Chereads / The Crimson Oni Mask / Chapter 20 - Capítulo 19 - La secta del Destino

Chapter 20 - Capítulo 19 - La secta del Destino

La escena era un caos incluso antes de que Farid llegara. Las tensiones en la posada se habían intensificado desde el incidente en el gremio, pero nada me preparó para lo que estaba por suceder.

 Farid irrumpió en la sala, jadeando, su rostro pálido y sus ojos reflejando un trauma profundo, como si hubiera visto los horrores de un infierno del que no pudo escapar.

("Farid"): — ¡Tenemos graves problemas! 

su voz tembló mientras luchaba por mantenerse firme, y por un momento pensé que colapsaría allí mismo.

Nos acercamos rápidamente. Mika lo sujetó por los hombros, tratando de estabilizarlo. Pero el horror en su mirada no desaparecía.

("Farid"): — Robaron... los Trazos del Destino... y el Trono del Artista.

Mi respiración se detuvo.

("Juske"): — ("¿Qué...? ¿Cómo...?")

("Farid"): — 6 magos... encapuchados. Usaban magia de pintura, pero era diferente. Oscura. Corrupta. Asesinaron a todos los guardias del ayuntamiento sin piedad.

Farid se desplomó en una silla cercana, con las manos temblando mientras las palabras apenas salían de su boca.

("Farid"): — Intenté... Ivaris Zalevsky intentó protegernos, a Isha y a mí. Pero... 

— hizo una pausa, su voz se rompió— solo pude ver cómo lo mutilaban en pedazos. No pude hacer nada... ¡Nada!

Su voz se alzó, llena de dolor y desesperación.

("Farid"): — Y luego secuestraron a Isha. El encapuchado del medio la tomó...

Mi cabeza daba vueltas. Ivaris. Él era... no lo conocía bien, pero había sido amable conmigo. El era un gran sujeto... se le veía en la cara.

("Juske"): — ("Esto es malo. Muy malo. ¿Cómo pudo pasar esto...?")

Farid se agarró el cabello, los ojos enrojecidos, mientras continuaba hablando.

("Farid"): — Ahora... ahora hay monstruos de pintura atacando a las personas en las calles. Están siendo asesinadas. ¡Puedo oír los gritos ahora mismo!

Sus palabras fueron interrumpidas por un ataque de pánico que lo dejó respirando con dificultad. Su cuerpo temblaba incontrolablemente.

("Farid"): — No pude hacer nada... Casi terminé muriendo. 

 Mika intentó calmarlo, susurrándole palabras tranquilizadoras, aunque era evidente que ella misma estaba profundamente afectada.

Scarlett permaneció en silencio, la expresión sombría en su rostro mostrando una mezcla de preocupación y rabia.

("Farid"): — Ellos... quieren reiniciar el universo. Cambiar la historia y el destino de todos. Están en la Gran Torre, esperando la luna llena para iniciar el rito.

Me quedé helado. Reiniciar el universo. Era más que una amenaza; era un peligro que podría consumir todo lo que conocíamos.

("Juske"): — ("Esto es mucho peor de lo que esperaba. Primero fue la Reina Demonio, y ahora esto...")

Los aventureros del gremio que estaban cerca comenzaron a correr hacia el exterior, alarmados por lo que acababan de escuchar.

 Farid, por su parte, se puso de cuclillas, apretando las manos contra sus sienes mientras se culpaba en silencio.

("Farid"): — Todo esto es mi culpa... No pude hacer nada.

Por un momento, el silencio en la sala se volvió insoportable. Solo los sonidos lejanos de los gritos y las explosiones de la ciudad rompían el aire.

Scarlett se giró hacia mí, su voz llena de desesperación.

("Scarlett"): — Juske, ¿qué haremos ahora?

No respondí de inmediato. Mi mente estaba inundada de pensamientos caóticos. Había tanto en juego, tantas vidas colgando de un hilo. 

Pero a la vez , parte de mí decía que tenía que intentar hacer algo. Pero esta vez no es un solo país lo que corre peligro, es todo el universo y la historia completa. 

("Juske"): — ("No importa cuán abrumador sea esto. No puedo retroceder ahora. Si lo hago, todo estará perdido.")

Eso fue lo que me dije a mi mismo en la cabeza, aún sabiendo de que parte de mí de mi estaba negando esa intención mía.

Miré a Farid, quien seguía en el suelo, temblando. Mika intentaba consolarlo, pero el trauma en sus ojos no desaparecía.

 Cada palabra que había dicho seguía rondando en mi cabeza. El profesor Ivaris Zalevsky... muerto. 

Isha, secuestrada. 6 magos encapuchados con una magia oscura que superaba todo lo que habíamos visto antes. La situación era mucho peor de lo que habíamos imaginado.

("Juske"): — ("No puedo quedarme aquí. Si esos tipos realmente quieren reiniciar el universo y toda la historia, no podemos perder el tiempo. Pero... Isha...")

Pensé en ella, en lo que debía estar sintiendo en este momento. Su padre había muerto frente a sus ojos, y ahora estaba en manos de esos monstruos. No podía imaginar el dolor que debía estar soportando.

Me levanté de la silla, decidido.

("Juske"): — Vamos a ir tras ellos. No voy a dejar que esto termine así.

Scarlett se puso de pie junto a mí, con una expresión seria.

("Scarlett"): — Si vas, yo también voy. No te voy a dejar solo en esto. Mika se quedará con Farid.

Mika me miró preocupada, pero asintió en silencio. Farid necesitaba su ayuda. Él no estaba en condiciones de seguirnos.

("Juske"): — ("Es ahora o nunca.")

Scarlett y yo salimos de la posada y lo que vimos me dejó sin palabras. La ciudad de Lyrenis, antes llena de arte, colores y vida, ahora era un campo de caos y sangre. 

Los monstruos de pintura, criaturas grotescas nacidas de la magia oscura de esos magos, corrían por las calles, persiguiendo y masacrando a los habitantes. 

Las hermosas calles que alguna vez parecían un lienzo viviente ahora estaban teñidas de rojo.

("Scarlett"): — Maldita sea... esto es un infierno.

No había tiempo para lamentaciones. Una criatura de pintura, una figura amorfa con múltiples brazos, nos atacó sin previo aviso.

("Scarlett"): — ¡Cuidado!

Salté hacia un lado y desenvainé mi espada. Scarlett cargó hacia el monstruo con su enorme hacha, cortando uno de sus brazos de un solo golpe.

("Juske"): — ("Estos monstruos no son normales. Cada uno de sus movimientos parece impredecible.")

Me lancé hacia adelante y, con un movimiento rápido, atravesé el núcleo del monstruo. La criatura se deshizo en un charco de pintura oscura que se esparció por el suelo.

("Scarlett"): — No podemos perder tiempo aquí. Si nos detenemos a luchar contra cada uno de estos, nunca llegaremos a la torre.

Asentí. Tenía razón.

Mientras corríamos por las calles destruidas, el caos a nuestro alrededor era insoportable.

 Los gritos de los habitantes resonaban por todas partes, y el olor a pintura mágica mezclada con sangre llenaba el aire.

("Juske"): — ("Esto es mucho peor de lo que pensé. ¿Cómo llegamos a esto...?")

Mientras tanto, en otro lugar...

Aurelius observaba el destrozo que la Reina Demonio, Sasha, había causado en los bosques. 

Frente a él, los árboles y la vegetación yacían arrasados, como si una ola de destrucción se hubiera llevado toda la vida en aquel lugar.

 Pero él no parecía preocupado. Con una calma abrumadora, levantó su mano y, con un simple chasquido, el paisaje comenzó a transformarse.

Incontables árboles volvieron a alzarse, la vegetación creció rápidamente, y el aire se llenó del aroma fresco de un bosque recién nacido. La destrucción desapareció como si nunca hubiera existido.

 

("Aurelius"): — ("Como nuevo.")

Antes de que alguien pudiera notar su presencia, su cuerpo comenzó a desvanecerse, rodeado por un brillo dorado que se dispersó como polvo en el aire.

De vuelta en Lyrenis...

Seguimos avanzando, cortando y esquivando a las criaturas que nos salían al paso. Las calles estaban llenas de cuerpos y pintura derramada. Scarlett se detuvo un momento, respirando agitadamente.

("Scarlett"): — No podemos seguir así por mucho tiempo. Necesitamos una forma de llegar a la torre más rápido.

("Juske"): — Lo sé, pero no tenemos otra opción. Si esos magos comienzan su rito, será el fin de todo.

Scarlett apretó los dientes y asintió, levantando su hacha con fuerza.

("Scarlett"): — Entonces sigamos. Si vamos a salvar a Isha y evitar que destruyan todo, debemos llegar antes de la luna llena.

Sin decir nada más, continuamos corriendo hacia la Gran Torre, mientras el caos de Lyrenis se desataba a nuestro alrededor. El destino de todos pendía de un hilo. 

Corríamos a toda velocidad por las calles, o lo que quedaba de ellas. Los monstruos de pintura seguían apareciendo sin descanso, figuras amorfas y grotescas que cobraban vida gracias a esa magia oscura. No teníamos otra opción más que abrirnos paso a la fuerza.

("Scarlett"): — ¡Cuidado!

Una criatura que parecía una serpiente gigantesca, formada por pinceladas de pintura negra, se lanzó hacia mí. Scarlett, sin perder un segundo, invocó sus llamas. Una oleada de fuego ardiente envolvió a la criatura, consumiéndola por completo.

("Scarlett"): — ¡No dejes de moverte, Juske!

Mientras ella se encargaba de las criaturas con su fuego, yo concentré el flujo de maná en mis manos y disparé ráfagas de energía contra los monstruos que nos atacaban desde los lados. Sentía cómo el maná fluía de manera más precisa que antes.

("Juske"): — ("Definitivamente valió la pena haber entrenado tanto. Si no lo hubiera hecho, no estaríamos sobreviviendo a esto.")

Seguimos avanzando hasta que, finalmente, llegamos a la zona donde se encontraba la Gran Torre. La enorme estructura rasgaba el cielo, imponente y envuelta en un aire oscuro que parecía distorsionar el entorno a su alrededor. Sin embargo, lo que nos detuvo en seco fue el estado de la ciudad a su alrededor.

Las calles estaban en ruinas, edificios destruidos y escombros por todas partes. Los gritos de los habitantes resonaban, pero, afortunadamente, no todo estaba perdido. Vimos a un grupo de guardias ayudando a los ciudadanos a escapar, mientras varios magos Artísticos se desplegaban por el área.

Algunos de ellos sostenían pinceles que brillaban con un aura mágica, sus varitas especiales, mientras que otros llegaban volando en escobas, enviando refuerzos del gobernador. Por un momento, pensé que, tal vez, las cosas podrían mejorar.

("Juske"): — ("Si logramos unir fuerzas con ellos, tendremos una oportunidad...")

Pero entonces, algo pasó.

Desde lo alto de uno de los edificios en ruinas, un encapuchado apareció de repente. Su presencia era inquietante, y una sensación extraña recorrió mi cuerpo. Los magos y guardias que lo rodeaban apuntaron sus armas hacia él.

("Scarlett"): — Juske, algo anda mal...

Antes de que pudiera responderle, el encapuchado levantó su pincel, y con un solo trazo en el aire, dibujó un cuadro que retrataba a todos los guardias y magos que lo rodeaban.

("Juske"): — ¿Qué está haciendo...?

En cuanto terminó el trazo, marcó el cuadro con un movimiento rápido de su pincel. Y, en un instante, todos los que estaban en el cuadro... fueron cortados a la mitad.

("Juske"): — ¡NOOOOOOO!

Todo ocurrió como en cámara lenta frente a mis ojos. La sangre se derramó, los cuerpos se desplomaron, y yo me quedé paralizado, incapaz de reaccionar. Scarlett, viendo lo que estaba a punto de suceder, me tomó del brazo y retrocedió conmigo.

("Scarlett"): — ¡¿Debe ser uno de esos encapuchados?!

Estaba tan sorprendida como yo. Con un solo trazo en un cuadro, ese encapuchado había masacrado a todos los que estaban cerca de él. No había piedad, solo una precisión mortal y fría en cada uno de sus movimientos.

("Juske"): — Los cortó sin piedad.

("Scarlett"): — ("No puede ser... ¿Cómo enfrentamos algo así?")

Mi respiración se aceleró, la frustración y la impotencia se apoderaron de mí. No podía creer lo que acababa de presenciar.

("Juske"): — ("Este tipo de magia... es demasiado. Si no hacemos algo, todos...")

Apreté los dientes con fuerza. No sabía cómo íbamos a enfrentarlo, pero algo tenía claro: no podía quedarme de brazos cruzados. Si ese encapuchado completaba el ritual en la Gran Torre, todo estaría perdido.

("Scarlett"): — Juske, ¿qué hacemos ahora...?

La Oni estaba preocupada, y con razón. No solo estábamos enfrentando a enemigos que usaban una magia que nunca habíamos visto, sino que también estábamos viendo cómo la ciudad se desmoronaba a nuestro alrededor. No podíamos detenernos ahora.

("Juske"): — Vamos. No tenemos otra opción. Debemos detenerlos antes de que sea demasiado tarde.

("Scarlett"): — Espero que sepas lo que haces...

El encapuchado de bata morada permanecía inmóvil, con una calma inquietante.

 Sus ojos eran fríos y atentos, como los de un depredador esperando el momento exacto para atacar. Scarlett y yo observábamos, intentando pensar en una manera de enfrentarlo.

("Juske"): — ("Tiene que haber un punto débil... No puedo arriesgarme sin entender bien cómo funciona su magia.")

Mientras pensaba, tomé una piedra del suelo y, sin meditar demasiado, la lancé directamente hacia él. 

La roca apenas había recorrido unos metros cuando fue cortada en incontables pedazos, convirtiéndose en polvo que el viento dispersó rápidamente en pocos segundos.

Scarlett frunció el ceño, visiblemente preocupada.

("Scarlett"): — Necesitamos un plan... No podemos quedarnos aquí.

Sin responderle, lancé varias piedras al aire, buscando una reacción diferente, pero el resultado fue el mismo.

 Los reflejos del encapuchado eran increíblemente rápidos, y parecía dispuesto a no dejar que nada se acercara a él.

("Scarlett"): — Es fiel a su misión... No dejará que nadie pase. Pero, ¿por qué no nos ataca directamente justo ahora?

La pregunta de Scarlett resonaba en mi mente mientras seguía observando al encapuchado. Fue entonces cuando todo encajó.

("Juske"): — Ya creo entender lo que pasa.

Me puse la Máscara Carmesí, sintiendo cómo el poder comenzaba a recorrer mi cuerpo.

("Scarlett"): Oye... ¿que harás?

("Juske"): — Su magia funciona solo cuando dibuja algo visible para sus ojos. Por eso sus cortes son tan precisos. Sus reflejos son tan rápidos que puede reaccionar antes de que cualquier cosa llegue a él.

Scarlett me miró confundida.

("Scarlett"): — ¿Y qué piensas hacer...?

Antes de responderle, el aura de la Máscara Carmesí se expandió a mi alrededor. Descargas de energía eléctrica comenzaron a envolver mi cuerpo, y de mi frente surgieron dos finos cuernos rojos.

 Mi cabello cambió de color, tornándose blanco plateado, y mi expresión se endureció. Podía sentir el poder de la máscara fusionado con el mío, y por primera vez, Scarlett me miraba sorprendida.

 

("Scarlett"): — Juske... tu forma ha cambiado...

("Juske"): — Gracias a Ryu, ahora puedo usar la magia de portales espaciales. No podrá alcanzarme si me muevo a través del espacio y el tiempo.

Tomé impulso, y en un destello de energía eléctrica me rodeo completamente, salté hacia el encapuchado a una velocidad que apenas podía percibirse. Con un movimiento rápido, creé varios portales a su alrededor, apareciendo y desapareciendo a través de ellos.

Con varios gestos el mago creo varios cuadros a su alrededor con su pincel. Y rápidamente rayaba los paisajes. Sus manos eran tan rápidas que parecía tener varios brazos.

El encapuchado intentó atraparme trazando un nuevo cuadro con su pincel, pero yo me movía demasiado rápido. 

Cada vez que intentaba fijarme en el lienzo, desaparecía de su vista antes de que pudiera dibujarme por completo.

("Scarlett"): — ("Es increíble... No puede seguirle el ritmo.")

El encapuchado mantenía la calma, pero estaba claro que no podía localizarme. Entonces, en un último intento, lanzó un corte invisible frente a mí, pero ya era demasiado tarde. Había desaparecido de su campo de visión.

Aparecí justo debajo de él, abriendo un portal a sus pies, y antes de que pudiera reaccionar, le propiné una patada en la mandíbula que lo lanzó hacia el cielo. 

La fuerza del impacto lo hizo ascender varios metros, mientras yo creaba otro portal por encima de él.

("Juske"): — ("Es hora de terminar esto.")

Emergí del portal sobre su cabeza y, con un simple movimiento de mi dedo, golpeé suavemente su frente. 

El encapuchado cayó como un meteoro, impactando contra el suelo y creando un enorme cráter que destruyó varias casas y edificios cercanos.

Scarlett observaba todo desde abajo, completamente atónita por lo que acababa de presenciar.

("Scarlett"): — ("¿Desde cuando sabe usar este tipo de magia?")

Aterrizando a su lado, el aura eléctrica a mi alrededor comenzó a disiparse, y mi expresión volvió a ser más relajada, aunque aún mantenía cierto aire de seriedad.

("Juske"): — Vamos, sigamos hacia la torre.

Scarlett, aún sonrojada por lo que había visto, asintió rápidamente.

("Scarlett"): — S-sí, vamos.

Sin más palabras, seguimos avanzando hacia la Gran Torre.

Estábamos frente a la enorme puerta de la torre. La estructura se alzaba como un coloso sombrío, sus paredes gastadas por el tiempo pero firmes, casi desafiantes ante lo que pudiera acercarse. 

Me quité la máscara lentamente, observando la escena frente a mí. Sentí el aire frío acariciar mi rostro, como si me recordara que, a pesar de todo lo que había pasado, aún no estaba completamente libre.

("Juske"): — ¿Qué acaba de pasar?

Por un momento, sentí como si mi corazón se hubiera enfriado, como si algo dentro de mí se hubiera desconectado. 

Miré mi mano y noté que aún temblaba ligeramente. ¿Por qué me fue tan difícil contenerme cuando luché contra ese encapuchado? Casi lo mato...

La voz de Scarlett me interrumpió en medio de mis pensamientos.

("Scarlett"): — Percibo maná, dos sujetos se acercan.

No tuve tiempo de procesar lo que me dijo. Frente a nosotros, dos figuras encapuchadas emergieron de la sombra de la torre, caminando con paso firme.

 Uno de ellos era corpulento, con una figura de gran musculatura que apenas se movía, como si el aire mismo le temiera. 

La otra, una mujer, llevaba una espada adornada con detalles finos. Su presencia era tan imponente como su tamaño, y al mirarla me di cuenta de que no solo su espada era grande, sino también sus pechos.

La mujer habló con una voz grave, pero llena de determinación.

("Mujer encapuchada"): — No pasarán más de aquí. No permitiremos que interrumpan nuestro rito de transformación.

("Mujer encapuchada"): — Es obvio que ustedes no son dignos de ver el nuevo mundo.

Me quedé inmóvil, sin saber qué responder. La mujer... hablaba. Algo no estaba bien en todo esto.

("Scarlett"): — ¿Un nuevo mundo? Se refieren a Reiniciar el universo y crear una nueva historia. Se dan cuenta de que si hacen eso... todos vamos a perecer en este universo.

("Hombre encapuchado"): — Pero solo los que no son dignos parecerán... en cambio los que si lo son, en el nuevo mundo empezarán desde cero y tendrá una nueva vida y nuevo destino.

("Juske"): — ¡Eso es mucho peor!

La mujer me miró con una sonrisa cruel y desafiante.

("Mujer encapuchada"): — Por qué. Porque solo aquellos que sean dignos de ir al nuevo mundo encontrarán la verdadera felicidad y un destino libre de sufrimientos. Todo esto es gracias a nuestro líder, pero aquellos que se opongan morirán.

El hombre corpulento se adelantó un paso, su voz grave como el retumbar de un trueno.

("Hombre encapuchado"): — Esta claro. Ustedes no son dignos de este nuevo universo, por eso tendrán que morir en este.

Mis ojos se entrecerraron. La atmósfera estaba cargada de tensión, y el miedo que había guardado en lo profundo de mi ser comenzó a despertar. No podía permitir que estas personas destruyeran lo que quedaba de este mundo...

Me puse la máscara, y su presencia me envolvió nuevamente, dándome la fortaleza que tanto había necesitado.

("Juske"): — No lo voy a permitir.

El aire a mi alrededor pareció temblar al escuchar mis palabras. La mujer encapuchada, al ver que me ponía la máscara, dejó escapar una risa amarga, despectiva.

("Mujer encapuchada"): — ¡Morirán aquí malditos blasfemos!

Con un giro rápido, desenvainó su espada y la levantó sobre su cabeza. El filo resplandeció con una luz siniestra, y en el instante que el acero se deshizo en el aire, pude sentir una presión como nunca antes. Pero eso no me detendría.

El hombre corpulento también hizo su movimiento. Sacó un pincel largo y delgado, cuya punta brillaba con una luz oscura. 

Con un gesto rápido, comenzó a dibujar en el aire, y de las sombras apareció un gigantesco martillo que flotó frente a él. Su risa resonó por la torre.

("Hombre encapuchado"): — Este es el destino. El nuevo mundo será forjado con sangre y sacrificio, y todo para que al final seamos felices todos. Pero ustedes no están destinados a ver ese futuro.

Estaba claro que no dejarían que pasáramos, pero no había forma de dar marcha atrás. Esos malditos locos religiosos parecen estar obsesionados con eso reiniciar el universo y su historia.

("Scarlett"): — ¡Entonces a darle!

El sonido de su espada rasgando el aire me alertó, pero ya no había miedo. Estaba preparado.

La batalla estalló en un caos total dentro de la torre. Scarlett, al enfrentarse a la mujer encapuchada, no tardó en desenvainar su katana.

 Con varios movimientos rápidos, la empapó en su magia de fuego, haciendo que la hoja resplandeciera con una intensidad abrasadora.

 La mujer, ágil como un felino, esquivó varios ataque con facilidad, deslizándose por el suelo y respondiendo con su propia velocidad. 

La velocidad de sus movimientos dejaba una estela de sombras, y cada vez que el acero de Scarlett se encontraba con la espada de la mujer, las chispas volaban, iluminando la oscuridad de la torre.

("Scarlett"): — ¡Maldita sea! ¡Esa zorra no deja de moverse!

La mujer, con una sonrisa desafiante, intercambiaba golpes con Scarlett, quien se esforzaba al máximo para mantener el ritmo. 

Cada ataque que Scarlett lanzaba parecía ser contrarrestado con una destreza impecable, y los dos se movían con tal rapidez que se convirtió en una danza mortal.

Mientras tanto, yo, me encontraba frente al hombre corpulento. Su fuerza era abrumadora. 

Cada martillazo que descargaba resonaba en las paredes de la torre como un trueno, y mi cuerpo vibraba con cada impacto que se sentía como un latigazo.

 era un oponente problemático de vencer. Intentaba mantenerme rápido, disparando ráfagas de flujo de maná hacia él, pero el hombre utilizaba su propio flujo de maná para absorber los ataques, como si fuera capaz de devorarlos. Su risa llena de desprecio cortó la tensión del aire.

("Hombre encapuchado"): — Esto es inútil. No puedes vencerme con tus trucos baratos de maná. Tu destino está sellado.

"¡Tienes razón!", pensé, y un impulso de energía recorrió mi cuerpo. Sabía que tenía que pensar en algo más. Los portales espaciales eran mi única ventaja ahora.

Usé un portal para crear un laberinto entre nosotros, apareciendo y desapareciendo en diferentes ángulos, buscando desorientarlo. 

("Hombre encapuchado"): — Interesante... Usas varios tipos de magia.

Pero el hombre, con su resistencia sobrehumana, no parecía ceder. Me golpeó con su martillo y me apartó con un solo impacto, lanzándome contra una de las paredes.

("Scarlett"): — ¡Oye, Juske! ¿Cambiamos?

("Juske"): — Está bien.

Con rapidez, nos cambiamos de oponentes. Ahora, yo me enfrentaría a la mujer encapuchada y Scarlett al corpulento.

El hombre, al ver a Scarlett, frunció el ceño, sorprendido.

("Hombre encapuchado"): — Huyyu, qué interesante... una Oni.

Pero mi atención ya estaba centrada en la mujer. Ella sonrió de una manera seductora mientras me observaba.

("Mujer encapuchada"): — ¿Quieres divertirte, hermoso? Lástima que no seras parte del nuevo universo.

("Juske"): — Tranquila. No necesito ser parte de ningún nuevo universo, ya que no habrá ningún nuevo universo mientras yo esté aquí.

La mujer se tensó. Su rostro cambió de expresión, y en un destello, se lanzó hacia mí con una velocidad aterradora.

("Mujer encapuchada"): — ¡Ahora lo veremos!

Mientras tanto, Scarlett estaba concentrada en su batalla. La katana de su oponente había sido reemplazada por el pincel, y ahora dibujaba lanzas gigantes de maná. 

Con la visión de fragmentos activada, Scarlett era capaz de anticipar cada movimiento del hombre. Sus ojos brillaron con energía mientras esquivaba las lanzas que volaban hacia ella, una tras otra. 

Podía ver lo que pasaba cinco segundos antes de que ocurriera, gracias a la visión de fragmentos.

Era como si el tiempo se ralentizara para ella. Finalmente, con un movimiento calculado, vio el punto débil de su oponente y, con una precisión mortal, cortó la lanza que creaba, y luego derrotó al hombre de un solo golpe limpio con su katana.

Mientras Scarlett ganaba terreno, yo usaba mis portales espaciales con rapidez. Abrí un portal y, al instante, liberé una descarga eléctrica que atravesó el aire, chocando contra la mujer encapuchada. El impacto fue brutal, y ella cayó desmayada al suelo, derrotada.

Ambos observamos a nuestros oponentes caídos, respirando con pesadez, pero satisfechos.

("Juske"): — Eso estuvo... bastante bien.

("Scarlett"): — ¡Ja! Lo hicimos. Vamos a subir a la torre ahora.

Nos chocamos las manos con una sonrisa de victoria, y juntos comenzamos a caminar hacia el interior de la torre.

("Juske"): — Esto no tiene sentido… 

pensé mientras subíamos las escaleras interminables de la Gran Torre. La sensación de inquietud en mi pecho no desaparecía. Algo no estaba bien.

 Habíamos derrotado a tres encapuchados, pero ninguno de ellos fue tan peligroso como Farid nos había advertido. Era… demasiado fácil.

Scarlett subía detrás de mí, su katana aún vibrando ligeramente por el último combate. 

La atmósfera se volvía más pesada a medida que ascendíamos, y la luz que entraba por los ventanales se iba apagando, dando paso a la oscuridad del anochecer.

("Scarlett"): — Juske… si Farid tenía razón, deben ser seis en total. Ya eliminamos a tres, así que nos faltan tres más.

("Juske"): — Lo sé, pero no puedo sacarme de la cabeza que esto es una trampa. No fueron tan fuertes como imaginé.

Scarlett me miró con seriedad, pero no dijo nada. Seguimos subiendo hasta que llegamos a un pasillo donde la penumbra lo cubría todo, salvo por un tenue resplandor anaranjado que se filtraba por las ventanas.

("Juske"): — Ya no hay tiempo, Scarlett… debemos apresurarnos.

Scarlett asintió, aunque yo sabía que la misma duda que me carcomía también estaba en su mente.

Farid estaba al borde del pánico. Mika, con su rostro firme y decidido, apenas se mantenía en pie tras el ataque inicial de una criatura que los había sorprendido. La figura encapuchada apareció flotando sobre ellos, jugueteando con un pincel mientras se balanceaba sobre una escoba voladora.

("Encapuchada"): — Oh, hola de nuevo, Farid. Nos volvimos a ver. Qué lindo verte en este caos —dijo con una sonrisa perversa y un tono de burla.

Farid retrocedió instintivamente, con los ojos abiertos de par en par, temblando de miedo.

("Farid"): — Ella… ella es la responsable de todo esto. Es la que está controlando a esas criaturas…

Mika se incorporó, y sus ojos brillaron con ira contenida al mirar a la encapuchada.

("Mika"): — Así que tú eres la responsable de masacrar a toda esta gente…

La encapuchada respondió con un tono casi inocente, su rostro cubierto por una capucha que dejaba entrever una sonrisa cruel.

("Encapuchada"): — Bueno, es mi deber limpiar la basura. Esas personas eran simples desechos, no dignos de ver el nuevo universo.

Mika apretó los puños, furiosa.

("Mika"): — ¿Cómo puedes hablar así de esas pobres personas? ¡Voy a detenerte!

Farid se colocó delante de Mika, temblando.

("Farid"): — Mika, por favor, no lo hagas. Ella es peligrosa. Eliminó a casi todos los guardias de la entrada. Es una experta en magia de pintura…

Mika lo miró con determinación.

("Mika"): — No te preocupes, Farid. Yo también tengo mis habilidades.

Ryu, el pequeño dragón, se colocó al lado de Mika, gruñendo suavemente mientras se preparaba para el combate.

La encapuchada los miró con diversión.

("Encapuchada"): — Bueno, parece que tendré que limpiar otro poco de basura. —Se giró hacia Farid y agregó—: No te preocupes, amigo. Tú sí eres digno de entrar al nuevo universo. No necesitas morir aquí…

Con un movimiento de su pincel, creó una docena de monstruos de pintura, criaturas grotescas y realistas que avanzaron hacia Mika y Ryu.

("Encapuchada"): — Prepárate para ser devorada.

Mika activó su magia de agua, creando un escudo líquido a su alrededor. Ryu gruñó ferozmente, sus ojos brillando con energía. La batalla estaba a punto de comenzar.

Scarlett y yo llegamos a una sala extraña en medio de las escaleras. A nuestro alrededor, había un sinfín de cuadros.

 La habitación era enorme, parecía no tener fin, y los cuadros cubrían cada rincón, como si formaran un laberinto infinito. La atmósfera era sofocante, llena de una energía inquietante que me ponía en guardia.

("Scarlett"): — Esto es muy raro… Juske, mantente en altura, algo me da mala espina —dijo, encendiendo su katana con un destello de fuego que iluminó brevemente el lugar.

De repente, se escucharon unos pasos lentos y firmes que resonaban a lo largo del pasillo. 

Del fondo emergió una figura encapuchada, avanzando lentamente hacia nosotros. Scarlett frunció el ceño y apuntó su espada hacia él.

("Scarlett"): — Este debe ser otro loco de esa secta. Vamos a por él, Juske.

Yo me quedé observando al encapuchado, algo no cuadraba. No se movía en lo absoluto, como si esperara algo. 

Scarlett, confiada, levantó su espada y lanzó una gran ola de llamas hacia él, pero, para nuestra sorpresa, el encapuchado absorbió el fuego con la punta de su pincel, como si fuese un mero trazo.

("Juske"): — ¡Scarlett, espera! ¡No lo hagas! 

le grité, poniéndome la máscara, pero ya era demasiado tarde.

Justo cuando Scarlett avanzaba hacia el encapuchado, uno de los cuadros a su alrededor cobró vida y la tragó en medio del camino.

("Juske"): — ¡Scarlett! 

grité con desesperación. Antes de que pudiera reaccionar, otro encapuchado apareció detrás de mí y me atrapó con un movimiento rápido, abrazándome con fuerza.

Antes de que pudiera hacer algo, un cuadro gigantesco apareció a mi alrededor y nos tragó a ambos en un destello de luz.

Desperté en un lugar extraño, flotando en lo que parecía ser un vacío infinito. A mi alrededor, había innumerables objetos y estructuras flotando en el aire.

Pedazos de escaleras, cuadros, pinceles gigantes y manchas de colores vibrantes que se movían como si tuvieran vida propia.

 El lugar parecía un mundo irreal, un mundo construido a partir de la imaginación de alguien.

 

Delante de mí, el encapuchado que me había atrapado se quitó la capucha lentamente, revelando un rostro joven y sereno.

 Sus ojos estaban cubiertos por un antifaz decorado con patrones coloridos y brillantes, como si fueran pinceladas de una obra de arte.

("Encapuchado"): — Bienvenido a mi Extensión de Maná, "Paraíso Artístico".

("Juske"): — Esto… esto es un mundo imaginario, ¿verdad?

 pregunté, tratando de comprender lo que estaba viendo.

El chico asintió, sonriendo con calma.

("Encapuchado"): — Exacto. Aquí, mi imaginación es la ley. 

("Encapuchado"): — No podrás escapar ni salir de aqui, tu destino termina aquí chico. 

Su voz era suave, pero cada palabra estaba cargada de una certeza inquietante.

Apretando los puños, me preparé para enfrentar lo que fuera que este lugar escondiera. 

Ya no tengo tiempo para esto , esta anocheciendo y ahora Scarlett también debe estar en esos mundos imaginarios. 

("Juske"): — Se que ella podrá defenderse sola, confío mucho en ella. Ahora solo falta que yo salga de aquí.

Si Scarlett estaba atrapada en algún lado, no podía permitirme perder aquí. Este mundo sería suyo, pero no iba a ser mi tumba.

Me volví a transformar con la máscara carmesí, con el objetivo de no contenerme para nada ante alguien peligroso como este tipo.

CONTINUARÁ...