Parte 2
Estaba esperando el suceso en el techo de mi casa.
Me emocioné demasiado. ¿Es como un videojuego? Ah... mis estadísticas son horribles. No tengo nada: ni talento, ni habilidades, ni clase. ¿Cómo puede ser? ¿Soy un perdedor aquí también? Qué decepción.
Ahhhhhh
¿Eh? ¿Qué son esos gritos? Giré la cabeza hacia el lugar de donde provenían. Vi a una chica tirada en el suelo. Grité:
—¡¿Estás bien?!
No respondió. Ella seguía mirando fijamente algo mientras estaba arrodillada. Giré la vista en esa dirección y lo vi: un gran animal con pelaje oscuro, pero con la cara blanca y unas manchas rojizas. Me pregunté: ¿Qué es eso?
Cuando me di cuenta, mi cara cambió. Había cuerpos detrás de él. El enorme animal comenzó a correr hacia la chica.
Desesperado, le grité:
—¡Corre!
Pero ya era tarde. Ese animal ya tenía la cabeza de la chica en su boca.
Al ver esa escena, vomité. Levanté la mirada para ver al animal otra vez y nuestros ojos se cruzaron. Fue entonces cuando escuché la voz de mi madre:
—¡Erza, entra ya!
Me giré hacia la puerta donde estaba mi madre y pregunté, todavía asustado:
—¿También lo viste?
La cara de mi madre estaba seria. Simplemente me dijo con voz firme:
—Que entres.
—¡Pero mamá, mira! ¡Allí abajo, un animal acaba de comerse a una persona! —grité mientras señalaba.
Volví a mirar, pero el animal ya no estaba. Cuando giré de nuevo hacia mi madre, ella gritó desesperada:
—¡Cuidado!
Sentí un gran peso sobre mí y caí de espaldas. El enorme animal estaba encima de mí. Comencé a gritar desesperadamente:
—¡Me va a comer! ¡Me va a comer!
Me retorcía intentando liberarme, pero era demasiado pesado. No quiero morir, pensé.
Mi madre agarró un palo que estaba en el techo y golpeó al monstruo, haciéndolo retroceder. Me tomó del brazo, me levantó y dijo:
—¡Entremos rápido!
Cerramos la puerta del techo y corrimos hacia abajo, agitados, donde estaban mi hermana menor y mi padre.
Mi padre nos miró y preguntó:
—¿Qué pasó?
Mi madre respondió:
—Había un monstruo arriba.
—¿Monstruo? —pregunté, sorprendido.
—Sí —dijo mi madre—. En las noticias dijeron que han aparecido monstruos por todo el mundo.
Me quedé atónito por lo que acababa de escuchar. ¿Entonces eso era un monstruo? Pensándolo bien, tenía sentido. Un animal normal no podría saltar tan alto pero todavia era difícil de creer .
—Pon las noticias —dijo mi madre.
Mi padre encendió la televisión.
Noticiero: "Han aparecido monstruos alrededor del mundo. Recomendamos no salir de casa por ahora."
De pronto, escuché un ruido fuerte proveniente del techo. Pregunté:
—¿También lo escucharon?
Todos asintieron con la cabeza.
Con una voz temblorosa, pregunté:
—Mamá... ¿será ese monstruo?
Entonces se escucharon pasos en el segundo piso. Mis padres me miraron y gritaron al mismo tiempo:
—¡Agarra a tu hermana y corre al garaje!
—¡Pero mamá...!
No me dejaron terminar la frase. Mi padre empujó a mi hermana hacia mí y dijo con una cara seria:
—¡Ve!
Tomé a mi hermana de la muñeca y corrí hacia el garaje. Ella forcejeaba mientras gritaba:
—¡Mamá, papá!
Mi hermana tenía solo ocho años, así que no fue difícil llevarla al garaje a pesar de su resistencia.
Nos escondimos detrás del carro. Comencé a escuchar ruidos:
Crack, crack...
¡Ahhhhhh!
¡Deja a mi esposa!
Rápidamente tapé los oídos de mi hermana.
Comencé a temblar. Nunca fui valiente. Siempre me daban miedo muchas cosas. Cerré los ojos para no pensar en la realidad. No sentí cuando mi hermana se soltó. Cuando me di cuenta, estaba frente a la puerta.
—¡Sofía, regresa aquí! —grité.
No me hizo caso. Abrió la puerta y gritó:
—¡Mamá, papá!
Corrió hacia allá.
Quise levantarme, pero estaba paralizado por el miedo. Quiero morir por mi inutilidad, pensé mientras lloraba.
De pronto, escuché la voz de mi madre:
—¡¿Qué haces aquí?! ¡Vete!
Entonces escuché un grito:
¡Noooooo!
Todo quedó en silencio. Me levanté temblando y atravesé la puerta. Lo que vi me dejó paralizado: mi madre estaba en la boca del monstruo, que yacía en el suelo. Mi padre estaba en un charco de sangre.
Corrí hacia mi padre y me agaché.
—¡Estarás bien! ¡Estarás bien! —le repetí con una voz temblorosa.
Mi padre apenas pudo hablar:
—No me queda mucho... ve por tu hermana... sálvala.
—¡Pero...!
—¡Rápido! —me interrumpió con una voz débil—. Salva a Sofía...
Miré hacia donde señalaba. Sofía tenía una gran herida en el pecho. Corrí hacia ella. Acerqué mi dedo a su nariz: todavía respiraba, pero cada vez más débil. Me desesperé.
—¡Ayuda! —grité desesperadamente.
Entonces apareció una pantalla frente a mí:
Clase Guardián
Habilidad: Transferencia vital
Descripción: Al matar a un ser vivo, puedes absorber parte de su vitalidad y transferirla a otra persona. Solo puede usarse en una persona.
¿A quien mato? No hay tiempo, ella no sobrevivira, pensé. Escuché un ruido detrás de mí. Era el monstruo, apenas vivo.
Vi un cuchillo cerca de mi padre. Lo recogí y, con furia me acerque al monstruo, apuñalé al monstruo una y otra vez mientras la sangre morada caía sobre mi. El monstruo dio su último rugido y desapareció.
Apareció una pantalla:
"Has obtenido 1 hora de vitalidad. ¿Deseas transferirla a Sofía?"
Rápidamente grité:
—¡Sí!
"Tranferencia exitosa. Debido a las heridas de la portadora y que estaba muerta, el tiempo ha sido reducido a 30 minutos."