Eran aproximadamente las 12:33 de la madrugada, y estaba terminando unas diapositivas,ya que la tarea debía entregarse a las 7:00 a. m. [La próxima vez no dejaré los deberes para última hora], pensé mientras trabajaba. De repente, escuché que alguien tocaba la puerta. Me levanté del sofá y fui hacia la entrada. Al abrir, no había nadie.
"Necesito terminar... estoy tan cansada que ya estoy imaginando cosas", me dije a mí misma mientras cerraba la puerta. Regresé a la sala y, finalmente, después de unas horas, terminé las diapositivas. Estaba a punto de irme a mi habitación cuando volvieron a tocar la puerta pero esta vez con más fuerza.
Me acerqué nuevamente y, al abrir, vi a una niña parada frente a mí.
"¿Me dejas pasar?", preguntó con una voz fría y una sonrisa escalofriante.
Cerré la puerta de golpe, recordando una de las reglas:
☆ No abras la puerta después de las doce. ☆
Era una advertencia clara en esta área: si alguien pide entrar después de medianoche y le permites hacerlo, estás cediendo tu lugar en el mundo, comenzando una lucha donde solo uno puede quedar.
Un silencio inquietante llenó el aire, pero pronto fue interrumpido por golpes más violentos, como si lo que estuviera al otro lado pudiera romper la puerta en cualquier momento. De repente, los golpes cesaron. Sentí alivio, pero duró poco.
Comencé a sentir una respiración helada cerca de mi cuello. Estaba tan asustada que no tuve el valor de voltear. Cerré los ojos con fuerza, intentando mantener la calma. Entonces, escuché una voz infantil susurrar en mi oído:
"Gracias por abrirme la puerta... pero qué mal que no me dejaste pasar."
Abrí los ojos al escuchar la alarma de mi teléfono pero noté que estaba acostada en mi cama y ya eran las 6:00 a. m.
"De seguro fue un sueño", me dije en voz alta para convencerme de que nada había sido real. [Debo prepararme para el colegio], pensé al mirar la hora en mi celular. Mi pensamiento fue interrumpido por la llamada de mi hermana.
"¿dónde estás?", preguntó
"En casa, ¿por qué?", respondí, desconcertada.
"No salgas, ¿de acuerdo?", dijo mientras su voz temblaba.
"¿Qué sucede? ¿Por qué no puedo salir?", pregunté, burlándome un poco.
"No te asustes, pero te estoy viendo desde mi ventana... y yo estoy en el décimo piso. Sara, ¿le abriste la puerta a alguien después de las doce?"
Titubeé antes de responder, pero confesé:
"Sí..."
"Entonces no le abras a nadie más y.&%@...". Su voz comenzó a distorsionarse, y la llamada se cortó.
Fue entonces cuando sentí otra vez esa respiración helada en mi cuello. Miré al espejo frente a mí, y lo que vi me paralizó: en lugar de mi reflejo, estaba la niña, con una sonrisa macabra justo en ese momento recordé otra regla:
☆ No mires los espejos si los has dejado pasar☆
Un golpe en la ventana rompió el silencio. Me negué a mirar, pero al hacerlo vi un cartel pegado en el vidrio de la ventana:
"Solo abre la ventana y déjame entrar... tengo mucho frío."
"¿Quieres que te abra?", pregunté, como si esperara respuestas
"Deberías hacerlo", respondió una voz infantil.
"¿Por qué?", pregunté con curiosidad.
"¿Por qué no?", replicó.
En un solo parpadeo La niña apareció mientras seguía observándome, con esa perturbadora sonrisa. Tomé mi teléfono y llamé a mi hermana. Al mismo tiempo, vi que la niña sacaba su propio celular. De pronto, recibí una notificación:
"Deberías ir a tu cuarto."
Corrí escaleras arriba y cerré la puerta de mi habitación y me giré y la vi allí, sentada en mi cama, mientras la ventana estaba abierta.
"Como no me abrías la puerta, tuve que entrar por la ventana", dijo tranquilamente.
Intenté ignorarla. [Ya rompí dos reglas, no puedo romper más], pensé.
"Oye, tengo hambre. Iré a prepararme algo", dijo antes de salir de mi habitación.
Aproveché el momento para asegurar la puerta y tratar de calmarme. Después de un rato, bajé, pensando que ya se había ido. Pero estaba ahí, sentada en el sofá, comiendo un sándwich mientras veía la televisión.
"¿Qué eres?", le pregunté con curiosidad
"¿De verdad quieres saberlo?"
"Am...."
Tocaron la puerta nuevamente. Fui a abrir y allí estaba mi hermana. Me abrazó, pero algo no se sentía bien asi que me aparté aparte un poco de ella
"Lo siento...", murmuré.
Ella me miró con horror. "¿Qué hiciste?"
Cerré la puerta y saqué de mi bolsillo la hoja con las reglas. Al leerla, entendí que las había roto todas. Pero, extrañamente, me sentí emocionada.
Autor:LM♡