Chapter 90 - La Forja de Magik

El sol apenas había ascendido sobre el horizonte cuando Sholan decidió implementar la primera medida de su entrenamiento.

Extendió las manos y cerró los ojos, recordando lo que había aprendido de Frigga sobre la manipulación de la gravedad. Era una técnica sutil, pero letal si se usaba correctamente.

—Esto nos obligará a adaptarnos más rápido —dijo con calma antes de liberar la técnica.

Un cambio repentino se sintió en el ambiente. Magik, Psylocke y Wanda sintieron como si el peso de sus cuerpos se multiplicara de inmediato.

—¡Tsk! —Magik se tambaleó por un segundo antes de reafirmar su postura.

—¡Demonios, Sholan! ¿Un poco de advertencia, tal vez? —gruñó Psylocke mientras flexionaba las rodillas para soportar la presión.

Sholan sonrió.

—Si se los advertía, habrían intentado prepararse mentalmente, y eso le habría quitado la sorpresa. Ahora sus cuerpos reaccionan de verdad.

—¿Cuánto… aumentaste? —preguntó Avan, sintiendo que cada movimiento de sus nuevos discipulos requería más esfuerzo.

—Para ellos, 5 veces la gravedad normal. Para mí… 20 veces.

Magik alzó una ceja y miró a Sholan con algo de incredulidad.

—¿No crees que es demasiado para ti mismo?

Sholan negó con la cabeza.

—No estoy aquí para hacer las cosas fáciles. Cuanto más peso soporte ahora, más fuerte seré después.

Avan miró a Sholan con respeto. Había conocido guerreros dedicados, pero la mentalidad de este joven era diferente. Era implacable consigo mismo.

—Bien, ahora cada uno comenzará su entrenamiento específico. Magik, ven conmigo.

Magik siguió a Avan hasta un terreno rocoso donde el suelo estaba desgastado por el paso del tiempo.

—Tu Espada Alma es un arma formidable, pero depende demasiado de tu energía mágica —dijo Avan mientras sacaba su propia espada y la sostenía con tranquilidad—. Te enseñaré cómo usar la espada como una extensión de tu cuerpo, no solo de tu magia.

Magik sonrió con arrogancia.

—¿Estás insinuando que no sé cómo pelear con una espada?

—Estoy diciendo que dependes demasiado de tus trucos —replicó Avan con calma—. Si un día te enfrentas a alguien que anule tu magia, ¿qué harás?

Magik apretó los dientes. Ese era un punto válido.

—Primero, tus cortes deben ser más precisos. Atácame con todo lo que tengas.

Magik alzó su Espada Alma y cargó contra Avan con una serie de cortes rápidos. Sin embargo, Avan los desvió con facilidad, leyendo cada uno de sus movimientos como si fueran predecibles.

—Demasiado brusca —comentó mientras esquivaba un golpe ascendente—. No hay fluidez en tus ataques.

Magik trató de aumentar la velocidad, canalizando más energía en su espada. Pero cuando intentó golpearlo desde un ángulo inesperado, Avan simplemente giró su muñeca y con un ligero movimiento, golpeó el filo de la Espada Alma con el costado de su propia espada.

¡CLANG!

El impacto hizo que Magik soltara su arma por un segundo. Un segundo que en un combate real significaría la muerte.

—¡Maldición…!

Avan sonrió.

—Ese es tu primer error: piensas que la espada es solo una herramienta. Debe ser una parte de ti.

Magik recogió su arma con frustración y respiró hondo.

—Bien. ¿Cómo hago que sea una parte de mí?

Avan levantó su espada y realizó un corte en el aire.

—Observa.

El movimiento fue fluido, elegante y preciso. No había desperdicio de energía.

—Una espada debe moverse con naturalidad. No se trata de lanzar cortes al azar, sino de entender el flujo del combate. Cada golpe debe tener un propósito.

Magik frunció el ceño y trató de imitar el corte. Su espada cortó el aire con fuerza, pero se notaba que aún había resistencia en su movimiento.

—Otra vez. Pero esta vez, relaja tu cuerpo. Déjate llevar por el corte en lugar de forzarlo.

Magik lo intentó de nuevo. Esta vez, la espada se movió con más fluidez.

—Eso es —dijo Avan con una sonrisa—. Ahora, repítelo mil veces.

Los ojos de Magik se abrieron.

—¿Mil veces?

—Si quieres mejorar, no hay atajos —respondió Avan con firmeza—. Cuando termines, pasaremos al siguiente nivel.

Magik apretó los dientes, pero no se quejó. Si quería volverse más fuerte, tendría que hacerlo de la manera difícil.

Respiró hondo y comenzó a cortar.

Uno.

Dos.

Tres.

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Cien.

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