DIOS OMNIPOTENTE

SER PRIMORDIAL

Al principio de todo, solo existía yo. Como era el único, me aburría a menudo, lo que me llevó a dormir la mayoría de las veces. Un día, decidí dejar la pereza y la soledad. Decidí crear a alguien más como yo, ya que todo lo sé y todo lo puedo. Llamé a esto "omnipotencia". Antes de crear a estos seres parecidos a mí, es decir, que todo lo saben y casi todo lo pueden. Digo "casi" porque no podrán desobedecerme, es lo único que no podrán hacer ya que yo, como creador de ellos, soy superior.Con un pestañeo ¡flash! di vida a mis hijos, mi hija "DAO" y mi hijo "MAO". Cuando terminé de crear a los dos, se inclinaron frente a mí y dijeron:—Padre, nos sentimos agradecidos de que nos dieras vida y que nos permitas estar a tu lado —dijeron los dos al unísono, muy respetuosamente.Yo, con alegría de ver que los dos me respetaban como su padre y no como su jefe, sentí alivio. No quería que los dos fueran lejanos a mí.DAO es una figura humanoide negra con cara blanca; de ella se pueden ver solo sus ojos, los cuales cuentan con doble pupila. Dichas pupilas son de color dorado con un punto blanco en el centro. Tiene un largo cabello, pero es igual que ella, una silueta. En ella hay una raya blanca que la divide en dos mitades. MAO es una silueta igual que su hermana, pero él, en vez de cabello, cuenta con dos cuernos que se ramifican infinitamente y una rostro totalmente negro con dos pares de ojos entrecerrados y una sonrisa muy macabra; parece que siempre se ríe. ¡Je, je, je!Después de haber creado a mis hijos, con solo pensarlo, creé un espacio infinito en que no había nada aparte de nosotros tres y dije:—Hijos, he creado el vacío primordial como su campo de juegos. Pueden hacer lo que quieran.—Padre, ¿qué sugieres que hagamos? —preguntó MAO con su habitual tono entusiasta.A lo que respondió DAO:—Y si hacemos un montón de espacios como este, pero los llenamos con seres vivientes que puedan morir —dijo DAO con tono estoico.—¡Guau! Hermana, eso suena divertido. Dejemos que energía infinita llene estos espacios para que un día puedan alcanzar la inmortalidad. También podemos crear seres inmortales que creen planos, planetas y sus propias especies —dijo MAO riendo mientras se disponía a hacer realidad su idea.—Espera, hijo, tu idea suena bien. Crea primero un orden y un caos; estos estarán en eterna pelea. Y también crea mundos donde no sepan aprovechar la energía, a ver qué pasa.Para que no nos aburriésemos rápido, dejamos de lado nuestra omnisciencia hacia los mortales y su destino. Aunque lo podríamos saber si quisiéramos, eso quitaría la diversión. Entonces, con un solo suspiro de MAO, ¡fiuuu!, en un triángulo se creó un incontable número de universos. Al triángulo le pusimos el nombre de multiverso primordial. Después, mi hija creó leyes necesarias para que se mantuviesen sin nuestra intervención. Las más convenientes fueron la Ley del Tiempo, la Ley del Espacio y la Ley Celestial, que nos ayudarían a determinar el paso de las vidas mortales y a mantener el equilibrio cósmico.Mientras mis hijos creaban esto, los miré y me dio una gran alegría pensar que con ellos nunca estaría solo ni me aburriría. Mientras ellos creaban leyes y seres vivos, yo creé lo que sería nuestro hogar alrededor del triángulo que contenía el multiverso primordial. Nuestro palacio contenía un jardín entero de árboles colosales que albergaban aves inmortales de todos los elementos. También había un ave capaz de controlar cada una de las leyes que mi hija creó. A lo lejos se podía ver una cadena de montañas que contenía innumerables bestias preciosas, igual que las aves. También había un río y sobre este río corría agua que parecía espacio. Sobre el río había un puente hecho de la naturaleza misma del jardín. Al cruzar este puente, se podía ver un palacio de infinita belleza. En la entrada había dos pilares que sostenían un orbe de luz. Toda la casa era de un blanco prístino con toques verdes, dominada por las curvas casi sin líneas rectas.Cuando mis hijos vieron su hogar, estaban fascinados con la increíble cantidad de bestias. Ellos contribuyeron con sus propias bestias. Mi hija creó seres con alas y una corona de cuernos y dijo que ellos se encargarían de servirnos y las llamó hadas primordiales. Mi hijo creó una bestia feroz con cuerpo de serpiente, cuernos como los suyos y garras de bestia. La cara se parecía mucho a las criaturas de mi río. Él decidió llamarlos dragones y dijo que ellos dominarían sobre el jardín, serían nuestros mensajeros y también serían como los otros inmortales que creamos para el universo, que decidí llamar dioses, pero más superiores ya que ellos controlan todas las leyes, además de ser nuestros supervisores en caso de que algún dios empezara la matanza indiscriminada de seres mortales.—Bien, hijos míos, habiendo creado el multiverso y nuestro hogar, decidí crear también una raza personal mía, que decidí llamar elfos y a su respectivo dios —dije mientras les mostraba mi mano, donde estaba el dios de dicha raza.—¡Impresionante, padre! Veo que tienen gran afinidad por la naturaleza y una capacidad innata de controlar la energía —dijo DAO impresionada por mi raza.—Padre, ¿podemos crear nosotros una también? —dijo MAO con duda.—Claro, hijo. Por eso les enseñé esta para que puedan crear la suya propia. Esta la pondré en su propio planeta sin ninguna otra raza en ella —dije.Habiendo dado permiso para que creen su raza, estuve pensando en crear unos para nuestro hogar y que nos sirvan en conjunto con las hadas. Decidí también que para que nuestro hogar se viese más fantástico, crear más bestias. De esto creé a unos seres que llamé espíritus y pensé que combinaban muy bien con los elfos. Decidí crear una dimensión aparte para ellos y que se reproduzcan. La tarea de crear diferentes tipos se la dejé a su dios, que es subordinado directo mío y de mis hijos.Cuando mis hijos me presentaron a su raza personal, me quedé impresionado por sus razas. Mi hija creó una raza llamada kitsunes. Son seres como una de las plantillas de este multiverso, que decidimos llamar humanos. La mía también se basaba en ellos, pero la de ella eran humanos con características de una bestia que creé, que llamé kyubi. Es decir, sus orejas y cola, además de algunas características físicas superiores a los humanos. Mi hijo, por otro lado, estaba obsesionado con sus cuernos, ya que la raza de él son seres con ojos igual a su dragón y sus cuernos, pero cuerpos humanoides. Sus características físicas y su control sobre la energía son impresionantes, al igual que su línea de sangre, ya que su dios es un dragón. Mi hija le ordenó a kyubi que fuera el dios de su raza, pero le dije que kyubi es muy poderoso para ser un dios. Ella, enojada, creó a su propio dios de raza.—Bueno, ya que creamos a nuestras razas, es hora de que empiece a fluir el tiempo —dije mientras nos transportábamos a nuestra sala, donde había una pantalla que tenía omnisciencia y nos mostraba historias interesantes.Con eso dicho, nos pusimos cómodos y se reproducía el inicio del multiverso, pero todo estaba en pausa y solo podíamos ver el inconmensurable número de puntos blancos en un espacio negro. Con todos atentos, MAO me miró y yo asentí. Con eso, el tiempo empezó a fluir. De pronto, la imagen empezó a moverse. Cuando llegamos al universo prime, como decidimos llamarlo, nos dirigimos a un espacio donde estaban veinte seres distintos entre sí: unos blancos con negro sin ojos, otros solo negros con cinco ojos u otros con cuatro brazos. En fin, muy distintos. El espacio empezó a temblar y ¡boom!, empezaron a aparecer estrellas y planetas por todos lados. Estas estrellas y agujeros negros empezaron a atraer estos cuerpos para que giraran a su alrededor. Esto sucedía mientras los veinte seres se alejaban entre sí a distancias inconmensurables. Todo esto sucedía en todos los demás universos, todo al mismo tiempo. Los seres llegaban a sus respectivos lugares.Debe saberse que no solo los dioses crearán vida y que no serán ellos los gobernantes del universo. Las leyes también podrán crear vida, incluso crearán dioses si creen que es necesario, y a su vez gobernarán sobre los universos para asegurarse de que todo esté en perfecto equilibrio.