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Chapter 93 - cap 93

La tensión en el aire era palpable. Naegi Makoto se encontraba sentado en una de las habitaciones del carruaje de dragones, rodeado por sus amigos y aliados. El tema en discusión giraba en torno a Lois, la arzobispal del pecado de la Gula, quien había estado presente en su vida de maneras que desafiaban la lógica y la moral. Sabía que la situación era delicada, y que el camino hacia el perdón no sería sencillo, pero sentía que era un camino que debía explorar, a pesar de la resistencia de los demás.

"Lois...", comenzó Naegi, su voz firme pero suave. "Sé que has hecho cosas terribles. No puedo ignorar eso, y no pretendo que todos lo hagan. Pero creo que hay algo más en ti. Algo que ha cambiado." Miró a sus compañeros, buscando en sus ojos alguna señal de apoyo. La mayoría aún mantenía una expresión de desconfianza, y eso lo inquietaba. "Desde que llegamos a este imperio, he visto cómo has tratado de ayudarme. Has arriesgado tu vida en más de una ocasión. No creo que eso sea algo que una persona malvada haría."

"¿Por qué sigues defendiendo a esa chica?" interrumpió Garfield, su voz llena de frustración. "Es una arzobispo del pecado. No hay redención para ella. ¿Acaso no lo entiendes?" Naegi sintió que el peso de la mirada de todos recaía sobre él. Cada uno de ellos había sufrido a manos de los arzobispos, y su dolor era palpable. Pero también sabía que no podía dejar que ese dolor los cegara ante la posibilidad de cambio.

"Lo sé", respondió Naegi, "pero... ¿y si Lois no es la misma persona que antes? ¿Y si, de alguna manera, ha cambiado? Todos merecen una segunda oportunidad, ¿no?" La habitación se llenó de murmullos. Algunos se veían reacios a aceptar sus palabras, mientras que otros parecían considerar la posibilidad.

"¿Y qué hay de las víctimas?" preguntó Otto, su voz quebrada por la indignación. "¿Qué le diremos a aquellos que sufrieron por culpa de su existencia?" Naegi sintió que la presión aumentaba, pero se mantuvo firme.

"Entiendo su dolor. Yo también he sido víctima de sus acciones. Pero, si no intentamos comprender lo que Lois está atravesando, si no le damos una oportunidad, entonces ¿qué somos nosotros? ¿Nos convertiremos en lo mismo que ella fue?" Sus palabras resonaron en la habitación, y aunque algunos continuaban en desacuerdo, otros comenzaron a cuestionar sus propias creencias.

Mientras tanto, en una habitación contigua, el emperador Vincent se encontraba atrapado en una conversación tensa con Flap y su hermana Medium. Flap había detenido al emperador por una razón, y esa razón tenía que ver con un mensaje que había recibido del falso emperador. "Verá, me han confiado el último mensaje del falso emperador", dijo Flap, interrumpiendo el monólogo de Vincent. El emperador, que había estado a punto de perder la calma, se detuvo, intrigado. "¿Qué quieres decir con eso?"

Medium sonrió traviesamente, sabiendo que el destino del imperio podría cambiar en ese instante. "Lo que queremos es asegurarnos de que comprenda la gravedad de la situación. No solo su futuro, sino el de todos nosotros." La intriga creció cuando Flap reveló que tenía información crucial para el emperador, algo que podría cambiar el curso de la guerra que se avecinaba.

Mientras tanto, en el carruaje de dragones, Naegi continuó su defensa de Lois, hablando de los momentos que había compartido con ella, de las veces que había sentido que, a pesar de su oscuro pasado, había algo genuino en su deseo de ayudar. "Recuerdo el tiempo que pasé con ella en la isla de gladiadores", comenzó a narrar. "No era la misma persona que había conocido en el salón de los recuerdos. Ella estaba intentando ser mejor, y yo no podía dejar que el pasado la definiera por siempre."

Anastasia lo interrumpió, "Naegi, no puedes simplemente ignorar lo que hizo. El daño que causó no se olvida. La verdadera pregunta es, ¿qué haremos después de la guerra? ¿La dejaremos ir? ¿Desaparecerá sin más?" Naegi sintió que su corazón se encogía. Sabía que no había respuestas fáciles, pero también creía que la conversación debía continuar.

"Podemos hacer más. Podemos ofrecerle una oportunidad de redención. Pero eso solo funcionará si ella está dispuesta a cambiar", replicó Naegi, su voz llena de determinación. "Si Lois quiere ser perdonada, debe demostrarlo. No solo con palabras, sino con acciones. Tiene que ayudar a otros, reparar el daño que ha causado. Es un camino difícil, pero no es imposible."

Los murmullos continuaron, pero Naegi pudo ver que algunos de sus amigos comenzaban a considerar su perspectiva. "Lois no es solo un monstruo. Es una chica que ha sufrido, al igual que nosotros. Si ella puede encontrar la forma de redimirse, entonces quizás haya esperanza para todos nosotros. Porque si no hay esperanza, ¿qué nos queda?"

De repente, la puerta se abrió y Lois entró, su mirada llena de determinación. "Yo... quiero cambiar", dijo, su voz temblando. "No sé cómo, pero estoy dispuesta a hacer lo que sea necesario para enmendar mis errores. Quiero ayudar. Quiero ser parte de este equipo, no solo un peso muerto."

Naegi sonrió, sintiendo que su corazón se llenaba de esperanza. "Entonces, empecemos por aquí, Lois. Necesitamos que luches a nuestro lado. Pero también necesitamos que te enfrentes a lo que has hecho. Y si estás dispuesta a hacerlo, entonces te apoyaré."

"¿Realmente crees que puedes perdonarme?" preguntó Lois, sus ojos brillantes de lágrimas. "¿Después de todo lo que he hecho?" Naegi asintió, firme en su convicción. "Sí. Pero no será fácil. Tendrás que demostrarlo, no solo a nosotros, sino a ti misma."

El ambiente se volvió más ligero, como si un peso hubiera sido levantado. Rem miró a Lois con una mezcla de dolor y esperanza. "Si decides hacerlo, entonces yo también te apoyaré. Pero no olvides que muchos están heridos por tus acciones. Esto no terminará aquí."

Naegi se sintió aliviado al ver que, aunque la lucha por el perdón sería ardua, había dado el primer paso hacia la redención. Lois sonrió débilmente, sintiendo que, tal vez, había una oportunidad de cambio. En ese instante, supo que su vida nunca volvería a ser la misma y que el camino hacia la redención sería largo, pero no lo haría sola.

Así, con el eco de las decisiones y promesas resonando en el aire, el grupo comenzó a trazar su camino hacia la batalla que se avecinaba, cada uno llevando sus propias cicatrices y esperanzas, mientras el futuro del imperio pendía en un hilo.

Naegi Makoto ajustó sus gafas mientras observaba el entorno que lo rodeaba. La atmósfera estaba cargada de tensión, y las palabras de Ram resonaban en su mente. Había tomado la decisión de confiar en Espica, la arzobispo del pecado, a pesar de las objeciones de sus amigos. A veces, la mala suerte de Naegi jugaba a su favor, y en ese momento, necesitaba que esa suerte lo guiara.

"Así que le has dado un nombre poético", dijo Ram, alzando una ceja de manera crítica. "Pero sabes que estás a punto de utilizar a un arzobispo del pecado. Es mejor que te detengas."

Naegi sintió que la presión del grupo se intensificaba. Tanza, con su mirada firme y decidida, se unió a Ram en su oposición. "Hemos superado muchos problemas junto a Susam, y sé que incluso utilizó a Cilus, pero hasta ahí. No creo que debamos involucrarnos con un arzobispo del pecado."

La seriedad en sus voces hizo que la determinación de Naegi se tambaleara un instante. Sin embargo, no podía rendirse. "Espica", dijo, dirigiendo su atención a la joven que había sido objeto de tantas dudas, "tú puedes usar tu poder para devolver los recuerdos a Rem, ¿verdad?"

Espica asintió lentamente, pero su expresión era de incertidumbre. "Au... ya veo. Era pedir demasiado", murmuró, mientras movía sus manos en cruz, indicando que no podía resolverlo todo. Naegi sintió una punzada de compasión por ella; todos estaban al borde de un abismo emocional.

"Lo que más me preocupa", continuó Ram, "es que la única razón por la que esta chica sigue viva es porque tiene los recuerdos de Rem. Si no fuera por eso, yo la hubiera destrozado. No quiero arriesgarme. No quiero que los recuerdos de Rem se pierdan."

Naegi respiró hondo, sintiendo el peso de la responsabilidad. "No te preocupes, Espica", dijo con una sonrisa reconfortante. "Encontraremos la manera de usar tu poder."

Tanza lo miró con una mezcla de escepticismo y respeto. "Lo siento, pero no voy a seguir tu consejo", dijo, aunque su sonrisa parecía indicar que apreciaba la valentía de Naegi. "Tal vez podrías convencerme diciendo que es por la supervivencia del imperio o para salvar a Yorn-sama, pero..."

"Eso no es mi estilo", interrumpió Naegi con firmeza. "No quiero ser injusto contigo. Eres una persona importante para mí."

Mientras tanto, en otro lugar, Garfield se ocupaba de Oto, quien había golpeado la pared del vagón con tal fuerza que se había lastimado la mano. Garfield lo atendió en silencio, su preocupación evidente. La situación era tensa, y Oto quería estar lejos de cualquier cosa que implicara perdonar a un arzobispo.

"¿Por qué me estás ayudando?", preguntó Oto, con desconfianza en su voz. Garfield simplemente asentó, recordando las palabras de su madre sobre la importancia de cuidar a los demás. Aunque Oto no lo admitiera, había un aire de camaradería creciendo entre ellos.

Naegi, por su parte, se acercó a Espica nuevamente. "¿Puedes hacer algo por Rem?", preguntó con genuino interés. Espica, aún llena de dudas, movió la cabeza negativamente. Naegi sintió la frustración acumulándose. ¿Por qué el mundo tenía que ser tan complicado?

En ese momento, Oto se sintió interrumpido por la llegada de Anastasia y Julius. "¿Podríamos hablar un rato?", sugirió Anastasia, rompiendo la tensión. Oto asintió, pero su mente aún estaba en conflicto.

"Lo siento, pero no puedo olvidar que ustedes son nuestros rivales", dijo Oto con seriedad, mirando a ambos con desconfianza. "La decisión de utilizar al arzobispo del pecado es solo del imperio. Si hay consecuencias, será el imperio quien las asuma."

Anastasia, con su habitual sonrisa, estuvo de acuerdo. "No importa qué plan usen, la inclusión de un arzobispo nunca será bien recibida. La gente se disgustará."

Mientras tanto, en una esquina del vagón, la conversación entre Oto y Rosu se volvió más tensa. "No puedo caminar en la luz como ustedes", dijo Oto, sintiendo el peso de sus propias decisiones. "No puedo simplemente dejar que todo suceda como si fuera parte de un cuento de hadas."

Rosu, siempre perspicaz, le ofreció un consejo. "No te encierres en un veneno de resentimiento. Eres capaz de más de lo que crees."

La mirada de Oto se endureció. "No necesito tus consejos. La realidad no es tan simple."

Sin embargo, la conversación fue interrumpida por la llegada de Petra, quien, con un gesto inocente, tomó la mano de Oto y dijo: "Escuché que te contuviste para evitar golpear a Naegi. Así que yo lo golpeé por ti."

Naegi, sintiendo que la situación se volvía más caótica, decidió que era hora de actuar. "Chicos, necesitamos unirnos. Si no lo hacemos, todo esto podría terminar en desastre."

Mientras tanto, en otro vagón, Flap y Medium estaban teniendo una conversación tensa con el emperador. Con una mezcla de respeto y temor, Flap preguntó sobre la traición de Valero, buscando respuestas que pudieran cambiar su perspectiva.

"Lo que dicen los rumores es cierto", respondió el emperador con frialdad, "pero hay verdades más profundas detrás de cada historia."

Flap, sintiendo que la conversación tomaba un giro inesperado, continuó: "¿Valero realmente buscaba venganza?"

El emperador, tras una pausa, reveló que la realidad era más compleja de lo que Flap había imaginado. "Valero quería vengar a su amigo, pero su camino estaba lleno de sombras."

Mientras las historias se entrelazaban y los destinos de todos se cruzaban, Naegi se dio cuenta de que la lucha no era solo contra los enemigos externos, sino también contra los demonios internos que habitaban en cada uno de ellos. En ese mundo lleno de desafíos, la esperanza y la amistad eran las únicas verdaderas armas que podían usar.

"Así que, ¿qué hacemos ahora?", preguntó Naegi, mirando a sus amigos, sabiendo que juntos podrían enfrentar cualquier adversidad. La luz de las estrellas brillaba en el cielo, y aunque el camino era incierto, Naegi estaba decidido a encontrar una manera de avanzar, con todos a su lado.

La escena se desarrollaba de manera frenética en el vasto y desolado horizonte. Jbel, con su determinación característica, estaba sentado en el techo del vehículo que transportaba a Naegi y Vincent. Este transporte, una impresionante serie de vagones conectados, era arrastrado por dragones de tierra, majestuosos pero temerosos ante la presencia de los dragones zombies que se acercaban a gran velocidad. Jbel divisó a lo lejos un dragón enorme, su silueta oscura destacaba entre la bandada de criaturas no muertas.

"Ese será problemático," exclamó Jbel, sintiendo el aura amenazante del dragón gigante. Los dragones de tierra temblaron de miedo, pero Patrasche, su leal compañero, rugió con fuerza, calmando a las bestias. Sin dudarlo, Jbel saltó del carruaje y se lanzó a la carga contra su formidable enemigo.

Mientras tanto, en el interior del vagón, Naegi contemplaba la escena a través de la ventana. Su mente estaba llena de pensamientos sobre la situación que se desarrollaba afuera, cuando de repente, Petra apareció y le dio una cachetada.

"Esto va por mí y por Oto," dijo con furia, pero Naegi, ensimismado en la batalla que se avecinaba, no pudo prestarle la atención que merecía. Estaba más preocupado por el ejército de dragones zombies que se acercaba, especialmente por un dragón negro de tres cabezas que Emilia, al lado de Naegi, identificó con asombro.

"¡Es un dragón zombie gigante!" gritó Emilia, señalando la criatura con seis ojos dorados que brillaban como faros en la oscuridad.

"¡No puede ser! Es el Bgem de tres cabezas," añadió Ram, con la voz temblorosa.

"Lo conozco," respondió Yam, con una expresión de terror. "Es el temido Dragón Negro que una vez sembró el caos en la frontera entre el reino y el Imperio. Su abuela, la matriarca de la familia Roswal, perdió la vida a causa de este monstruo."

Naegi sintió un escalofrío recorrer su espalda. Este dragón no era solo un enemigo formidable; era un símbolo de una tragedia pasada que resonaba en el presente. "Parece que estamos enfrentando a un enemigo que de verdad no debemos subestimar," comentó, tratando de mantener la calma en medio de la creciente tensión.

Justo cuando estaban a punto de moverse, Naegi sintió un dolor ardiente en su pecho. Alarmado, se quitó la camiseta, revelando una marca en forma de ojo, idéntica a la que Beatriz mostraba en su propio cuerpo. La preocupación se apoderó de él. "¡Debemos movernos!" gritó, pero antes de que pudiera reaccionar, Rem se lanzó sobre él, apartándolo justo a tiempo antes de que un ataque impactara donde había estado un segundo antes.

El caos se desató en los vagones. Mientras tanto, Petra y Oto miraron a Roswal, quien también reveló una marca similar en su pecho. "Parece que hemos sido marcados por el enemigo," dijo Roswal con una voz grave.

"¿Qué significa eso?" preguntó Petra, llena de ansiedad.

"Es una marca de control," respondió Oto, con un tono de preocupación. "Debemos alejarnos de él antes de que sea demasiado tarde."

Sin previo aviso, la ventana estalló en mil pedazos y un no muerto con una armadura negra y tijeras gigantes irrumpió en el vagón, causando pánico entre los ocupantes. Roswal, sin dudarlo, lanzó un hechizo de fuego que envolvió al enemigo en llamas, mientras otros soldados de armadura negra comenzaban a invadir los vagones.

"¡Esto se está convirtiendo en un campo de batalla!" pensó Naegi, sintiendo el peso de la responsabilidad sobre sus hombros. En otro vagón, Vincent sintió un dolor similar en su pecho y comprendió que el enemigo había vuelto para reclamar lo que era suyo.

Mientras tanto, en otro vagón, Medium gritó a Flap y a Vincent que corrieran, intentando protegerlos de la invasión de zombies. "¡Corran y escapen!" dijo, mientras se lanzaba a la batalla. Flap, visiblemente asustado, no podía entender lo que estaba sucediendo. "¿Qué significa esta herida?" preguntó, mirando a Vincent.

"Esa marca es la habilidad de mi hermano Paladio," respondió Vincent, recordando la traición y la muerte de su hermano. "Él la usaba para comunicarse con aquellos a quienes había marcado. Parece que tras su muerte, esta habilidad ha evolucionado."

Mientras el caos reinaba, el grupo comenzó a organizarse. Serena y Anastasia coordinaban los esfuerzos de defensa, mientras que Garfield se negaba a rendirse a pesar de las adversidades. "No te rindas," gritó, atacando a los enemigos con fervor.

El combate se intensificaba y los vagones comenzaron a ceder bajo la presión del ataque enemigo. "¡Debemos hacer algo!" exclamó Anastasia, mirando a su alrededor, sintiendo que la situación se tornaba desesperada.

En ese momento, Goslan, con su masa en mano, derribaba zombies a su paso, pero la aparición constante de enemigos parecía interminable. "Esto es una estrategia sucia," murmuró, mientras observaba a los dragones zombies que lanzaban soldados sobre el carruaje.

"¡Son del Cuerpo de Poda!" gritó, reconociendo a los soldados que atacaban con tijeras. La voz de Lamia resonó en el aire, recordando a todos la amenaza que representaba. "¿Acaso olvidaron quiénes somos?" decía, mientras su figura se multiplicaba, creando clones que atacaban a los sobrevivientes.

"¡Resistamos!" gritó Garfield, mientras la batalla se intensificaba. Un estruendoso rugido resonó en el aire, y todos sabían que el Valgren de tres cabezas estaba a punto de entrar en acción.

La desesperación se apoderaba de los presentes, pero Naegi, con su característica amabilidad y determinación, se negaba a rendirse. "Debemos unir fuerzas y luchar juntos," dijo, recordando a todos que su esperanza residía en la unidad. "Si nos mantenemos firmes, podemos encontrar una salida."

Los ataques continuaron, y mientras los enemigos inundaban el carruaje, Naegi y sus compañeros se preparaban para enfrentar lo que parecía ser una batalla sin fin. Con cada golpe, con cada hechizo, la esperanza de un futuro mejor brillaba tenuemente, como una estrella en la oscuridad de la noche.

Y así, con el eco del pasado resonando en el presente, la lucha por el futuro del Imperio apenas comenzaba.