El último guardián era un dragón con alas rotas, encadenado frente a un portal hecho de sombras. El Heraldo de la Nada escupía fuego negro que consumía incluso la luz, y su mirada era un abismo que amenazaba con devorar a Quin.
La batalla fue feroz. Quin tuvo que usar todo lo que había aprendido en sus enfrentamientos anteriores: velocidad, estrategia y resistencia. Finalmente, logró romper las cadenas del dragón, liberándolo de su tormento.
El Heraldo, agradecido, usó su último aliento para abrir el portal hacia el enfrentamiento final.
Capítulo Final: Quin, el Portador de la Oscuridad
Más allá del portal, Quin encontró una sala iluminada por una luz débil. En el centro, lo esperaba una figura idéntica a él, pero envuelta en sombras. Era su versión oscura, la manifestación de sus dudas, miedos y errores.
La batalla final fue tanto física como espiritual. Cada golpe que daba a la Oscuridad también lo hería a él. Los monstruos del pasado surgieron, tratando de impedirle avanzar, pero Quin perseveró.
Finalmente, comprendió que no podía derrotar a la Oscuridad odiándola, sino aceptándola como parte de sí mismo. Con un último esfuerzo, fusionó la luz y la oscuridad dentro de él, restaurando el equilibrio.
El mundo comenzó a sanar, y Quin, ahora completo, caminó hacia el amanecer.