Capítulo 2: La visita
Aaron volvió al almacén, tratando de procesar lo que acababa de pasar. Miguel lo miró con incredulidad.
—¿Qué hiciste?
—Ayudé a alguien. Eso fue todo.
—No deberías haberte metido. Aquí no funciona así, amigo.
Aaron no respondió. Terminaron el turno en silencio, y poco después regresaron al apartamento. Pero Aaron no podía dormir. Cada vez que cerraba los ojos, veía al hombre corpulento y el miedo en el rostro de la chica.
A las cinco de la mañana, alguien llamó a la puerta.
—¿Quién será a esta hora? —murmuró Miguel, levantándose con cautela.
Aaron se incorporó de la cama, alerta. Miguel abrió la puerta lentamente. Al otro lado estaban dos hombres vestidos con trajes oscuros. Uno de ellos, alto y de mandíbula cuadrada, habló con voz grave:
—¿Aaron Lamana?
Miguel dio un paso atrás.
—¿Qué quieren con él?
El hombre lo ignoró y miró directamente a Aaron.
—Tenemos que hablar.
Aaron se acercó lentamente.
—¿Quiénes son ustedes?
El segundo hombre, más bajo pero con ojos fríos, sacó una tarjeta del bolsillo y se la mostró a Aaron. No decía nada más que un nombre: Giovanni Moretti.
—Nuestro jefe quiere verte. Ahora.
Aaron sintió un nudo en el estómago.
—¿Qué quiere de mí?
—Agradecerte, tal vez. O algo más. Eso lo sabrás cuando lo veas.
Miguel intervino, nervioso.
—Oigan, él no tiene nada que ver con ustedes.
El hombre alto lo miró sin expresión.
—Eso no es algo que tú decidas.
Aaron sabía que no podía negarse. Miró a Miguel, que negó con la cabeza, pero se levantó.
—Está bien. Voy con ustedes.
Mientras salía del edificio con los dos hombres, una sola pregunta rondaba su mente:
"¿Qué he hecho?"