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GUARDIANES

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Synopsis
La historia se sitúa en Eridoria, un reino de contrastes y belleza, donde la capital, Eldrid, destaca por su vibrante vida cultural y su entorno natural. los Guardianes, valientes guerreros, son los protectores de la paz. En un mundo donde el amor y la bondad son poderes tan poderosos como temidos, un ser oscuro se alza y arrebata el don de amar a su víctima, sumiendo su corazón en la desesperación. Con su linaje extinto y su razón para luchar desvanecida, nuestro protagonista se enfrenta a la cruda realidad: la historia que siempre le contaron está plagada de mentiras. A medida que desentierra secretos y confronta la verdad oculta, descubrirá que la oscuridad que lo rodea es más profunda y aterradora de lo que jamás imaginó. ¿Podrá encontrar la fuerza para renacer del abismo y desafiar su destino? Eryndor, un joven herrero de 19 años, vive en Eldrid,quien con su mejor amigo Arin. movidos por la curiosidad y el deseo de descubrir algo extraordinario,descubren un libro antiguo con símbolos extraños. Al tocar el libro, desatan una serie de eventos que los sumergen en la oscuridad, marcando el inicio de una serie de cambios y aventuras que alterarán sus vidas para siempre.
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Chapter 1 - El descubrimiento

ERIDORIA

En el corazón de un valle escondido, rodeado de montañas majestuosas que tocaban el cielo y ríos cristalinos que cantaban canciones antiguas, se encontraba Eridoria, un reino de ensueño donde la magia y la naturaleza se entrelazaban en armonía perfecta. Sus campos verdes y dorados se extendían hacia el horizonte, salpicados de flores silvestres que perfumaban el aire con su dulce aroma y llenaban el corazón de sus habitantes de alegría y esperanza. Los bosques de Eridoria, llenos de secretos y leyendas, susurraban historias de antiguos héroes y dioses olvidados, cuyas hazañas habían dejado una huella indeleble en la historia del reino.

Los habitantes de Eridoria los eridianos vivían en paz y armonía, bendecidos por la protección de los siete Guardianes, héroes legendarios que habían jurado defender el reino de cualquier amenaza. Estos defensores de la luz eran venerados como dioses, y su nombre era pronunciado con reverencia en todos los rincones del reino. Estatuas y templos se erigieron en su honor, y oraciones y sacrificios se ofrecieron para asegurar su protección y bendición.

Bajo la superficie de esta belleza aparente, una sombra siniestra y ominosa se agitaba en las profundidades, esperando el momento perfecto para emerger y desatar su furia sobre el reino. Ahora, el mal conocido como Asbeel, un ser oscuro y corrupto que había sido uno de los siete Guardianes, consumido por el poder y la ambición, comenzaba a extender sus oscuros y temibles brazos de destrucción, amenazando con destruir la paz, la armonía y la luz de Eridoria. Su presencia era un secreto a voces, un susurro que se escuchaba en las sombras, un eco que resonaba en el corazón de los mortales, y su poder crecía con cada paso que daba hacia la luz, como una marea oscura y devastadora que se elevaba para engullir todo a su paso, dejando atrás un rastro de destrucción y desolación.

Eryndor y Arin, dos amigos inseparables desde la infancia, caminaban por las calles empedradas de eldrid cumpliendo con sus deberes diarios.

Arin es un joven de 18 años con una complexión robusta, cabello castaño oscuro, ligeramente despeinado, y unos ojos marrones. Eryndor, un joven de 19 años con cabello rubio y ojos verdes, siempre había sentido una profunda admiración por los siete Guardianes que protegían Eridoria.

"Arin, ¿crees que algún día podremos ser como ellos?" preguntó Eryndor, soñador.

Arin se rió. "¿Tú? Un Guardián? ¡Eso es como pedirle a un gato que haga trucos de magia!"

Eryndor sonrió. "Hey, no subestimes mis habilidades. Puedo hacer un excelente truco de desaparición... de mi habitación."

Mientras caminaban, Arin señaló hacia una calle lateral. "Eryndor, ¿has visto eso?"

Eryndor siguió la mirada de su amigo y vio una estructura antigua y deteriorada que parecía una biblioteca. La fachada estaba cubierta de hiedra y las ventanas estaban empañadas por el polvo.

"¿Qué es esto?" preguntó Eryndor, acercándose a la entrada. "¿Un refugio para murciélagos?"

Arin se encogió de hombros. "No sé, pero espero que no estén dentro."

Eryndor empujó la puerta y entró en la biblioteca. El aire estaba lleno de polvo y el olor a papel antiguo. Las estanterías estaban repletas de libros y manuscritos que parecían tener siglos de antigüedad.

"Este lugar es increíble", dijo Eryndor, explorando las estanterías. "¡Mira! Un libro sobre la historia de los calcetines!"

Arin se sentó en una mesa, mirando a su alrededor con desinterés. "No entiendo por qué te fascina tanto esto. Es solo polvo y papel viejo."

Eryndor sonrió. "Porque aquí hay secretos y historias que nadie conoce. Y quién sabe, tal vez encuentre un truco de magia para hacer desaparecer mi deuda con el panadero."

De repente, Eryndor se detuvo frente a una estantería y miró un libro con una cubierta de cuero negro. El título estaba grabado en letras doradas: "La Caída de los Guardianes".

Eryndor sintió un escalofrío recorrer su espalda.

"¿Qué es esto?" preguntó Arin, acercándose a Eryndor.

"Un libro sobre la Caída de los Guardianes", respondió Eryndor, con los ojos fijos en la cubierta.

"¿Y qué hay de interesante en eso?" preguntó Arin, escéptico.

"No lo sé, pero siento que hay algo importante aquí", dijo Eryndor, abriendo el libro.

"¿Y si es solo un montón de historias viejas?" preguntó Arin.

"Entonces será un montón de historias viejas interesantes", respondió Eryndor, sonriendo.

"¿Crees que los Guardianes realmente existieron?" preguntó Arin, mirando a su alrededor con curiosidad.

"Por supuesto que sí", respondió Eryndor, sin dudarlo. "Mi abuelo solía contarme historias sobre ellos."

"¿Y qué pasó con ellos?" preguntó Arin, acercándose más.

"No lo sé, pero espero que este libro me lo diga", dijo Eryndor, sumergiéndose en la lectura.

"¿Qué pasa?" preguntó Arin, notando que Eryndor se había detenido en una página.

"Este libro... le falta una sección", dijo Eryndor, confundido.

"¿Qué quieres decir?" preguntó Arin, acercándose a ver.

"Esta página está incompleta", dijo Eryndor, mostrando la página. "Solo hay una frase: 'El Ojo de...'.

"¿El Ojo de qué?" preguntó Arin, curioso.

"No lo sé", respondió Eryndor, frunciendo el ceño. "La página está dañada."

"¿Crees que es importante?" preguntó Arin.

"No lo sé, pero siento que sí", dijo Eryndor, con una sensación de inquietud.

"¿Y si es un rompecabezas?" sugirió Arin.

"Me siento como si estuviera al borde de algo", dijo Eryndor, con una mirada intensa. "Pero ¿qué es?"

Eryndor se sumergió en sus pensamientos, intentando descifrar el misterio de la frase "El Ojo de...". Arin, por su parte, se paseaba por la habitación, intentando encontrar alguna pista que les ayudara a avanzar en su investigación.

De repente, se escuchó un ruido extraño en la biblioteca, como si alguien hubiera cerrado una puerta con fuerza. Eryndor y Arin se miraron entre sí, sorprendidos y un poco alarmados.

"¿Qué fue eso?" preguntó Arin, bajando la voz y acercándose a Eryndor.

"No lo sé", respondió Eryndor, con una mirada de preocupación. "Pero creo que debemos irnos. Ahora."

Arin asintió y juntos recogieron sus cosas. Al salir de la habitación, notaron que la biblioteca estaba vacía y en silencio. La atmósfera parecía tensa y llena de anticipación.

"Algo no está bien", dijo Arin, mirando alrededor con una sensación de inquietud.

"Vámonos", insistió Eryndor, guiando a Arin hacia la salida con una sensación de urgencia.

Al salir de la biblioteca, se encontraron con un cielo que parecía haberse vuelto loco. Las nubes oscuras se habían congregado, y la lluvia caía con una intensidad que parecía querer borrar todo a su paso. El viento aullaba como un animal herido, y los árboles crujían y se doblaban bajo su fuerza.

"¿Qué pasa?" preguntó Arin, mirando al cielo con una mezcla de miedo y asombro.

"Creo que deberíamos regresar a nuestras casas", respondió Eryndor, ajustando su capa para protegerse de la lluvia y mirando alrededor con precaución.

Arin asintió y comenzó a caminar junto a Eryndor, pero de repente se detuvo. "Eryndor, ¿qué pasa con el libro?" preguntó con una nota de curiosidad.

Eryndor se miró la mano y sonrió ligeramente. "Lo traje conmigo", dijo.

Arin frunció el ceño. "¿Por qué?" preguntó con una nota de sospecha.

Eryndor no respondió, simplemente siguió caminando bajo la lluvia torrencial, con el libro firmemente sujeto en su mano.

Arin siguió caminando junto a Eryndor, pero no podía sacudirse la sensación de que algo estaba mal. La lluvia no parecía disminuir, y el viento seguía aullando con una intensidad que hacía difícil oír cualquier otra cosa.

"¿Dónde vamos?" gritó Arin por encima del ruido de la lluvia.

"Mi casa está cerca", respondió Eryndor, señalando hacia una dirección.

Arin asintió y siguió a Eryndor, preguntándose qué haría su amigo con el libro. ¿Por qué lo había traído consigo?

Después de unos minutos de caminar, llegaron a una pequeña casa en las afueras del pueblo. Eryndor abrió la puerta y entró, con Arin detrás de él.

"¡Eryndor! ¡Gracias a los dioses que estás bien!", exclamó una voz desde el interior de la casa.

Eryndor sonrió y se acercó a su abuelo, quien estaba sentado en una silla junto al fuego. "Abuelo, no te preocupes. Estoy bien", dijo.

"¿Y Arin? ¿Está contigo?", preguntó el abuelo, mirando hacia Arin.

"Sí, estoy aquí", respondió Arin, acercándose al fuego para calentarse.

"Me alegra que estén bien", dijo el abuelo, suspirando aliviado. "Este clima es terrible. No he visto nada como esto en años."

Eryndor y Arin se secaban junto al fuego, mientras el abuelo de Eryndor les preguntaba sobre su día con una mirada curiosa.

"¿Dónde han estado?", preguntó el abuelo, inclinándose hacia adelante en su silla.

"En la biblioteca", respondió Eryndor, sonriendo ligeramente.

El abuelo frunció el ceño, sorprendido. "He pasado muchos años en este pueblo y no recuerdo haber visto una biblioteca por aqui."

Eryndor se acercó a la mesa y tomó el libro. "Es un libro que encontramos allí", dijo, acercándoselo a su abuelo.

El abuelo lo tomó y comenzó a ojearlo con una mirada intensa. Cuando llegó a la sección dañada, se detuvo bruscamente y se puso morado.

"¿Qué pasa, abuelo?", preguntó Eryndor, preocupado por la reacción de su abuelo.

Pero el abuelo no respondió. Simplemente tomó el libro y lo arrojó al fuego con un movimiento rápido.

"¡Abuelo, qué haces!", exclamó Eryndor, intentando salvar el libro, pero era demasiado tarde. El libro se consumía rápidamente en las llamas.

"No es un libro para ti, Eryndor", dijo el abuelo, mirándolo con una expresión seria y preocupada. "Es mejor que olvides que lo viste".

momentos despues, la tormenta que había estado azotando el pueblo pareció calmarse. El viento disminuyó y la lluvia se convirtió en un suave chaparrón. Arin se levantó de su silla.

"Creo que es hora de que me vaya", dijo, mirando hacia la ventana. "La tormenta parece haber pasado".

Eryndor se levantó y lo acompañó hasta la puerta. "Gracias por estar aquí, Arin", dijo.

Arin sonrió. "No hay problema, amigo. Pero ¿estás bien? Tu abuelo parece... preocupado. Y espero que no te queme la casa también, porque entonces sí que tendrás un problema."

Eryndor se rió.

Arin se despidió de Eryndor y su abuelo. Cuando salió de la casa, la noche parecía más tranquila.

Eryndor, con la mente aún revuelta, se retiró a su cuarto y se recostó en su cama. Los ojos cansados, comenzaron a cerrarse, pero su mente seguía preguntando: ¿qué secreto ocultaba ese libro? ¿Por qué su abuelo había reaccionado de esa manera? Finalmente, el sueño lo venció, dejando sus preguntas sin respuesta, por ahora.

Mientras dormía, una pesadilla se apoderó de sus sueños, sumergiéndolos en un abismo de sombras y misterio. El corazón latiendo a toda velocidad, Eryndor se despertó de golpe, como si una mano invisible lo hubiera sacudido de su letargo.

"¿Qué pasó?", se preguntó a sí mismo, intentando recuperar el aliento.

Pero no fue solo la pesadilla lo que lo despertó, sino también unos sonidos extraños que parecían llamarlo desde la oscuridad, pronunciando palabras ininteligibles: "Zhra'gha... Xeridia... Eryndor...".

"¿Quién está ahí?", ¿Abuelo? preguntó Eryndor, mirando a su alrededor, pero no vio a nadie.

La curiosidad, mezclada con un toque de miedo, lo impulsó a investigar. Se levantó de la cama y siguió los sonidos extraños, que lo llevaron hasta la chimenea, donde se encontraban los restos del libro quemado.

"¿Qué es esto?", se preguntó, viendo algo brillar débilmente entre las cenizas.

Al examinarlo, vio que era una hoja del libro, milagrosamente intacta.

"¿Cómo es posible?",

Al examinar la hoja, vio que contenía el dibujo de un artefacto extraño, con trazos y líneas que parecían formar un fragmento de un mapa.

"Voy a descubrir qué escondes", dijo, mirando la hoja con determinación. "Y voy a seguir este mapa, dondequiera que me lleve".