"Ugh..." Un gruñido bajo escapó de mis labios al recobrar la conciencia. El dolor siendo lo primero que me dio la bienvenida, un dolor punzante que se extendía por todo mi cuerpo; desde mis brazos, pecho y abdomen, hasta bajar a mis piernas. Era como si algo hubiera atravesado mis músculos, castigándolos cada vez que intentaba moverme.
Abriendo los ojos, solo pude hacer una mueca al tener que cerrarlos enseguida al sentir una intensa luz golpeándome. Parpadeé varias veces, obligándome a adaptarme poco a poco y con ello, la visión borrosa pronto dio paso a la claridad gracias a la cual pude ver que la luz, cruda y directa que me apuntaba, provenía de un foco suspendido sobre mí, iluminándome como, en un ejemplo retorcido, si fuera un especímen bajo observación.
Molesto por eso pero incapaz de hacer algo al respecto, giré mi mirada al resto del lugar. Quería saber en el tipo de lugar en el que había despertado, claramente no era mi habitación.
El ambiente era demasiado frío, el aire estaba cargado con un fuerte olor a desinfectante, y, enfocándome en la sensación debajo de mí, noté que la superficie en la que estaba acostado no era una cama. Era dura, metálica e incómoda, intensificando mi creciente insatisfacción.
La incertidumbre también comenzó a filtrarse en mi mente mientras giraba la cabeza lentamente, tratando de evaluar mi entorno.
Lo que vi me dejó atónito. Instrumentos médicos en armarios y mesas cercanas, los diferentes lavabos y grifos, las puertas metálicas en forma cúbica que eran dolorosamente obvios congeladores para almacenar cuerpos, y el aroma penetrante de los antisépticos. Todo eso hacía evidente para cualquiera en dónde estaba. Yo… de alguna manera, había terminado en una morgue.
Abrí mucho los ojos, mi corazón comenzando a acelerarse mientras el pánico se instauraba en mi mente, que ya pensaba en miles de escenarios por segundo.
'¿Me han secuestrado?' '¿Qué quieren de mí? ¿Mis órganos?' Pensé preocupado. Aunque la idea de ser secuestrado con el único fin de quitarme mis órganos me hizo incorporarme de golpe. El movimiento, como se esperaba, provocó que mi torso gritara de dolor, pero lo ignoré al apretar los dientes con fuerza.
Necesitaba confirmar si mi cuerpo seguía intacto y mi miedo a perder algo tan importante de mí mismo pareció aliviar el dolor.
Así, cuando terminé de sentarme, miré hacia abajo, y lo que vi me dejó perplejo.
"Ahhh... ¿Qué?" Mis ojos se abrieron con sorpresa, mi voz dejando escapar involuntariamente mis pensamientos.
"¿Qué le pasó a mi cuerpo? No, ¡Este no es mi cuerpo!" Susurré incrédulo. Mi tono de piel, los lunares, las marcas de nacimiento... todo era distinto. Mi altura, mi musculatura, absolutamente todo había cambiado. El pánico se intensificó. Mi respiración se volvía errática, el aire parecía escaparse de mis pulmones. Estaba al borde de un ataque de pánico.
Sin embargo, algo llamó mi atención: las heridas que me atormentaban. Como había temido por el tipo de dolor que sentía, todas ellas eran heridas perforantes, hechas por un cuchillo o cualquier cosa lo suficientemente afilada.
Afortunadamente para mí, aunque parecían terribles, no sangraban. Y, realmente no sabía si eso era bueno o no, pero mi inquietud al verlas al menos pudo ser controlada por ello.
"Ok, tranquilízate y cálmate," me dije a mí mismo, intentando controlar el torbellino de emociones que sentía. Necesitaba pensar con claridad si quería salir de esta situación y entender lo que me había pasado. "Todavía estoy vivo. Y, al parecer, mis órganos siguen en su lugar." No estaba abierto de par en par, dando un vistazo horrible de mi interior, y no había ningún signo de sutura. Las heridas en mi pecho y abdomen parecían simples puñaladas que intentos quirúrgicos de sacar algún órgano.
Esa realización trajo un atisbo de calma. Y, después de unos largos minutos de respiración profunda, mi mente finalmente comenzó a calmarse.
Así, con mi mente impresionantemente clara y mi cerebro activándose a toda su capacidad con el único fin de sobrevivir, sabía que era momento de actuar.
Sabía que lo primero era ayudar a curar las heridas presentes en mi cuerpo y luego salir de este lugar de manera discreta. Si realmente me habían secuestrado, avisar a los posibles secuestradores es una forma bastante estúpida de morir, razoné, un escalofrío involuntario recorrió mi columna al pensar en lo que pasaría si fuera atrapado.
Con el plan trazado en mi cabeza, localicé un botiquín al otro lado de la habitación y bajé de la camilla con cuidado. Mis piernas temblaron, pero logré mantenerme de pie. Al hacerlo, noté algo en el suelo: restos de ropa blanca con bordes negros y una capa amarilla.
Las prendas, como no podría ser de otra manera, estaban manchadas de lo que solo podía deducir era mi sangre, indicando sutilmente que eran mías. "¿Esto era lo que llevaba puesto?" Me resultaba extraño, no recordaba realmente que tuviera ese tipo de ropa.
'No importa, no puedo perder tiempo.' Sacudí la cabeza sabiendo que no era el momento para cuestionarlo.
Aunque, al seguir avanzando hacia el botiquín al otro lado de la habitación, dando pasos lentos pero firmes, algo en la esquina de mi visión llamó mi atención.
Algo en los congeladores, mi reflejo. La superficie, por supuesto, estaba lejos de ser perfectamente pulcra, pero aun así me devolvía una vaga imagen de mi apariencia actual.
Intrigado, me acerqué, cambiando momentáneamente de objetivo. Si bien esto podría considerarse estúpido puesto que curarse era lo más importante, la curiosidad pudo más que mi voluntad. Además de que algo, tal vez mi intuición, me decía que verlo podría llevarme a descubrir el porqué estaba aquí.
Lo que vi, por tercera vez consecutiva, me hizo abrir los ojos en shock. "¡¿Qué demonios?!" Mi voz se alzó involuntariamente por la sorpresa. El rostro que me devolvía la mirada, por supuesto, no era yo en lo absoluto. Era hermoso, con ojos azules y cabello blanco que caía hasta la parte superior de la espalda.
'Espera, ¿cabello largo?' Pensé sorprendido, notando atentamente mi ahora largo cabello. Un detalle que había pasado por alto antes.
Tal vez estaba demasiado preocupado por otras cosas como para notarlo. Cualquiera que hubiera sido el caso, ahora incluso lo tocaba con sorpresa.
"¿Qué es lo que me pasó realmente, qué me hicieron?" susurré inseguro, preguntándome cómo mis supuestos secuestradores habrían podido haber hecho esto.
Esto escapaba a cualquier tipo de comprensión que tenía sobre el mundo. '¿La tecnología actual era tan suficientemente avanzada, pero estaba oculta? ¿Esto era alguna especie de experimento secreto del gobierno?' Reflexioné sin saber realmente qué pensar.
Así volví mi atención nuevamente al congelador. Ver mi apariencia actual era desconcertante. Lo cual encontré normal, llevaba años acostumbrándome a ver mi rostro en mi reflejo, no verlo ahora era simplemente… irreal.
Afortunadamente y como gracia divina, antes de que pudiera procesar más, un torrente de recuerdos invadió mi mente. Infinidad de ellos llegaron a mi cabeza sin previo aviso, dejándome confundido y perturbado.
"Kastro." dije cuando los recuerdos dejaron de llegar y terminé de verlos.
Ahora, pude entenderlo todo. Las piezas del rompecabezas finalmente pudieron armarse en algo lógico.
"He… transmigrado. Transmigrado a Hunter x Hunter" susurré con absoluto asombro.
Transmigración. Era un concepto propuesto en la religión budista, el cual proponía que el alma podría pasar de un cuerpo a otro tras la muerte.
Era un concepto fascinante y, no por nada muchos autores de novelas web, de las cuales yo, que era un apasionado lector, lo usaban para sus historias.
Aun así, que te pasara justamente lo que leías era, en el mejor de los casos, imposible. Un suceso completamente poco realista y absurdo.
Ni siquiera en mis sueños más demenciales hubiera creído que hubiera sido posible esto, después de todo ¿era solo ficción no?
Bueno... parecía que ahora era real.