El sonido del despertador resonó como una descarga eléctrica en la pequeña habitación. Un cuarto oscuro y desordenado que apenas contenía un colchón desgastado, una mesa improvisada con libros apilados y una computadora que parpadeaba con desesperación. Adam, un joven de 19 años, se levantó con dificultad, sus ojos marcados por profundas ojeras.Había trabajado toda la noche, como siempre. Ya fuese estudiando, entrenando su cuerpo o diseñando proyectos que nunca verían la luz. "Debo ser perfecto", se repetía constantemente, como un mantra que lo mantenía funcionando.Adam había crecido sin nada. Sin familia, sin amigos, sin apoyo. Desde que tenía memoria, el mundo le había enseñado a depender sólo de sí mismo. En un entorno tan cruel, se había prometido que nunca sería como los débiles que lo rodeaban. Si quería sobrevivir, tenía que ser el mejor en todo."No hay espacio para el fracaso", pensó mientras se miraba al espejo, observando su rostro demacrado. Una ducha rápida, ropa limpia y salió de su apartamento para enfrentar otro día lleno de retos autoimpuestos.En el campus universitario, Adam no era popular ni querido, pero tampoco lo necesitaba. Siempre había algo en él que intimidaba a los demás: su mirada calculadora, su porte recto y decidido, y la facilidad con la que desmantelaba cualquier argumento en clase o superaba cualquier competencia. Era una mezcla de admiración y temor la que despertaba en sus compañeros.Ese día no fue diferente. En un debate de filosofía, humilló sin esfuerzo al alumno más brillante del grupo. En el gimnasio, batió el récord de levantamiento de pesas. Y, para rematar, terminó primero en un examen de cálculo avanzado que había dejado a más de la mitad de la clase en blanco.Pero Adam no lo hacía por reconocimiento. Lo hacía porque sentía que debía hacerlo, porque no podía permitirse fallar ni un solo instante. Cada victoria era un recordatorio de que estaba vivo, de que seguía adelante.Esa noche, sentado frente a su computadora, Adam repasaba sus logros del día. Pero algo en su cuerpo comenzó a fallar. Primero fue un leve mareo, luego un dolor punzante en el pecho. Su visión se nubló, y su respiración se volvió errática."No... no ahora...", susurró, intentando mantenerse en pie. Pero su cuerpo no respondió. El agotamiento acumulado durante años finalmente había pasado factura. Cayó al suelo, mientras su visión se apagaba por completo. En su último pensamiento, no hubo miedo, sólo una profunda frustración.El silencio lo envolvió. Luego, un destello de luz lo despertó. Pero no estaba en su cuarto, ni en un hospital. Estaba flotando en un espacio infinito, donde las estrellas y galaxias se extendían en todas direcciones. Frente a él, una esfera brillante comenzó a tomar forma, proyectando una voz firme y clara.-Adam Newman, has muerto debido a tu insaciable búsqueda de la perfección. Pero tu determinación ha llamado mi atención. ¿Aceptarías una segunda oportunidad, un nuevo comienzo en un mundo diferente?Adam frunció el ceño. La situación era surrealista, pero si algo había aprendido en su corta vida, era a adaptarse rápidamente.-¿Qué condiciones? -preguntó con cautela.-Serás transportado al universo Marvel, un lugar lleno de oportunidades y peligros. A cambio, recibirás un sistema que te ayudará a alcanzar la verdadera superioridad. Cada vez que demuestres tu superioridad, ya sea física, psicológica o de cualquier tipo, obtendrás "Puntos Imbatibles". Estos puntos podrán ser canjeados por habilidades, poderes o talentos de los personajes más extraordinarios de cualquier mundo.Adam escuchó con atención, sus ojos brillando con una mezcla de interés y ambición.-Además, cada día recibirás una llave de raid que te permitirá enfrentarte a enemigos ajenos a ese universo. Cada victoria será recompensada generosamente.Un destello de determinación cruzó el rostro de Adam. No había espacio para dudas.-Acepto.La esfera brilló intensamente, y una pantalla translúcida apareció frente a él, mostrando las palabras:[Sistema Imbatible Activado]"Bienvenido al universo Marvel. La superioridad está al alcance de tus manos"Y así, comenzó una nueva etapa en la vida de Adam Newman, donde el multiverso sería su campo de batalla y la superioridad, su único límite.