIÓ EN EL DEPARTAMENTO 72? HAY UN CHICO INCONSCIENTE - preguntó Yleria exaltada al guardia.

— ¡¿QUE?! No lo sé señorita, acabo de llegar- respondió el guardia sorprendido.

— ¡Bueno no importa! ya llamamos a la ambulancia, debe estar en camino, solo por favor cuando lleguen indíqueles cómo llegar, ya tengo que volver- dijo Yleria frustrada volviendo a toda prisa.

 

Mientras que Gabriel y Lisa le hablaban a Iza, por un rato lograron que este abriera los ojos un poco, lo suficiente.

 

— Gracias chicos… - susurró.

 

Cayendo de nuevo inconsciente, Iza volvió a escuchar la misma voz que cuando se desmayó la primera vez y vio a ese mismo tipo parado justo detrás de sus amigos.

 

— Búscame, no podrás con esto solo… si quieres acabar con esto, ve al inicio… donde todo empezó… ¡Búscame! - dijo la figura encapuchada.

 

Con la ambulancia del hospital más cercano ya en la puerta del departamento, de repente Lisa recordó que el hermano de Iza quizá podría estar trabajando justo allí donde lo llevarían y ni bien comenzaron a asistirlo, ella se acercó de inmediato a uno de ellos.

 

— ¡Disculpe! ¿Por casualidad no conocen al doctor Leo Cáligo del área de medicina Interna?

— Claro que sí, de hecho, es un médico muy amable, justo trabaja en el hospital al que llevaremos al paciente ¿por qué? – respondió el paramédico.

— ¿Por si acaso no tendría su número de celular? lo que pasa es que el chico inconsciente es su hermano.

— Por supuesto, yo me comunico con él para comentarle la situación – aseguró el paramédico.

— Muchísimas gracias señor.

 

Los demás paramédicos ponían a Iza en una camilla para la ambulancia. 

 

-

Al día siguiente Iza se despertó, con el cuerpo adormecido y estaba en una sala de hospital.

 

— Ya despertaste… Voy a traer al doctor - dijo la enfermera, en cuanto lo vio.

 

Iza aun aturdido miró alrededor mientras abría y cerraba los ojos que se estaban acostumbrando a las luces del hospital, estaba en una camilla con un suero inyectado en su brazo, se podía percibir el bip de las máquinas que miden los signos vitales, notó las vendas en gran parte de su cuerpo, excepto en un brazo y a los pocos metros de distancia escuchó la voz de su hermano entrando a la habitación donde se encontraba.

 

— ¿Iza cómo te sientes? - preguntó algo angustiado Leo dándole un abrazo a su hermano.

— Leo… ¿cómo llegué aquí?

— Uno de los paramédicos que es amigo mío me contó todo lo que pasó; Tus amigos te encontraron en tu departamento herido y llamaron a la ambulancia y por suerte te trajeron aquí así que no te preocupes - contó Leo - Iza quién te hizo todo esto… ¿lo recuerdas? - preguntó con seriedad y preocupación.

— ¿Y Mamá? ¿Ella ya lo sabe?

— Si Iza yo se lo conté… dime quién te hizo esto – insistió.

 

Recordando la realidad de lo que le había pasado, Iza pensó que, así como fue, era imposible que su historia fuera creíble.

 

— Leo solo quiero descansar y digerir todo esto… yo luego te lo cuento - respondió Iza evadiendo la pregunta.

— Está bien hermano, si quieres luego hablamos de esto, pero algo si te digo, tendrás que hablar con la policía que ya están investigando lo ocurrido – comentó Leo con énfasis.

— Si, está bien – asintió con la cabeza.

— Ya me tengo que ir, debo regresar a mis rondas, pero en cuanto pueda volveré a verte ¿está bien?

 

Cumpliendo con lo indicado, al poco tiempo habían llegado a la habitación de Iza dos efectivos policiales, sin embargo, este inventó una historia improvisada pero bastante creíble, con lo cual los policías se fueron.

 

Los indicios para atrapar "al supuesto Asaltante" estaban difusos y a decir verdad no había mucho que se podía hacer (inclusive si la historia hubiera sido real). Sintiendo un peso menos sobre sus hombros, después de unas horas todavía en camilla de aquel hospital, Iza no dejó de pensar en la voz de ese tipo y la frase "al inicio" le rompía la cabeza.

 

Tratando de descifrar dicho mensaje de pronto volvió la enfermera a chequearlo.

 

— ¿Disculpe… ¿Qué día y que hora es? - preguntó Iza.

— Es viernes y ya casi son las 16:00 P.M. 

— ¿Usted sabe a qué hora llegué aquí? 

— Déjeme ver; aquí dice que el día de ayer a las 15:30 P.M. – dijo la enfermera mirando su historial clínico en la tablilla que tenía a los pies de la cama.

 

Mientras la enfermera procedió a verificar por debajo de las vendas las heridas con las que había llegado Iza al hospital, notó que los moretones, rasmilladuras y la fisura en uno de sus brazos ya estaban casi invisibles y que el dolor seguramente había disminuido, lo que la sorprendió, porque ella en persona había atendido tales golpes el día anterior.

 

— Veo que se está curando rápidamente… si sigue así, ya para mañana podrían darle el alta (volteó a ver el carrito de alimentos) - Llegó su comida, será mejor que se lo termine - comentó la enfermera procediendo a abandonar la sala.

 

Aunque Iza sentía mucho menos dolor en los brazos, todavía le costaba alzarlos, y mientras estaba comiendo, al instante escuchó algo caer al suelo.

 

Los recuerdos y el trauma que había dejado ese episodio, hicieron que el pánico volviera a apoderarse de él.

 

Después de que aquella sombra lo atacó, dejándolo en ese estado, Iza sólo podía pensar que ese ente, ya lo había encontrado nuevamente y quería quizá terminar lo que había empezado.

 

Su respiración se aceleraba.

 

A cierta distancia de pronto se escuchó dos voces resonando por el corredor de la sala causando ecos al paso, de manera que se acercaban cada vez más y más a la habitación donde estaba. Los golpes a todas las habitaciones aledañas también empezaron a resonar con mucha fuerza y se empezó a escuchar a un hombre gritar.

 

— ¡¡¡Eres tú!!! - decía con impetuosidad.

Quienes fueran, estaban buscando algo con mucho interés… estaban más próximos y el corazón de Iza se sentía con algo de taquicardia.

— Ya basta Gabriel, las personas que están aquí tienen que estar tranquilas - regañó Lisa.

— No es mi culpa, tenemos que encontrar a Iza.

— Y ¿Por eso tienes que entrar a cada sala sacudiendo a muchachos flacuchentos con cabellos tupidos pensando que es él?

— Tampoco es mi culpa que Iza no se peine, además esos enfermos si eran parecidos - respondió Gabriel con ímpetu.

— ¿Gabriel? ¿Lisa? ¿son ustedes? - gritó Iza devolviendo su alma al cuerpo - ¿flacuchento de cabello tupido y enfermo? - se preguntó al escucharlos.

 

Los amigos se dirigieron con apuro a dónde provenía la voz que los llamaba.

 

Cuando entraron finalmente a la habitación correcta, Lisa con lágrimas en los ojos, vio a Iza y se aproximó rápidamente abrazándolo sin contenerse al igual que Gabriel. Lo abrazaron tan fuerte, que suscitaron un pequeño grito por asfixia y un poco por el dolor.

 

Después del emotivo encuentro, Lisa y Gabriel se sentaron en un pequeño sofá que había cerca a la cama y empezaron a hablar, era claro que ambos querían saber qué había pasado y anticipándose a los hechos, Iza ya había mejorado y practicado la versión con los policías que había inventado sobre lo sucedido.

— Cuando les dije a Rick y Omar que ya volvía, no fue porque me dio hambre, en realidad fue porque había escuchado un ruido en mi cocina, fui a ver que era y encontré la puerta de vidrio que da al balcón abierto y pensé que el viento había tirado algo, después de eso no vi nada fuera de lo normal. Como no había nada, volví a mi habitación para continuar distrayéndome con mi computadora, pero cuando ya estaba a medio camino, vi a un tipo encapuchado enorme en la sombra y antes de que pudiera atacarlo o algo, me agarró del cuello, me amenazó de que si gritaba me mataría, entonces me calme supuestamente y con toda mi fuerza le pisé uno de sus pies… pero no lo suficiente como para evitar que me golpeara en la cara. Me caí y el ladrón pensó que con eso me había dejado inconsciente, pero a lo que avanzó un poco, me levanté rápido acercándome lo bastante para tirarle una buena patada, bien en el centro de la espalda. Una vez en el suelo empecé a darle uno que otro puñete a su cara, pero de tanta adrenalina no me di cuenta y golpeé el piso tan duro que creo que me rompí uno de mis dedos y de eso, él tomó ventaja y me volvió a golpear, caí a un lado y en consecuencia, me alzó dándome un par de puñetes en el estómago, yo me quede sin aire con el primer puñetazo y como él era más fuerte y grande, me agarró y me tiró con todas sus fuerzas a la pared de la sala, eso la rajó provocando que cayeran escombros inclusive del techo y ahí me desmaye… bueno al final creo que de tanto ruido el ladrón escapó por el balcón más que seguro.

 

Ambos miraban a Iza con asombro mientras escuchaban tal historia.

 

— ¿Pero no pudiste verle la cara del asaltante? - preguntó Gabriel con interés.

— Si traté, pero no pude…y bueno…al menos no me robaron la computadora…- respondió Iza haciendo su mal chiste.

— ¡Eso no es gracioso! te pudo matar. ¡Ah! y cuando te den de alta agradécele a Yleria, porque no te hubiéramos encontrado si ella no hubiera sido tan insistente – comentó Lisa seria.

— ¿En serio? ¿por qué? 

— Nosotros pensamos que faltaste como siempre, pero ella seguía insistiendo en venir a verte para saber si estabas bien - contó Lisa

— ¿Yleria hizo eso? – volvió a preguntar Iza algo sonrojado.

— Que si… yo ya me quería ir, me dolía mi panza de tanto helado que tomé, quería llegar a mi casa ya sabes… a sacar lo malo, pero de no ser por el ruido que hiciste, hoy no habría Iza - respondió Gabriel entre risas.

— ¡NO BROMEES ASÍ GABRIEL! y además no queremos saber lo que le sucede a tu cuerpo cuando tomas helado – vociferó Lisa.

 

Los tres se mataron de risa de los comentarios absurdos que hacía Gabriel, cuando de repente escucharon por el parlante del hospital que la enfermera decía que el tiempo de visitas había terminado.

 

— Iza ¿te dijeron cuándo saldrás de aquí? - preguntó Lisa poco antes de salir de la habitación.

— Si, posiblemente Mañana.

— Si no sales mañana de todos modos trataremos de volver – dijo Gabriel.

 

Dejando a Iza con una sonrisa por la visita y con un mejor semblante que cuando ingresó, se despidieron, dejándole unas galletas que le habían comprado, Lisa cerró su cortina y se fueron… la verdad que la compañía de ellos era algo que lo relajaba de cierta manera.

 

Después de la visita de sus amigos, Iza deseaba con ansias su cena, pero mientras esperaba no pudo evitar pensar de nuevo en el hombre de túnica que quería que lo buscara.

Pasó un momento más y de golpe notó que su cortina estaba entrecerrada (lo que le pareció extraño por que recordó que Lisa antes de que se fueran la había cerrado por completo), se levantó a duras penas debido al vendaje, para asegurarla y cuando dio la vuelta para caminar hacia su cama, sintió como los pelos de su cuello se erizaron, una brisa helada le sopló en toda su cabeza, de manera que volteó rápidamente y vio una sombra del otro lado de la cortina (según él era el único paciente de la habitación). Esta vez armado de valor la abrió rápidamente para enfrentarse a lo que fuera sin pensarlo dos veces, no obstante, no era más que la chica que traía la comida.

 

La señorita con el carrito de comida casi tuvo un infartó por la reacción de Iza y lo miró como desconcertada.

 

— Ehh ¿estás bien muchacho? - preguntó.

— Lo siento es que cuando estoy por cenar me dan ataques de emoción, disculpe.