Tokio, distrito de Shinjuku, frente a una tienda de conveniencia Lawson.
Zeyama Haruto cerró su paraguas mientras miraba con disgusto el bajo de sus pantalones, empapado por la lluvia.
El clima, tan impredecible como siempre, no era de su agrado. Sin embargo, se felicitó por haber tenido la previsión de traer un paraguas consigo. De lo contrario, habría tenido que darse una ducha completa al llegar a casa.
No sabía si seguiría lloviendo más tarde, pero por precaución decidió que lo mejor sería comprar rápidamente lo que necesitaba y volver a casa. Dejó el paraguas en el soporte de la entrada y abrió la puerta de la tienda.
"Bienvenida..."
El empleado de la tienda, con aspecto poco amistoso y completamente desanimado, le dio una bienvenida carente de entusiasmo.
Haruto ya estaba acostumbrado a ese tipo de saludo. Era tarde y la lluvia había reducido el flujo de clientes. La monotonía del trabajo parecía haber agotado al dependiente. Sin embargo, las normas sociales japonesas exigían cortesía en todo momento. Incluso en su estado de apatía, el trabajador se esforzaba por mostrar respeto.
Mientras Haruto caminaba hacia el refrigerador para tomar una bebida, una línea de texto flotó ante sus ojos:
"Los ricos lamentan las penurias de la vida mientras derraman lágrimas de cocodrilo, mientras que los pobres, para sobrevivir, toman decisiones de las que pueden arrepentirse para siempre".
Se quedó helado al leer esto. Miró a su alrededor, pensando que alguien le había dejado un mensaje en algún lugar cercano, pero las palabras aún eran visibles en el aire.
¿Un sistema de energía de estilo novedoso?, pensó, entrecerrando ligeramente los ojos.
No pudo evitar reírse para sí mismo. Había trabajado duro por su cuenta para ser admitido en la Universidad de Tokio. Ahora que estaba listo para forjarse un futuro como escritor, este "sistema" parecía haber llegado demasiado tarde para serle de alguna utilidad.
Pero justo cuando estaba a punto de reanudar sus compras, aparecieron ante él nuevas líneas de texto:
"Cuando consideras algo un tesoro, inevitablemente tratas las demás cosas como si fueran meros desechos".
"Así como no hay dos flores exactamente iguales, lo mismo ocurre con las personas. Aunque parezcan idénticas, esconden secretos en su interior, como esa chica llamada Miyazawa Maki, con la que alguna vez estuviste conectado".
-¿Miyazawa Maki?
El nombre le sonaba familiar. Era la hermana menor de su exnovia, Miyazawa Mana, y ambas eran gemelas. Haruno había salido con Mana durante la secundaria, pero su relación terminó antes de que él comenzara la universidad.
Maki, la hermana menor, era todo lo contrario a su hermana en cuanto a carácter. Era reservada, distante y prefería mantener la distancia. Siempre había sido fría con él, lo que provocó que Haruno dejara de prestarle atención con el tiempo.
Sin embargo, las siguientes líneas que aparecieron le hicieron fruncir el ceño:
"Miyazawa Maki, que posee un rostro casi idéntico al de su hermana, ha tenido un destino completamente diferente. Creció bajo la sombra de su hermana, enfrentándose a una presión constante hasta que finalmente se rindió. Hoy, después de abandonar la escuela y enfrentarse a problemas familiares, la han echado de su casa. Ahora vaga por las calles, sin ningún lugar al que ir".
"Por casualidad, usted conoce su situación y, además, por casualidad, vive justo al lado de ella".
El sistema ofrecía una recompensa de 50.000 yenes si ayudaba a Maki, pero Haruno no estaba seguro de qué hacer. Su lógica le decía que no era su responsabilidad, pero su corazón no podía ignorar la idea de dejar a una jovencita vagando por las peligrosas calles de Shinjuku.
Finalmente decidió buscarla.
Haruto salió de la tienda y, bajo la lluvia, se dirigió hacia un callejón oscuro cerca de Kabukicho, conocido por su mala reputación. Miró a su alrededor, pasando por grupos de chicas con maquillaje exagerado y adolescentes con problemas, hasta que en un rincón oscuro vio a alguien que coincidía con la descripción de Maki.
Su ropa estaba mojada por la lluvia, adherida a su delgada figura, y sus ojos, fríos y distantes, parecían observar todo y nada al mismo tiempo.
"Así que es ella... Miyazawa Maki", pensó Haruto mientras suspiraba para sí mismo.