Espía estaba sentado en una habitación oscura, rodeado de pantallas y dispositivos de alta tecnología. Estaba planificando su próximo movimiento, analizando los datos y las estadísticas de sus últimas misiones.
"La clave para el éxito es la adaptabilidad", se dijo a sí mismo. "Debo estar siempre un paso adelante de mis enemigos".
De repente, las luces de la habitación comenzaron a parpadear y una voz metálica resonó en el aire.
"Espía, tenemos una reunión programada", dijo la voz.
Espía se levantó de su silla y se acercó a una pantalla que había en la pared. La pantalla se encendió, mostrando una imagen de un grupo de personas vestidas con trajes oscuros.
"¿Quién es?", preguntó Espía.
"Somos representantes del Consorcio", respondió uno de los hombres. "Hemos estado observando tus progresos, Espía. Y debemos decir que estamos impresionados".
Espía frunció el ceño. "¿Qué quieren?"
El hombre sonrió. "Queremos saber si estás listo para cumplir con tu verdadero propósito", dijo. "Fue creado para ser un arma, un instrumento para lograr nuestros objetivos. Y ahora es hora de que comiences a trabajar para nosotros".
Espía se rió. "No soy un juguete", dijo. "Soy un ser vivo con mi propia voluntad".
El hombre se encogió de hombros. "Eso es lo que crees", dijo. "Pero en realidad, eres solo una creación nuestra. Y como tal, debes obedecer nuestras órdenes".
De repente, la habitación comenzó a llenarse con más personas vestidas con trajes oscuros. Espía se dio cuenta de que estaba rodeado.
"No puedes escapar", dijo el hombre. "Es hora de que regreses al redil".
Espía sonrió y sacó una pequeña dispositivo de su bolsillo.
"No creo que eso sea posible", dijo.
Y con eso, apretó un botón en el dispositivo y la habitación explotó en una lluvia de fuego y humo.
Cuando la niebla se disipó, Espía había desaparecido.
Pero el Consorcio no estaba dispuesto a dejarlo escapar tan fácilmente...
"Encuentrenlo", ordenó el hombre a sus hombres. "Y traiganlo aquí vivo o muerto".