En las montañas de los Picos Negros, en una amplia cueva llena de tesoros y reliquias antiguas, un orco negro regresa a su hogar con dos nuevas adquisiciones y un gran pesar en su vida. Gromak, el guerrero más poderoso y valiente de la legión del Caos, temido por enemigos y aliados por igual, y que incluso el mismísimo Rey Demonio lo ve como un compañero de armas, ahora ya es necesario.
Gromak es un Orco negro llamado, una variante orcoide potenciado por magias oscuras y profanas que lo vuelve más fuerte y resistente ante cualquier magia arcana u elemental. Como todos los orcos al nacer no tienen ningún nombre, según la tradición, un orco solo obtiene su nombre en el campo de batalla al demostrar valor y fuerza. Lo suficiente como para que los enemigos, o aliados, los nombren sin querer.
Su primer nombre fue "Orco Maldito", dado por un general humano, luego de que todo su regimiento fuera masacrado por Gromak. "Animal del Caos" fue el nombre que le dio un enano tumba gigantesca, luego de perder ambos brazos en un duelo mortal. "Negra Calamidad" fue el nombre que le dio un Alto Señor de los Elfos Kuluma, antes de perder la cabeza por un tajo de su propia espada. Sin embargo, en la Legión del Caos todos lo conocen como "Gromak, el Implacable", un nombre dado por el Rey Demonio después de que alcanzara el rango superior de campeón de la Legión.
Pocos saben que el Rey Demonio conoció a Gromak cuando su madre lo parió y abandonó en los establos de nacimiento, en aquel entonces el Rey Demonio era un aspirante a nuevo Rey Demonio, pero supo ver el potencial de aquel bebé orco cuando luchaba por ponerse de pie entre los fluidos de su propia madre y demás residuos. El Rey Demonio lo alimentó, lo cuidó y lo adoctrinó a su voluntad, utilizándolo como una herramienta en su camino hacia el poder.
El bebé orco creció fuerte y saludable, justo a tiempo para la decimotercera Guerra Santa. La Liga de la Eternidad, una coalición de humanos, enanos, elfos y demás razas, marcharon hacia las tierras del rey demonio en un intento por destruir a la Legión y a la maldad del mundo.
Bajo el liderazgo y fuerza del nuevo Rey Demonio, la Legión logró varias victorias contra la Liga, recuperando ciudades y reinos que antes pertenecían a los reinos demoníacos. Sin embargo, de todas las batallas, la más importante y significativa estaba próxima a comenzar.
Las fuerzas de la Legión lograron hacer retroceder a la liga, pero la sub-facción de los elfos Haim resistió el avance en su ciudad fortaleza, El Gran Bastión, liderados por el Alto Señor Supremo, Silvarion, un alto elfo autoproclamado el más poderoso de todos los señores supremos. Junto con 10 000 soldados, el Gran Bastión resistió oleada tras oleada, acabando con un tercio del ejército del Rey demonio. Pero las victorias no importaban, ya que tarde o temprano los suministros de la ciudad se acabarían y la población tendría que abandonar la ciudad; sin embargo, la arrogancia de Silvarion evitó que esto sucediera.
Tras constantes victorias, el ego de Silvarion aumentó a tal límite que a gritos pronunció ser el ser más poderoso del mundo, incluso más poderoso que el mismísimo Rey Demonio. Cuando el Rey Demonio se enteró, su respuesta no se hizo esperar, bajo el liderazgo de su mejor guerrero, Gromak el implacable, envió varias huestes hacia El Gran Bastión marchando como una gran ola negra de destrucción: guerreros del caos, bestias infernales, bio-brujos, acechadores de la muerte y jinetes del dolor, todo el ejército de la Legión unidos contra un solo objetivo.
Silvarion vio la llegada de la Legión desde sus torres del Gran Bastión, ordenó a sus fuerzas que se preparen para la batalla, ignorante de siquiera saber que esta batalla sería la última de toda la Gran Guerra Santa.
La batalla del Gran Bastión comenzó, tanto defensores como asaltante entraron en conflicto, desde las murallas los elfos dispararon flechas como si fueran lluvias de hierro y desde las torres mágicas los altos magos conjugaron magias arcanas lanzando bolas de fuego contra cualquier enemigo, varios soldados de carne cayeron muertos ante los muros de la ciudad fortaleza y esto continuó hasta que los arqueros se cansaron y el maná de los magos se agotó. Fue en ese momento que las torres de asedio, reforzadas con hierro negro, llegaron al campo de batalla, logrando llegar a las murallas justo antes de que los arqueros recuperaran el aliento y los magos su mana.
Los guerreros del Caos lograron asaltar las murallas, asesinado a cada arquero que se cruzara en su camino, mientras que en la entrada principal las Bestias infernales lograron destruir la puerta principal e ingresar a la ciudad con una ferocidad infernal, solo para ser recibido por un muro de escudos y lanzas. Las bestias infernales se enfrentaron contra la guardia élfica, siendo superados en número y en maestría, pero gracias a la asistencia de los acechadores de la muerte y a sus flechas malditas la guardia élfica comenzó a perder la batalla, cuando bajaron los guerreros del caos de los muros la entrada principal de la ciudad abia caído por primera vez desde su construcción.
Silvarion miró con terror cómo las murallas de su ciudad eran tomadas por las fuerzas de la Legión, pero no se rindió. Reagrupando a las fuerzas en la retaguardia, ordenó a sus arqueros disparar contra los invasores y a la guardia élfica a detener el avance enemigo. Las torres mágicas siguieron disparando poderosas magias contra los invasores, bolas de fuego, rayos eléctricos e incluso fuerte vestidas de hielo, logrando derribar a varias bestias infernales y arrasar regimientos de guerreros del Caos, pero entonces los magos de las torres sintieron un intenso dolor y náuseas que detuvo sus magias. En la entrada, los bio-brujos conjugaron poderosas maldiciones contra las torres de magos; aun así, muchos elfos tuvieron la fortaleza de resistir y contrarrestar las maldiciones, luchando en un duelo de magias contra los bio-brujos.
Entre el caos del campo de batalla, Silvarion pudo ver al general enemigo y ordenó a sus magos preparar "La flecha de la eternidad" una arma legendaria con el poder de destruir ciudades completa en cuestión de segundos, pero dicha arma solicita una gran cantidad de magia y concentración que incluso podría quemar el alma de cualquier mago si no se emplea bien. Para la fortuna de los defensores, la esposa de Silvarion, una archimaga arcana, tenía la suficiente magia y concentración para utilizar el arma legendaria. La flecha se disparó desde la torre más alta, viajando como un cometa de luz incandescente hasta impactar contra su objetivo, creando una gran explosión que iluminó todo el campo de batalla. Por un instante hubo silencio, y luego un grito de guerra. Gromak el implacable, sostuvo entre sus manos desnudas la flecha de la eternidad absorbiendo y soportando todo el dolor que la magia arcana le provoca en su cuerpo, utilizando el poder de sus músculos y de su ira berserk, Gromak le regresó la flecha a sus dueños con tal fuerza que el impacto destruyó la base de la torre provocando que se derrumbara.
La magia arcana tiene como función destruir y generar dolor, pero un orco negro se especializa en neutralizar la magia absorbiendo su energía con su cuerpo y liberándolo mediante fuerza física. Mientras más resistente sea el orco, más magia podrá absorber y de la misma forma liberar.
La Legión de Gromak logró tomar por completo las murallas y parte de la ciudad, marchando hacia la plaza principal en donde reposaban las últimas fuerzas del Gran Bastión. Silvarion logró escapar a tiempo de la alta torre, pero sus magos no tuvieron la misma suerte, muriendo bajo toneladas de piedras y granito. Las últimas fuerzas defensivas se prepararon para recibir a la legión en un último combate. Como todo alto elfo, Silvarion tiene orgullo y nunca retrocedería ante nadie, incluso si fuera el mismísimo Rey Demonio.
Gromak se encontraba ansioso; aquel ataque lo obligó a usar toda su fuerza de voluntad para contrarrestarlo. Sabía que en el frente de batalla había un guerrero digno de su fuerza, lo suficientemente digno como para reclamar su vida. En la plaza principal del Gran Bastión, el ejército élfico combatió con valentía el azote de la legión, uno a uno fueron cayendo, pero mantuvieron su moral alta hasta que solo los más valientes y fuertes quedaron en pie. En una última arremetida, Gromak logró encontrar a Silvarion, ambos se vieron por primera vez, comprendiendo perfectamente que solo uno de los dos podrá salir vivo de esta batalla.
Al ver a Gromak, Silvarion tuvo miedo. El orco negro medía casi tres metros, tenía fuertes músculos marcados e hinchados, con ojos rojos con bordes negros y armado con un inmenso garrote de hueso, con lo que literalmente convirtió a un guardia elfico en un charco de sangre, huesos y carne. Silvarion sintió el verdadero terror, pero no podía retirarse y tampoco pensaba hacerlo. Armado con su espada de acero élfico se enfrentó a Gromak en un duelo legendario donde demostró lo mejor de sí.
El elfo utilizó su poderosa magia y alta maestría marcial, y el orco, su poderosa fuerza y resistencia, pero al final la batalla terminó cuando Gromak levantó su garrote y con un solo golpe lanzó el cuerpo de Silvarion contra los muros de su ciudad, muriendo al instante en presencia de sus soldados. Sin su señor y con su ejército destruido, los altos elfos que se escondieron en las catacumbas subterráneas de la ciudad huyeron hacia las ciudades aledañas. Gromak no vio honor o beneficio en perseguir civiles, así que permitió que se escaparan, capturando mejor a la alta nobleza élfica que intentaron huir mediante magia. Entre los prisioneros se encontraba la esposa del Alto Señor Supremo y su pequeña hija.
La batalla fue costosa para la legión de Gromak, pero una victoria para la legión del caos. Al final, la ciudad fue saqueada y sus nobles esclavizados, elfos y elfas sobrevivientes, los cuales, debido por su estatus en la jerarquía de la Liga tenían un alto valor político.
Adulto, joven o niño, no importaba siempre y cuando puedan caminar. Para la Legión de Caos, como también para la Legión de Gromak, más esclavas significaba más sirvientas, y más esclavos, más mano de obra. Así lo ordenó el Rey demonio.
La Legión de Gromak separó a los niños y a los adultos, ejecutando de forma rápida a los ancianos y lisiados para no desperdiciar recursos. Cuando llegó la noche, varias elfas y elfos, no vírgenes, fueron violados por los guerreros, monstruos y criaturas, en un ritual llamado La noche de Shoru, en honor a la diosa bastarda del deseo y la lujuria, no había necesidad de cuartos o privacidad porque todos se conocían. Gritos, llantos y gemidos inundaron las ahora ruinas del Gran Bastión, en donde ahora los desafortunados habitantes sufrían la derrota tanto emocional como físicamente.
Gromak y otros más no participaron en La noche de Roush, no porque no desearan, sino porque tenían que proteger el botín más valioso de la batalla.
La esposa de Silvarion y otras elfas vírgenes, incluyendo a su hija, no fueron violadas debido a ser un tributo perfecto para el Rey Demonio y los dioses oscuros. Es por eso que Gromak las encadenó a todas y se quedó para asegurar que ninguno de sus guerreros se atreviera a tocarlas. La noche continuó y obviamente hubo algunos que intentaron violar a la esposa de Silvarion y a su hija en secreto, pero fueron descubiertos por los acechadores de la muerte y ejecutados por Gromak. Al día siguiente, la Legión de Gromak marchó de regreso al castillo del Rey demonio, llevando consigo el botín de la batalla y varios esclavos para la Legión.
En el Gran bastión había más de treinta mil elfos, incluyendo militantes y civiles, ahora después de la batalla solo quedaron mil elfos esclavos y otros miles más que huyeron a las ciudades aledañas. Los Haim, altos elfos maestros de la magia arcana, habían perdido una de sus mayores ciudades, posiblemente un golpe fuerte para toda su población. Este golpe a la raza más poderosa de la Liga de la Eternidad significó el fin de la Gran Guerra Santa. Ahora la Liga ahora se lo pensará dos antes de atacar a la Legión.
El campo de batalla, donde ahora solo quedan ruinas y montañas de cadáveres, es ahora considerado zona neutral, comúnmente conocida como las Anárquicas ya que ninguna facción o reino puede tomar control de ellas, ya que de hacerlo podría desencadenar otra guerra. Caso que no se aplica a los gremios de aventureros, mercenarios, saqueadores, ladrones o ejércitos libres, quienes fácilmente pueden explorar las Anárquicas sin sufrir penalizaciones o castigos.
Incluso podrían fundar sus propias ciudades, o naciones, pero nadie es tan tonto o valiente como para fundar un reino entre dos grandes facciones en constante conflicto.
La legión de Gromak tardó tres meses en llegar a la capital de la Legión del Caos, en ese tiempo cien prisioneros murieron por razón inesperadas, posiblemente las bestias tuvieran hambre o algún bruto idiota fue demasiado duro con sus pertenencias, de cualquier forma el tributo principal continuó intacto.
Valac, la ciudad que rodea al castillo del rey demonio, le dio la bienvenida a Gromak y a su legión, despejando el camino para que cruzaran sin problemas. Cientos de criaturas y seres se reunieron al borde de las calles para ver cómo el héroe de la Legión regresaba triunfante luego de una gloriosa batalla.
Entre los espectadores también había esclavos de diferentes razas, incluyendo a varios de la liga. Ellos también aplaudieron y ovacionaron a la Legión de Gromak, algunos por miedo y otros porque han vivido toda vida en esta ciudad que sienten que ya son ciudadanos de la Legión.
La legión de Gromak siguió su recorrido, hasta que finalmente llegaron a las puertas del castillo del rey demonio, quienes rápidamente fueron ante la presencia de Malakai, el séptimo Rey Demonio.
"Mi Rey" dijo Gromak arrodillados ante su señor. "Me complace anunciarle que el Gran Bastión y el elfo que lo insultó fueron aniquilados con toda la brutalidad que usted ordenó"
"Ya lo sé, general, las furias me informaron sobre tu victoria hace una semana y que la Liga de la Eternidad ya aceptó la derrota. Ahora dejarán de enviar a sus ejércitos a mi territorio y además podremos conservar todos los esclavos capturados. Es... gratificante y motivo de celebración"
Malakai, es en términos simples un demonio Dominus de las profundidades del Umbral, con cuernos, ojos negros y elegante vestimenta, pero escondido detrás de esa simple fachada se encuentra uno de los demonios más poderosos de la historia. Si bien Gromak es fuerte y reciente físicamente, Malakai es poderoso y hábil mágicamente, pudiendo alterar la realidad con su magia negra y sometiendo voluntades con sus maldiciones malignas.
"Bien hecho general, esta victoria nos acerca más al objetivo principal de la Legión, conquistar y someter a todas las razas de Nobelium. La Liga ha fracasado y su fracaso nos fortalecerá. Ahora preséntame tu tributo"
Gromak mandó a llamar a todas las esclavas vírgenes capturadas, todas se posicionaron una detrás de otras, con cadenas de cuello, muñecas y tobillos. El terror de sus ojos era claramente visible, semiabiertos, incapaces de gritar o pedir clemencia por la maldición que el Rey demonio ejercía sobre ella involuntariamente. Malakai las miró a todas, deleitándose con el temor y el sufrimiento de las pobres esclavas. Todas ellas no paraban de pensar en lo que sufrirán esa misma tarde o lo que sufrirán al llegar la noche, olvidándose que ellas no son esclavas, sino tributos.
"Prefecto, General, cien almas para los dioses oscuros aumentarán su influencia en el mundo, pero… Al recibir este tributo, me veo en la obligación de recompensarte"
Como dicta la tradición, Gromak debía ser recompensado por tal victoria y tan abundante tributo. Pero, ¿Qué más se le podría dar al Orco con el título de Campeón de la Legión? No hay mayor rango u honor que ofrecer más que un simple agradecimiento o una miserable palmada en la espalda.
El Rey Demonio miró a las elfas, miró a su fiel sirviente y tuvo una gran idea.
"Gromak" dijo el Malakai con seriedad. "Desde que te conocí siempre luchaste por la Legión, entrenaste y entrenaste hasta desmayarse, comiste y comiste sin siquiera masticar, y suprimiste todos tus deseos y emociones para dar el mejor desempeño. Eres el guerrero más poderoso y valiente de la Legión, y eso nadie lo puede discutir" Todos en la sala asintieron confirmando las palabras del Rey Demonio.
"Gracias, mi Rey" dijo Gromak agachado la cabeza. "Me honra saber que mis servicios le son de utilidad"
Malakai sonrió y dijo.
"Pero ha llegado el momento de descansar" Gromak levantó la mirada. "Como mi amigo y hermano de armas, me duele ver cómo vives la vida sin disfrutar de ella. Como los autómatas de la Liga, sin alma o emociones"
"Mi Rey" Dijo Gromak "Disfruto luchar por la Legión y servirlo a usted, es lo único que he hecho desde que aprendí a caminar, no puede quitarme esta dicha… por favor… no necesito disfrutar de la vida cuando ya tengo un propósito para vivirla"
Todos en la sala quedaron maravillados por las sinceras palabras de Gromak, realmente era el mejor guerrero y un ejemplo para todo guerrero de la Legión. Pero también un problema
"Gromak, no pienso quitarte esa dicha, ni mucho menos perder a tan valioso guerrero, solo te pido que en estos tiempos de relativa paz dejes atrás por un momento esta vida tan vacía que tiene y que descubras por ti mismo los placeres de vivir" El Rey Demonio se levantó de su asiento y caminó hacia su amigo, le toco la mejilla gentilmente recordando al pequeño bebe orco que recogió de aquel mugroso suelo de donde nació. "Mi querido Gromak, hago esto porque espero mucho de ti y ansió ver una sonrisa sincera en este tosco rostro que tienes, sé que puedes hacerlo y yo estaré ahí para verte triunfar como siempre lo estado desde que naciste"
Gromak el implacable, el poderoso guerrero, temido por enemigos y aliados, se arrodilló y comenzó a llorar como un bebe recién nacido, abrazando de forma instintiva Malakai y recostándose en su regazo, mostrando una fragilidad que nunca antes se vio en la Legión.
El Rey Demonio abrazó su cabeza y lo sobo gentilmente, aunque internamente esto le resultaba incómodo.
"Ya mi querido orco, tan grande y tan llorón" Malakai sonrió "Vamos, levántate, no pierdas la compostura y mucho menos tu dignidad" Gromak se secó las lágrimas y se puso de pie, fuerte y estoico como siempre. "Ese es el Gromak que conozco, ahora ve y descubre los placeres de la vida"
"… Sí, mi Rey, regresaré a mi cueva y descubriré los placeres de la vida. Esa es mi misión y no volveré hasta encontrarlo o hasta que la Legión necesite nuevamente de mi fuerza"
"Las grandes historias comienzan con pequeñas aventuras, por lo quete otorgaré compañía que pueda volver tu viaje más placentero" Malakai miró a las esclavas/tributos. "Escúchenme bien, todas y cada una de ustedes son un elemento valioso para mis planes, recibirán uno de los mayores honores de mi reino y mucho más, pero, no todas tienen la misma suerte. Lo diré una sola vez, ¿Hay alguien alguna esclava que desee acompañar a mi campeón en su búsqueda por los placeres de la vida, satisfaciendo todas sus necesidades y caprichos, hasta que sus cuerpos o mente se rompan? ¿Alguien?"
Aun para los estándares de los orcos, Gromak es un titán enorme y fornido, con la suficiente fuerza como para aplastar una roca con sus dedos e incluso masticarlo si así lo deseara, superando cualquier imagen que las elfas hayan tenido sobre la raza orca. Era común para los elfos asustar a sus pequeñas hijas con la idea de que un orco grande y salvaje vendría para violarlas si no se comportan bien, destrozando sus entrañas con su enorme vergas y obligándolas a parir bolas de carne de cinco kilos al año, por lo que ninguna estaba dispuesta a irse con a lo que parecía ser una muerte segura por empalamiento.
Malakai ya sabía que esto pasaría, es más, lo hizo solo para ver el temor de las elfas luego de darle esperanzas, por lo que tenía un último juego antes de seleccionar a cualquier elfa a la zar. Pero entonces una alta elfa, con un cuerpo maduro y desarrollado, dio paso al frente
"Yo me ofrezco a irme con el orco y… ella también"
Al lado de la elfa madura apareció una pequeña elfa de cuerpo esbelto y con un gran flequillo que le cubría la mitad del rostro. Su cabeza apenas llegaba a los hombros de la elfa madura. Al ver esto, todas las elfas e incluso el mismo Malakai, quedaron estupefactos. Si ya de por sí una elfa adulta sería destrozada por un orco como Gromka, una pequeña elfa como ella no solo sería destruida sino también reventada.
"¡No!" Dijo una de las esclavas. "¡Cómo puedes hacerle esto a tu hija!"
"¡Si!" Dijo otra esclava. "¡La hija de Silvarion, señor del Gran Bastión, ofrecida a su asesino!"
"¡Esto es horrible!" Dijo otra esclava. "¡Los dioses te castigarán si ofreces a tu hija!"
"¡¡Silencio!!" Gritó el Rey demonio y todas se callaron. "Así que la hija y la esposa de ese elfo insolente, se ofrece como esclava al asesino de su padre y esposo"
La esposa de Silvarion miró con furia al Rey Demonio a pesar de su temible presencia. Malakai sonrió, realmente lo estaba disfrutando, por lo que tomó una decisión.
"Bien, que así sea. Oficialmente, anunció la entrega de estas dos elfas como esclavas absolutas al campeón de la Legión, Gromak" Malakai activó su magia y unas cadenas oscuras entraron en los cuerpos de las dos elfas y luego otra cadena atravesó el cuerpo de Gromak. "Y para asegurarse de que el pacto sé eterno, encadenaré sus almas a la de su amo para que nunca puedan separarse o lastimarlo"
Las cadenas negras brillaron, luego Malakai las unió formando una sola cadena negra, luego la cadena se desvaneció y el sello mágico quedó marcado en el pecho de las dos esclavas. Ahora sus almas estaban ligadas a la de Gromak, con una maldición eterna que quizás la muerte podría separar.
"La maldición ya está haciendo efecto, aun cuando no está completa, aún le falta la esencia de su amo para completar el vínculo" Gromak recogió las cadenas físicas que mantienen prisioneras a las elfas "Ya sabes lo que tienes que hacer, Gromak, ahora su entrenamiento depende de ti"
"Sí, mi Rey, ahora me retiro, espero que nos volvamos a ver muy pronto"
"Yo también lo espero. ¡Ahora, que inicie el ritual!"
Las altas elfas sentían lástima por la pequeña elfa y el cruel destino que les esperaba, ignorando su propio destino, el cual terminaría esa misma tarde. Los brujos de Malakai habían rodeado a todas las esclavas para juntos comenzar a dibujar un gigantesco círculo mágico que sorprendió a todas las elfas. Gromak sabía muy bien lo que estaba por pasar, así que decidió llevarse a sus esclavas lo más pronto posible.
Cuando el sello gigante se completó, del suelo surgieron látigos negros llenos de espinas que atraparon a todas las elfas, perforando su carne, ojos, oídos y demás orificios. Las elfas gritaron de dolor mientras se retorcía en un intento por liberarse, pero esto solo provoca que las espinas se incrustaran más, generando mayor agitación y al mismo tiempo mayor dolor.
"Dioses oscuros" dijo Malakai con los ojos hendidos en fuego. "Acepten este tributo como muestra de gratitud, alimentado con sus almas el cuerpo moribundo de vuestro señor, que vuestra influencia se filtre por todo Nobelium"
Los látigos de espinas comenzaron a arrastrar a las elfas hacia una densa oscuridad formada por el gigantesco sello mágico, una a una fueron consumidos y tragados por la oscuridad, viendo con terror su oscuro final en las fauces de la muerte. Ser el alimento de los dioses oscuros y el sustento del celestial oscuro.
Los gritos de las elfas se escucharon por todo el castillo, incluso parte de la ciudad escucharon los ecos de sus llantos, pero eso no importaba, ya que este tipo de sacrificios es común para la Legión del Caos, especialmente en tiempo de guerra.
En el campamento militar, a las afueras del castillo y de la ciudad, Gromak dejó su armadura y equipo militar, conservando su fiel garrote y sus dos esclavas. Luego de despedirse de sus capitanes y soldados más leales, Gromak regresó a su hogar en las montañas de los picos negros, un lugar salvaje lleno de quebradas traicioneras y bestias salvajes.
El lugar perfecto para un orco, pero quizás no para unas delicadas elfas Haim.
Para Gromka los elfos son una raza extraña, lo poco que sabe es que los elfos, aparte de su belleza natural, poseen un cuerpo flexible y orejas puntiagudas, antiguamente eran un solo pueblo al servicio de los primeros dioses hasta que un conflicto interno dividió a los elfos en pueblos completamente diferentes.
La elfa madura es un buen ejemplo de un elfo Haim. Su piel es tersa y clara, su cabello largo y sedoso, sus ojos brillantes y cristalinos, pero lo más característico es que tanto su piel como su cabello son blancos y brillantes como las nubes en primavera. Por esa razón, también se les conoce como elfos puros o elfos del cielo, pero es más común llamarlos altos elfos.
Además, por parte de los orcos, su mis rasas, del cual está orgullosa.
Para Gromak los orcos son una raza perfecta y fácil de entender, valoran la fuerza y la guerra sobre todos los demás placeres, pero no por ello menos importantes. Cuando se trata de sexo o reproducción, proverbio orco proclama: "Luego de una buena pelea, nada mejor que el cuerpo de una buena hembra para relajar músculos y liberar tensión". La misma medida se aplica a las orcas, aunque ellas generalmente no están dispuestas debido al peligro de quedar embarazadas, prefiérenos arrancarse los vientres antes de estar cinco meses lejos del campo de batalla. Es por eso que los orcos se reproducen con otras especies que compartan una fisiología similar, buscando hembras fuertes, de anchas caderas para que puedan parir a sus crías y de grandes senos para que puedan alimentarlo.
Gromak nunca pensó en dejar descendencia o siquiera sentirse atraído por la idea de reproducirse. En toda su existencia como guerrero, nunca tuvo la oportunidad de explorar esa área de su existencia, por lo que ahora es el momento de experimentar el placer carnal que tanto le hablaron sus compatriotas orcos.
"Vamos", dijo Gromak tirado de la cadena, "Vamos, entren a la cueva"
Al ingresar a la cueva, las dos elfas se maravillaron por los tesoros que allí se guardaban. No solamente había oro y gemas preciosas, sino también armas, armaduras y libros antiguos. Aquella cueva no parecía la cueva de un orco, sino la guarida de un dragón y su legendario tesoro.
"Esto es impresionante" dijo la joven elfa.
"Te gusta. Todos son regalos del Rey Demonio, una muestra de su amabilidad hacia su humilde servidor. Pocas veces los uso, pero los resguardo y protejo como muestra de mi gratitud desde hace 200 años"
"¿Qué? ¿Usted tiene 200 años?"
"Sí"
"Pero se supone que tu raza solo vive de 50 o 90 años"
"Así es, pero yo no soy un simple orco. Soy un orco negro, una raza superior mejorada con magia negra"
"Al igual que a los altos elfos, mi padre siempre decía en sus anuncios que los elfos silvanos y kulumas eran inferiores a nosotros y que además...
"¡Silencio, Elora!" dijo la elfa madura. "No socialices ni compartas secretos con el enemigo, recuerda que este demonio asesinó a tu padre y destruyó nuestro reino. Puede que ahora se vea amable, incluso inofensivo, pero es un orco, un monstruo nacido en la oscuridad"
La elfa madura siguió con su mirada de odio mientras cubría a su hija con sus brazos, Gromak nunca tuvo esclavos, pero sabía que este tipo de insubordinaciones hacia su amo merecía un castigo. Agarró con fuerza la cadena de la elfa madura y tiró con fuerza hacia delante, dejandole una marca roja en su delicado cuello blanco. Con este acto de crueldad, el miedo de la elfa madura regresó, comenzando a temblar como un perrito asustado.
Gromak se sentó en un sillón de cuerno de dragón, observó a sus dos esclavas y dijo.
"Tú, pequeña elfa, acércate que voy a revisar tu cuerpo"
La pequeña elfa obedeció sin dudarlo, pese a que Gromak acababa de lastimar a su madre. Su rostro no expresaba ninguna emoción, ni positiva ni negativa, parecía un autómata sin alma justo como el Rey Demonio se refirió a él en su momento. Al ver este acto, Gromak pudo entender un poco más las palabras de su rey, pero sabía que aún le faltaba mucho por comprender.
La pequeña elfa se paró al frente de Gromak, al ver esto, su madre se levantó y corrió hacia ella, alejándola del orco mientras perdía el miedo que antes la paralizó.
"¿Qué crees que está haciendo?" Pregunto Gromak "No te llame a ti"
"Lo… lo… sé, pero como madre y viuda de mi marido es mi deber proteger la pureza de mi hija" la elfa se quitó la ropa, se agarró el codo y apartó la mirada por vergüenza. "Le ofrezco mi cuerpo de forma voluntaria, solo pido que no toque a mi hija. Se lo ruego, si ella es mancillada, nunca me lo perdonaré"
Gromak sonrió al observar cómo la arrogante elfa se humillaba, lo cual le resultaba agradable.
"Lástima que tus temores no me interesen. "Tú y tu hija son mis esclavas y no tienen derechos más que cumplir con mi voluntad y cumplir con mis deseos".
"¡Por favor, se lo suplico!" La elfa madura se arrodilló. "¡Ella es importante para el futuro de los Haim! ¡No puede perder su virginidad con un ser inferior, su primera vez tiene que ser con un Haim puro como mi marido! ¡Alguien noble y hermoso!"
Aquellas palabras, aunque pronunciadas por la desesperación y el miedo, causaron un resentimiento en Gromak, quien nunca se consideró un ser inferior y mucho menos ante una elfa.
"¡Ya he tenido suficiente de ti efla!" Gromak activó las cadenas negras de esclavitud y castigándola con fuertes descargas eléctricas que recorrían todo su cuerpo, atacando su sistema nervioso para intensificar el dolor y espasmos. "Sufre y reflexiona, miserable elfa"
¡¡AAAAAAAAAAAAAAAAH! ¡No, por favor... no, no... ¡No me mates... no me mates...! ¡Lo siento...!
Sus ojos comenzaron a humedecer y su boca a babear, Gromak observó que ya había sufrido lo suficiente, así que se detuvo. La elfa no podía mantenerse de pie y su cuerpo estaba entumecido por la electricidad. Solo podía dar unos pasos hacia delante antes de perder el equilibrio y caer contra el suelo.
"Ahora, pequeña elfa, ven aquí o sufrirás el mismo castigo"
La pequeña elfa obedeció, ignorando el cuerpo desmayado de su madre. Cuando se paró al frente de Gromak se desnudó como lo hizo su madre y dijo.
"Ordenes"
"Abre la boca"
"Si" la elfa abrió la boca.
En los campamentos militares y en el castillo del Rey Demonio, Gromak había escuchado que antes de adquirir a un esclavo, primero había que revisar sus dientes para ver si tenía buena salud o alguna enfermedad. Gromak solo quería saber esas dos simples cosas, por lo que desconocía la razón por la que ambas elfas se desnudaron, aun así, esta era una buena oportunidad para también revisar la consistencia física de sus esclavas y encontrar alguna malformación que le desagrade.
Al terminar de revisar los dientes de la pequeña joven, los cuales estaban completos y sin manchas, Gromak ordenó. "Extiende los brazos y separa las piernas" y la pequeña elfa obedeció.
El cuerpo de la pequeña elfa estaba en buenas condiciones, según la fisionomía de los elfos, aunque un poco más bajita de lo normal. Al examinar sus músculos y percibir sus huesos, Gromak se percató de que su cuerpo había sido muy cuidadoso desde su nacimiento, aunque sus pechos aún eran pequeños, pero sus muslos estaban firmes, por lo que se aseguraría de mantenerla alimentada para que se desarrolle más antes de llevar a cabo cualquier ritual de apareamiento.
"Pequeña elfa, ahora mírame a los ojos y dime tu nombre"
La elfa levantó su flequillo y se presentó. "Mi nombre es Elora, hija de Slivarion, soy una Haim nacida en el Gran Bastión, pero ahora solo soy su humilde esclava" La elfa dio una pequeña reverencia manteniendo su flequillo levantado para no perder el contacto visual con su amo.
Los altos elfos solo contaban con dos tonalidades de ojos, azules u amarillos, pero por algún motivo la pequeña elfa tenía los ojos rojos de un color tan intenso como la sangre carmesí. Gromak nunca había presenciado algo similar, pero sabía que estos rasgos eran únicos. ¿Pero qué eran? ¿Una anomalía en su genética? ¿Una nueva raza de elfos? Gromak carecía de conocimiento alguno, experimentando una sensación de deseo de conocer algo.
"Orenes, amo" dijo la pqueña elfa de ojos carmesí.
"Elora, cuéntame tu historia. No, mejor cuéntame la historia de tu pueblo, quizás así pueda entender mejor lo que tengo al frente de mí"
"Por supuesto, amo" Elora se sentó.
"En la era antigua, cuando el mundo no era nada más que un desierto sin vida, las hermanas de la creación descendieron de los cielos para darle forma al mundo. Juntas crearon un mundo hermoso y magnífico, semejante a los jardines del reino de los dioses. Una de las hermanas de la creación, Elfhaim, maestra de la alta magia y la manifestación del Éter, creó una raza a su imagen y semejanza, los Haim, la primera primogénitos. Conforme pasaban los siglos, los Haim entraron en una era de decadencia y ruina, hasta que finalmente la Gran Blasfemia de Alfaris los dividió. Los más salvajes se fueron a vivir a los bosques, llamándose ahora como los Silvanos. Los más rebeldes navegaron hacia el mar Tetis, llamándose ahora como los Kulumas. Y los más puros y sabios fueron al sur para fundar un imperio, manteniendo el primer nombre que les dio la diosa..." Elora levantó la mirada, tosió un poco y luego continuó. "¡Ajum!… Disculpe, amo… Continuó, ese es el origen de los Haim, llamado por las demás razas como los altos elfos, los elfos más poderosos y hermosos de todo Nobelium".
"… ¿Eso es todo?"
"Sí, amo, sé que aún faltan detalles y sucesos, como la blasfemia de Alfaris o La caída del cometa segador, pero eso es todo conocimiento que se me permitió conocer".
"¿Segura?"
"Sí, lo amo. Quizás mi madre sepa más que yo, no lo sé".
"Entiendo"
En realidad, Gromak no comprendió absolutamente nada. En su mente se preguntaba, ¿Quién es Elfhaim? o ¿Quién carajos es Alfaris? y ¿Por qué esa elfa tiene ojos rojos?
Gromak no era muy inteligente, pero tampoco tonto o ingenuo, siempre trataba de recordar todo lo que el rey demonio le revelaba, ignorando toda información que no fuera relevante para el combate o para el bienestar de la Legión. La pequeña elfa, por otro lado, sí era muy lista, pero torpe e ingenua, desconocía los peligros del mundo y la mala reputación que tienen los orcos, ignorando completamente que revelar información clasificada a un demonio de la Legión es la más alta traición para la Liga y su raza.
"Elora, respóndeme esta pregunta. ¿Por qué tus ojos son rojos?"
"Disculpe, amo, no entiendo la pregunta."
"Tus ojos son rojos, color carmesí. Muy similar a la sangre de los hombres"
"Lo siento, amo, no lo sabía. Nunca he visto mi reflejo, ni siquiera en el agua que bebo en la comida."
Gromak recogió un espejo que encontró por ahí y le mostró su reflejo a Elora. "Mira, este es tu reflejo"
"Guau" Elora intentó tocar su reflejo. "¿Ella soy yo?"
Elora, quien nunca vio su reflejo, se sorprendió al ver lo que vio. Nunca había visto algo igual e incluso comenzó a creer que era magia. La curiosidad movió su otra mano, en otro intento por tocarse a sí misma, pero no pudo y eso la frustró, aunque no le quitó su alegría.
"Ves, tus ojos son diferentes a los de un alto elfo normal. Puedes explicarme por qué"
"Amo… " Los ojos de lora comenzaron a humedecerse, soltando una lágrima de alegría. "Gracias, pero no sé nada, lamento no poder responder a su pregunta"
Gromak sabía que Elora no le estaba mintiendo, era sumamente evidente, incluso para el ser más despistado del mundo, por lo que observó a su madre y pensó que quizás ella tendría la respuesta. Gromak cargó a la elfa madura como si fuera un equipaje o una maleta, luego intentó recuperar el espejo, pero Elora lo sostuvo con fuerza y por alguna razón determinó.
Los ojos de la pequeña elfa miraron fijamente en los ojos negros del orco, y aunque no dijo, le estaba suplicando que le permitiera conservar el espejo.
Gromak asintió con la cabeza y dejó a Elora sola con el espejo, luego se llevó a la elfa madura a sus aposentos en las profundidades de la cueva, para comenzar con su interrogatorio.
Rodeada de tesoros y piedras brillantes, la elfa madura despertó recostada sobre una cama hecha de piel de bestia lanuda. Aún desnuda miró a su alrededor en busca de algo con que cubrirse, hasta que vio a Gromak y se cubrió con sus manos.
"Maldito orco, ¿que me hiciste? ¿Dónde está mi hija?"
"La pequeña elfa está bien. Está jugando con mis tesoros en estos momentos"
"No te atreviste a tocarla o si"
"Por supuesto que no, su cuerpo aún se tiene que desarrollarse antes de aparearme con ella, pero no te traje aquí para hablar" Gromak agarró las cadenas. "Dime, ¿Por qué tu hija tiene los ojos rojos?"
"Que, yo no sé nada"
"No me mientas elfa, las cadenas revelarán la verdad con dolor si lo haces"
"Yo… no sé nada" La cadena negra castigó a Amya con fuertes descargas eléctricas. "¡¡¡Ahhhh!!!"
"Te lo advertí, no puedes mentirme mientras tengas la cadena negra." Responde, ¿Por qué tu hija tiene los ojos rojos?"
"No lo sé… ¡¡¡Erggg!!!"
"No seas tonta, responde mi pregunta o sigue sufriendo"
"¡¡¡AAArrrrggg!!!"
Pese al constante sufrimiento, Amya lo siguió negando, lo que provocó que las descargas se hicieran más fuertes y duraderas. Luego de cinco descargas más, Amya se recostó sobre la cama, agotada y sin fuerza para continuar. Al ver esto, Gromak se detuvo temiendo que el regalo del Rey demonio se estropeara por su culpa.
"No, no sigas, no sigas, por favor" suplicó Amya de forma sincera.
"No te castigaré si me dices por qué tu hija tiene los ojos rojos"
"No puedo decírtelo, y aunque quisiera hacerlo, tampoco podría. Realice un hechizo de silencio en mí misma para mantener el secreto. Lo único que te puedo decir es que ella es especial, pero no por alguno o malo"
"¿Está maldita?"
La elfa abrió la boca, pero no se escuchó nada, señales de un poderoso hechizo de Voto de Silencio. Es muy común que varios prisioneros de la Liga se echen hechizos para no declarar nada a la Legión, Gromak lo vio varias veces y aunque sus brujos intentaron romper el hechizo los resultados nunca fueron favorables para el prisionero.
En el mejor de los casos, muriendo antes de perder la cordura.
"Está bien, elfa, no te preguntaré más sobre los ojos de tu hija"
"Gracias" La elfa sintio un alivio.
"Por lo que ahora termine el ritual de vinculación, impregnándote con mi esencia"
"¿Qué?"
Gromak se desabrochó el cinturón dejando caer su pesada falda de guerra, se quitó sus hombreras y dejó a un lado su gigantesco garrote de hueso. La elfa miró el cuerpo desnudo de Gromak y se enrojeció, tapándose ligeramente la cara al percatarse de la enorme virilidad del orco. A pesar de ser una elfa de muchos años, sitio el miedo de una jovencita que estaba a punto de perder su virginidad.
…
"¡No aleja esa cosa de mí!" dijo la elfa madura.
La elfa trató de alejarse, pero fue inútil, Gromak la agarró de la pierna y lo levantó, dejándola muy expuesta. Esta era la primera vez que Gromak veía el cuerpo desnudo de una hembra de manera sería y sexual, en especial tan de cerca, por lo que se tomó su tiempo para presenciarlo más, dándose cuenta de lo hermosa que era la Elfa. Su delgada cintura, sus anchas caderas, sus enormes tetas y su piel tan clara, verdaderamente el orco tenía una diosa entre sus manos, una diosa con un cuerpo erótico.
"No, no mires" dijo la elfa muy avergonzada.
Es posible que debido al miedo o las descargas eléctricas, el coño de la elfa comenzó a palpitar, lo cual despertó la interés del orco quien, por curiosidad, comenzó a tocarla. La efla pegó un grito al sentir que algo grande y grueso la estaban tocados.
"Alto, no quieres… eh…" la elfa recordó que estaba de cabeza. "Espera cómo es que…" El orco metió la punta de su índice en el interior de la elfa, lo que provocó una reacción en cadena que estremeció todo el cuerpo de la elfa. "¡Ah! ¡Qué está haciendo!"
El orco ignoró a la elfa y continuó explorando su parte íntima, abriendo ligeramente la entrada con su dedo, aplastando el clítoris como si fuera un botón y finalmente palpando todo el coño con la palma de su mano. Para el orco esto le resulta interesante y muy estimulante, y lo fue aún más cuando el coño de la elfa comenzó a humedecerse.
"Ah… ¿Qué estás haciendo?"
Con tanta estimulación, la verga de Gromak se elevó por primera vez hasta golpear con la nariz de la elfa, quien al inhalar experimentó un aroma familiar. Como era de esperarse, la verga de un orco es grande, lo suficientemente grande como para aterrar a cualquier hembra. La elfa se preguntó si esa cosa monstruosa podria caver dentro de ella, pero sus pensamientos fueron interrumpidos cuando Gromak comenzó a lamer su coño.
"Haah que estas… ¡Hnngh!"
Conforme la lengua áspera de Gromak se metía en su interior, sus fluidos comenzaron a chorrear por su cuerpo, desde sus muslos hasta su cuello, la elfa comenzó a excitarse mientras aún tenía la verga de Gromak al frente de su cara. El hedor del orco la estaba confundiendo y la estimulación la estaba destruyendo; hasta que la elfa comenzó a perder el juicio.
"No… no sigas…"
Confundida, o quizás solo excitada, la elfa agarró la verga del orco, cerró los ojos y comenzó a lamerlo. Gromak se sorprendió por esto, pero no se detuvo y continuó lamiendo el coño de Amya. La elfa había botado su orgullo y arrogancia para ahora mamar la verga del asesino de su esposo, pero eso no le importaba, es más, aquel penetrante olor le resultaba muy rico y adictivo.
La elfa no pudo resistirlo más y con mucha dificultad comenzó a mamar la verga de Gromak mientras mantenía los ojos cerrados. La presión de la boca de la elfa provocó que el orco se excitara aún más, sintió que algo venía, así que abrazó el cuerpo de la elfa y metió su verga hasta su garganta, liberando por primera vez toda su esencia en el interior de una hembra.
"¡¡Mmmnngh!!"
La alfa madura sintió cómo era asfixiada y ahogada por la esencia del orco, comenzó a tener miedo de morir, pero entonces Gromak la soltó y dejó caer sobre la cama, derramando toda su esencia sobre su cara.
"¡Cof! cof! ¡Bestia! Que me hiciste… Yo… yo no quería hacer eso"
La elfa, con la cara roja y manchada con la esencia del roco, se tapó sus tetas y miró al orco con una expresión de furia, pero al mismo tiempo de confusión. Los elfos, pese a que tienen las mismas necesidades físicas y deseos carnales como cualquier mortal, normalmente reprimiendo sus impulsos primarios para obtener la bendición de sus dioses. Es por eso que dejarse llevar por el deseo sexual es algo muy humillante, en especial si se trata de un orco.
Gromak vio el rostro de la elfa, una expresión de furia ruborizada, una combinación de vergüenza e irá que proboco en el orco una necesidad salvaje por tenerla, poseerla y preñarla. Por primera vez entendió a sus compañeros de armas, aquellos que gastaban todo su sueldo militar en prostitutas o esclavas sexuales.
"Maldito orco, solo hay un hombre en este mundo que puede tomar este cuerpo a su placer y ese no eres tú"
La elfa atacó al orco, pero entonces las cadenas negras se activaron y la castigaron con dolor, cayendo sobre la cama sin deseos de luchar. Gromak la vio y sintió un poco de lástima, pero no la suficiente como para detenerse, abrazó el cuerpo de la elfa descendiendo sus manos hasta agarrar su redondo trasero. La elfa intentó resistirse, pero aquel extraño olor la volvió a confundir.
"Tú… asqueroso orco" La elfa abrazó el cuello del orco con sus brazos. "No te confundas, esto lo hago por mi hija"
La elfa sintió cómo la verga del orco tocaba la entrada de su coño, el temor de recibir tremenda virilidad la abrumó, pero tenía que hacerlo y proteger la castidad de su hija.
"Uh… promete que no tocaras a mi hija… promételo" La verga del orco entró en su cuerpo. "¡Hanghh! ¡Promételo!" el orco comenzó a moverse abriendo en interior de la elfa con cada empuje. "¡¡Haangh!! ¡¡No!! ¡¡Promételo!!"
El orco continuó violando el coño de la elfa madura, sintiendo sus entrañas con la verga, mientras ella continuaba gritando.
"¡¡Promételo!! ¡¡Ah!! ¡¡Haah!!"
La elfa resistió las embestidas del orco, sintiendo cómo su cuerpo la traicionaba al sentir más placer que dolor. Hasta que sintió cómo la verga del orco se hacía más grande y su velocidad aumentaba. Solo podía significar una cosa, el orco estaba por venirse.
"¡¡No!! ¡Adentro no…! ¡Por favor, al menos prométeme que no tocaras a mi hija…! ¡¡Promételo!!
Gromak ignoró las súplicas de la elfa y liberó toda su esencia en el interior de la elfa. Esto provocó que ella sintiera una ola de placer tan fuerte que aceleró su orgasmo.
"¡¡Ughh…!! ¡¡¡Haangh…!!! !!!Haah…¡¡¡"
Al inyectar directamente su esencia en el interior de la elfa, la maldición de las cadenas negras se completó, vinculando sus almas por toda la eternidad. La marca en el pecho de la elfa comenzó a brillar y a arder, pero entonces algo pasó. Una nueva marca se encendió en el vientre de la elfa, una cresta maldita con peculiares símbolos anularon la vinculación regresandolos a su estado anterior.
Esto dejó confundido al orco y a la elfa.
La elfa no tenía recuerdos de esta extraña cresta en su vientre. Intento recordar algo, pero con solo pensarlo su cabeza comenzaba a doler. Se supone que esto debería ser algo bueno, al final su alma no se vínculo con la del orco, pero por alguna razón eso la frustraba.
El orco no entendía por qué pasó esto, pensó que lo estaba haciendo bien hasta que algo malo pasó. Quizás fue la inseguridad, el miedo, la pena, la vergüenza o quizás solo excusas de un primerizo que no sabes qué hacer cuando algo sale mal. Todas las respuestas son válidas, ya que para el guerrero más fuerte de la Leguion el sexo sigue siendo un misterio apenas explorado.
Ambos estaban realmente confundidos, sabía muy bien que en este mundo violento y depravado hay fuerzas divinas que son los artífices de ciertos eventos. Provocando guerras y tragedias por puro capricho, pero también reconciliaciones y amores inesperados.
La elfa, a quien no le agrada la intervención divina o ser parte de esos caminos misteriosos, no tenía intención de permitir que una fuerza extraña decidiera por ella, su orgullo, aunque retorcida e ignorada por el furor del momento, no lo permitiría. Ella se arrastró hasta sentarse encima del orco, movió sus manos hacia su cuello, pero no para ahorcarlo, sino para acercarse a su oído.
"Sí, si no vas a prometerme, que no tocarás a mi hija". La elfa madura se sentó en la vega del orco. "Entonces exprimiré toda tu lujuria, hasta que ya no puedas tocar a ninguna otra mujer"
La elfa sonrió, excitada por el aroma corporal, metió la enorme verga del orco en su interior y comenzó a moverse desidia con proteger a su hija de los deseos lujuriosos de aquel monstruoso ser y vencer la fuerza extraña que lo salvo.
El orco vio la determinación en los ojos de la elfa y para no quedarse atrás también se unió. Aquella vergüenza de su primera vez no definiría las siguientes veces, así que empujó a la elfa hacia delante y comenzó a moverse junto con la elfa.
Ambos, no amantes, se fusionaron de forma salvaje por toda la cama. Cada vez que el orco terminaba adentro de la elfa, el vínculo volvía a fallar, así que frustrados lo volvían a hacer una y otra vez, hasta que olvidaron sus motivos y solo cogieron como animales hasta quedar completamente agotados.
…
Elora siguió admirando su reflejo como un gran hedonista, movió su flequillo y abrió su boca para ver sus dientes, contando treinta dientes. En ese momento escuchó un fuerte chillido, o graznido, proveniente del interior de la cueva, pero no le tomó importancia y continuó observándose.
El tiempo pasó y comenzó a perder el interés en su reflejo, llegado la noche y siendo momento de dormir. Curiosa, fue hacia el interior de la cueva en busca de su amo. Cuando llegó, encontró una gran cama en donde Gromak y su madre descansaban desnudo uno sobre el otro.
La cama tenía un olor extraño, pero la piel que lo envolvía era suave y cómoda, por lo que se acostó al lado y durmió profundamente.
En sus manos aún sostenía el espejo, en el cual se reflejaron dos puntos rojos, como si adentro se encontrarán algo que misteriosamente despertó.