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Espiderman_Poder y Culpa

Alejandro_Salazar_7922
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Synopsis
En una versión más realista y diferente del universo de Spider-Man, Peter Parker, un joven tímido, adquiere habilidades sobrehumanas tras ser mordido por una araña modificada genéticamente. Tras dejar escapar a un ladrón que hiere gravemente a su Tío Ben, Peter se consume por la culpa. Recibiendo las sabias palabras de su tío en el hospital, se convierte en Spider-Man, un héroe decidido a redimirse y proteger a los inocentes, mientras enfrenta las duras consecuencias de sus acciones y honra el legado de su familia
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Chapter 1 - La carga del héroe

Peter Parker vivía una vida sencilla en una casa modesta de Queens, junto a sus tíos Ben y May Parker. Mientras que May era amorosa y protectora, Ben era el sabio y tranquilo pilar de la familia, siempre dispuesto a darle lecciones sobre la vida. Peter, un adolescente de 16 años, tímido y apasionado por la ciencia, pasaba la mayor parte de su tiempo en su habitación, rodeado de libros y experimentos caseros.

Un día, su vida cambió para siempre.

Era una excursión escolar a las instalaciones de Oscorp, un lugar que Peter había soñado visitar por sus innovadores proyectos científicos. Mientras los estudiantes recorrían los laboratorios, el bullicio de las conversaciones llenaba el aire. Peter caminaba al final del grupo, con su cámara en mano, tomando fotos de los experimentos. Los chicos populares, como Flash Thompson, lo ignoraban como siempre, mientras él se sumergía en la emoción de estar rodeado de ciencia de vanguardia.

Cuando llegaron al área de biogenética, el guía señaló con entusiasmo una vitrina donde trabajaban con arañas genéticamente modificadas. "Estas criaturas son el resultado de años de investigación. Hemos logrado alterar su ADN para que desarrollen habilidades únicas: fuerza aumentada, mayor resistencia y capacidades adhesivas."

Peter se acercó al cristal, fascinado. Pero lo que nadie notó fue que una de las arañas había escapado. En silencio, descendió por una de las lámparas del techo y cayó directamente sobre la mano de Peter. Antes de que pudiera reaccionar, sintió un pinchazo.

"¡Ay!", murmuró, sacudiendo la mano para que el insecto cayera al suelo. La araña desapareció entre las sombras, y Peter, incómodo, decidió no alarmar a nadie.

Esa noche, Peter llegó a casa sintiéndose extraño. Se encerró en su habitación, atribuyendo el malestar al cansancio. Pero cuando despertó al día siguiente, algo era diferente. Sus gafas ya no eran necesarias; su visión era perfecta. Sus músculos, antes delgados y débiles, ahora estaban definidos. Durante el desayuno, derramó un vaso de leche, pero lo atrapó antes de que tocara la mesa, moviéndose con una velocidad que nunca había experimentado.

Ben y May lo miraron con extrañeza. "¿Estás bien, Peter?", preguntó su tía, mientras Ben sonreía. "Parece que finalmente estás creciendo, chico."

Peter no respondió. Pasó el día explorando sus nuevas habilidades: descubrió que podía adherirse a las paredes y que tenía una fuerza descomunal. Esa misma tarde, creó un par de dispositivos que disparaban telarañas sintéticas.

Con sus nuevos poderes, Peter comenzó a soñar con salir de su vida común. Una noche, mientras navegaba por internet, encontró un anuncio de un torneo de lucha libre. El premio era de 3,000 dólares, suficientes para comprar el equipo fotográfico con el que siempre había soñado.

Usó un traje improvisado y se inscribió en el torneo bajo un nombre falso. En el ring, venció fácilmente a su oponente, lo que provocó la ovación del público. Mientras se quitaba la máscara, sintió algo que nunca antes había experimentado: admiración.

Sin embargo, esa misma noche, un ladrón robó la taquilla del torneo. Peter, quien estaba cerca, vio al hombre correr hacia la salida. Un guardia de seguridad le pidió ayuda, pero Peter simplemente sonrió. "No es mi problema," dijo, dejando que el ladrón escapara.

Cuando Peter regresó a casa, encontró patrullas policiales frente a su hogar. Su corazón se hundió al ver a su tía May llorando en el porche. "Peter, fue Ben. Trató de detener a un hombre que robaba un auto... Le dispararon."

Peter se quedó paralizado. Dentro de la ambulancia, vio a su tío inconsciente, con un parche de sangre en el pecho. Su mundo se desmoronó cuando escuchó a un oficial describir al sospechoso: era el mismo ladrón al que había dejado escapar.

En ese momento, la culpa lo consumió.

Ben sobrevivió, pero quedó en estado crítico. Durante días, Peter lo visitó en el hospital, sentado junto a su cama en silencio, incapaz de confesar lo que había hecho. Cada noche, las palabras de May resonaban en su mente: "Tu tío siempre hace lo correcto, aunque sea peligroso."

Peter dejó de usar sus poderes. Su traje improvisado quedó olvidado en el fondo de su armario. Se aisló del mundo, atrapado en un círculo de remordimiento.

Una tarde, mientras Peter sostenía la mano de su tío, Ben abrió los ojos. Aunque su voz era débil, sus palabras eran claras: "Peter... No te castigues por esto. Lo importante no es lo que hiciste antes, sino lo que harás después."

"Pero todo esto es mi culpa", murmuró Peter, con lágrimas en los ojos.

"Con gran poder viene una gran responsabilidad", respondió Ben con un esfuerzo. "Esa es la lección más importante que puedo darte."

Pasaron días antes de que Peter encontrara el coraje para actuar. Una noche, mientras escuchaba en las noticias sobre un robo en una tienda cercana, supo lo que tenía que hacer. Subió al ático, tomó su traje y salió al tejado.

El aire frío de la noche golpeaba su rostro mientras saltaba de edificio en edificio. Con cada movimiento, sentía que estaba haciendo lo correcto, aunque el peso de su culpa aún permanecía.

Spider-Man había nacido, no como un símbolo de valentía, sino como una promesa de redención.

Ben nunca volvió a ser el mismo, pero se recuperó lo suficiente para regresar a casa. Aunque seguía débil, sus palabras guiaban a Peter. "No puedes salvar a todos, pero puedes intentarlo, y eso ya hace toda la diferencia."

Spider-Man comenzó con pequeños actos heroicos, deteniendo robos y ayudando a vecinos. Con el tiempo, Peter se dio cuenta de que su misión no era solo salvar a otros, sino también honrar el legado de su tío. Cada noche que se ponía el traje, sabía que estaba cumpliendo con la lección más importante de su vida.

 En el 23 de marzo del 2008, en la casa de Ben Parker....

El sonido estridente del despertador sacó a Peter Parker de un sueño ligero. Con un quejido, extendió la mano y lo apagó de un manotazo, quedándose unos segundos más con los ojos cerrados.

—Otro día en la vida del asombroso, cansado y definitivamente no rico Peter Parker —murmuró mientras se levantaba de la cama, frotándose los ojos.

Se puso una camiseta arrugada y un par de jeans antes de bajar al pequeño comedor. Su tía May ya estaba allí, como siempre, con una taza de café en una mano y un periódico en la otra. Aunque intentaba mantener una sonrisa, Peter notó las líneas de preocupación en su rostro.

—Buenos días, May. ¿Qué tal el café? —preguntó mientras abría la despensa en busca de algo para desayunar.

—Tan bueno como siempre, cariño. ¿Dormiste bien? —respondió ella con un tono suave, aunque sus ojos seguían pegados a una columna de números en el periódico.

Peter se sentó frente a ella con un plato de tostadas. La vio suspirar mientras doblaba el periódico y lo apartaba, esforzándose por sonreír.

—¿Estás bien, May? —preguntó, sabiendo que algo la inquietaba.

—Por supuesto, Peter. No te preocupes por mí. Sólo estaba revisando unas cosas del banco. Nada importante.

Pero él sabía que lo decía para tranquilizarlo. Peter odiaba esa sensación de impotencia, esa incapacidad de hacer algo más allá de lo que ya hacía.

---

El día continuó como cualquier otro. En la universidad, llegó tarde a la clase de ciencias, algo que el profesor Connors ya esperaba. Mientras intentaba tomar apuntes apresuradamente, se dio cuenta de que había olvidado el libro de texto en casa, nuevamente. Entre clase y clase, Peter trató de vender algunas fotos del Daily Bugle al implacable J. Jonah Jameson, quien, como de costumbre, desestimó su trabajo con comentarios sarcásticos.

—¿Esto es lo mejor que tienes, Parker? Dame algo interesante. ¡Algo que venda periódicos! ¿Por qué no fotografías ese desastre que llamas vida?

Peter salió de la oficina con una paga ridículamente baja y una lista mental de todas las cuentas pendientes que debía ayudar a cubrir.

---

Cuando regresó a casa al final del día, la luz tenue del atardecer iluminaba la pequeña sala. May estaba en la cocina, lavando los platos con una expresión tranquila, pero Peter podía ver el ligero temblor en sus manos.

—¡Hola, tía May! Estoy en casa —dijo, dejando su mochila en el sofá.

—Hola, cariño. ¿Cómo estuvo tu día?

—Movido, como siempre. ¿Necesitas ayuda con algo?

—No, no, ve a descansar. Te ves agotado.

Peter subió a su habitación, pero en lugar de descansar, se sentó junto a la ventana, mirando las luces de la ciudad. La preocupación de May pesaba en su mente. Podía sentir la responsabilidad aplastante que siempre llevaba consigo: ser un buen sobrino, un buen estudiante, y además, el héroe que Nueva York necesitaba.

"No puedo ayudar a todos, pero puedo hacer algo esta noche."

Se puso el traje de Spider-Man, asegurándose de que estaba completo, y salió por la ventana en silencio, para no preocupar a May. El aire frío golpeó su rostro mientras se balanceaba entre los edificios, dejando atrás las luces del vecindario.

Esa noche patrullaría la ciudad, como siempre. Tal vez detener a un ladrón no arreglaría las cuentas de May, pero al menos podría evitar que alguien más pasara por las mismas preocupaciones que ella.

Y así, bajo el manto de la noche, Spider-Man desapareció entre las sombras, mientras Peter Parker seguía luchando con el peso de su doble vida.

------

La lluvia caía como cuchillas sobre la ciudad de Nueva York, y el sonido de las sirenas resonaba en las calles mientras Spider-Man se balanceaba hacia el Banco Central de Midtown. Desde lo alto, Peter vio cómo los oficiales intentaban rodear el lugar, pero una explosión desde el interior los hizo retroceder. Pedazos de vidrio y concreto llovieron hacia la calle mientras el humo salía a raudales.

—Otra noche tranquila, ¿eh? —murmuró, disparando una telaraña y lanzándose al corazón del desastre.

El interior del banco era un caos absoluto. Los rehenes estaban acurrucados en las esquinas, aterrorizados. Ox destrozaba paredes con sus puños gigantes, mientras Montana, con su lazo girando como una serpiente mortal, controlaba a los guardias. Fancy Dan saltaba entre las mesas y cajas fuertes, llenando bolsas con dinero y joyas.

Spider-Man aterrizó en medio del salón, observando la escena.

—Vaya, vaya, ¿ustedes son nuevos en esto? Les aseguro que los bancos tienen mejores horarios durante el día.

El trío de villanos lo miró con furia. Fancy Dan fue el primero en actuar, moviéndose a una velocidad impresionante. Se lanzó hacia Peter con un golpe directo al rostro, pero Spider-Man lo esquivó y respondió con una patada al pecho que lo hizo retroceder.

—¿Eso es todo? Pensé que eras más rápido, Dan.

Antes de que pudiera seguir con los chistes, Ox cargó contra él como un toro desbocado, rompiendo el suelo a su paso. Peter saltó para esquivarlo, pero Ox atrapó un escritorio cercano y lo lanzó con una fuerza brutal.

El impacto fue devastador. Spider-Man apenas tuvo tiempo de disparar una telaraña para desviar el objeto, pero el escritorio explotó en pedazos contra una pared, enviando astillas de madera por todos lados.

—¿No puedes quedarte quieto, insecto? —gruñó Ox, avanzando hacia él.

Montana aprovechó el momento para lanzar su lazo, que atrapó a Spider-Man por el brazo, tirándolo al suelo con violencia.

—Hoy no sales de aquí, chico.

Fancy Dan apareció de nuevo, esta vez arrojándole un golpe directo al rostro. Peter intentó bloquearlo, pero el puño conectó con su máscara, rompiéndola parcialmente y dejándole un corte profundo en la mejilla.

La pelea se intensificó. Spider-Man se levantó con dificultad, disparando telarañas hacia Ox, quien las rompió con un rugido. Peter intentó usar su agilidad para esquivar, pero los ataques eran demasiado rápidos y coordinados.

Ox, furioso, arrancó una columna de concreto y la lanzó hacia Spider-Man, quien apenas pudo esquivarla. El impacto derrumbó parte del techo, haciendo que los escombros cayeran sobre los rehenes.

—¡Cuidado! —gritó Peter, disparando telarañas para sostener los pedazos de concreto que caían.

Pero su distracción le costó caro. Montana aprovechó para atraparlo nuevamente con su lazo, esta vez alrededor del cuello. Fancy Dan apareció detrás, propinándole una serie de golpes rápidos al torso, cada uno más fuerte que el anterior.

—¿Dónde están tus chistes ahora, Spider? —se burló Dan, mientras Ox se acercaba con un auto que había arrancado del estacionamiento.

Con un rugido, Ox levantó el vehículo sobre su cabeza y lo lanzó directamente hacia Peter.

Spider-Man apenas tuvo tiempo de rodar fuera del camino. El auto chocó contra una pared, explotando en una lluvia de fuego y metal.

—¿Qué tal esto, chico? —dijo Montana, usando su lazo para azotar a Spider-Man como si fuera un látigo. El golpe lo lanzó contra otra pared, que se agrietó bajo el impacto.

Peter estaba cubierto de sangre. Su traje estaba rasgado, y cada respiración era un esfuerzo.

Los villanos, satisfechos con el daño causado, comenzaron a retirarse con el botín.

—Vamos, antes de que lleguen más policías —dijo Montana, tirando de las bolsas llenas de dinero.

Peter, tambaleándose, se puso de pie.

—No… no van a salirse con la suya.

Con las últimas fuerzas que le quedaban, disparó una telaraña hacia Fancy Dan, atrapándolo por el tobillo y tirándolo al suelo. Pero Ox, furioso, arrancó otro auto del estacionamiento y lo arrojó hacia él.

Spider-Man disparó dos telarañas para desviar el vehículo, pero el esfuerzo lo dejó exhausto. Antes de que pudiera reaccionar, Montana lo golpeó con su lazo, derribándolo nuevamente.

Los villanos escaparon hacia las calles, subiendo a un camión preparado para la fuga. Peter intentó seguirlos, tambaleándose mientras se balanceaba entre los edificios.

La lluvia hacía casi imposible ver, y cada movimiento le costaba un esfuerzo titánico. Finalmente, después de varias cuadras, sus fuerzas lo abandonaron.

Spider-Man aterrizó en un callejón, su cuerpo temblando por el dolor y el cansancio.

"No puedo seguir… No puedo…" pensó mientras veía las luces traseras del camión desaparecer en la distancia.

Derrotado y ensangrentado, Peter se apoyó contra una pared, su cabeza baja.

----

La noche había sido brutal. Spider-Man estaba gravemente herido, su traje estaba desgarrado y cubierto de sangre. El cansancio lo había derrotado, pero no podía dejar que esos villanos escaparan. Al final, con su última reserva de energía, se coló en un callejón oscuro y, sin fuerza, disparó una telaraña para balancearse hacia su departamento.

El sonido del viento zumbando entre los edificios era lo único que lo acompañaba mientras, con dificultad, se colaba por la ventana de su habitación. Su cuerpo colapsó sobre el suelo con un estrépito sordo, el impacto hizo que un dolor agudo recorriera cada rincón de su cuerpo. La máscara estaba rasgada, y su rostro, ahora cubierto de moretones y sangre, reflejaba el desgaste de la pelea.

Se levantó con esfuerzo, apenas podía mantenerse en pie, pero al menos había llegado a su refugio. Su respiración era entrecortada y el dolor lo desbordaba. Con un último esfuerzo, cerró la ventana y se desplomó en su cama, dejando que el sueño lo arrastrara en un profundo agotamiento.

 [24 de marzo del 2008]

La mañana siguiente, Peter Parker se despertó con una punzada en el pecho. El dolor físico le hizo recordar la pelea de la noche anterior. Intentó levantarse, pero un mareo lo hizo volver a recostarse en la cama. El dolor era insoportable, pero las responsabilidades de la vida normal lo llamaban. Se dio una ducha rápida, tratando de ocultar los moretones con algo de maquillaje y una chaqueta. Al menos, tenía que seguir adelante.

Al llegar a la escuela, el ambiente era como siempre. Los pasillos llenos de adolescentes, las risas, los chismes. Pero algo en el aire estaba diferente. Había una tensión. Los estudiantes hablaban en murmullos sobre lo que había sucedido la noche anterior, y las palabras de Jonah Jameson resonaban en sus mentes.

—"Spider-Man, siempre destruyendo todo a su paso, como si la ciudad no hubiera tenido suficiente daño. Si no hubiera intervenido, el robo habría sido resuelto sin víctimas. Pero no, él tuvo que arruinarlo todo como siempre..."— las palabras del director del Daily Bugle retumbaban en los televisores de la sala de profesores.

Peter trató de ignorarlo, pero no podía. Cada vez que escuchaba su nombre, el peso de la culpa lo aplastaba más. Sentía que había fallado a la ciudad.

---

En su camino hacia la primera clase, se cruzó con Gwen Stacy.

—¡Peter! —dijo ella, deteniéndolo con una sonrisa. Pero al notar que él no correspondía, su expresión se tornó más seria. —¿Estás bien? Te ves… cansado.

Peter forzó una sonrisa.

—Solo una noche larga, Gwen. Nada de qué preocuparse —contestó, tratando de disimular el dolor.

Gwen no estaba convencida, pero lo dejó pasar.

—A ver, Peter, sé que algo te pasa. ¿Quieres hablar de ello?

Peter vaciló. No podía contarle lo que había sucedido, no podía ponerla en peligro. Así que simplemente asintió, tratando de evadir la conversación.

—Solo un día normal, Gwen. Ya sabes cómo es esto —respondió, caminando más rápido para alejarse del tema.

Sin embargo, a lo lejos, vio a Harry Osborn acercándose, con su típica sonrisa. Pero esa sonrisa no era tan brillante como solía ser. Harry lo miró con una mezcla de curiosidad y preocupación.

—Ey, Pete, ¿todo bien? Te vi salir del edificio ayer, ¿estás seguro de que estás bien?

Peter intentó mantener la fachada.

—Sí, todo bien, Harry. Solo cansancio. —respondió mientras se ajustaba la mochila y trataba de cambiar de tema rápidamente. —¿Y tú qué tal? ¿Todo bien en casa?

Harry lo miró fijamente.

—No, no todo está bien, Pete. Mi padre sigue siendo un idiota. Siento que… siento que nunca tendré paz mientras esté en casa. —dijo Harry, su tono de voz reflejaba frustración.

Peter, sintiendo una compasión genuina por su amigo, puso una mano en su hombro.

—Lo siento, Harry. Si alguna vez necesitas hablar, ya sabes que estoy aquí.

Harry asintió, pero sus ojos mostraban que estaba atrapado en su propio mundo de frustraciones.

Antes de que pudieran hablar más, un sonido ensordecedor de la televisión en un aula cercana hizo que ambos se giraran.

—"Las noticias han reportado que Spider-Man fue el principal responsable del caos en el Banco Central de Midtown anoche. Si él no hubiera intervenido, las autoridades podrían haber manejado la situación sin mayores daños. De nuevo, el 'héroe' de Nueva York parece ser la verdadera amenaza para la ciudad…" — la voz de J. Jonah Jameson, el infame editor de Daily Bugle, retumbaba en las pantallas.

Peter apretó los puños, su estómago revolviéndose.

—¿Sabes qué, Pete? Deberías quedarte alejado de ese Spider-Man, el tomarle fotos sería un peligro —dijo Harry, notando la expresión de Peter. —No es bueno que te rodees de esas… personas.

Peter no pudo evitar sentirse herido por las palabras de su amigo, pero solo asintió con la cabeza.

—Lo sé, Harry. Lo sé.

---

Esa tarde, Peter regresó a casa después de un largo día de escuela. La preocupación de su tía May era evidente. Se sentó frente a él, mirando las cuentas impagas que se habían acumulado en la mesa.

—Peter, las cuentas siguen aumentando. ¿Cómo vamos a salir de esto? —preguntó con una expresión de preocupación, pero trató de mantener la calma.

Peter, sintiendo el peso de la culpa por no ser capaz de cuidar de su tía como se merecía, sonrió levemente.

—No te preocupes, May. Lo resolveremos. Solo tengo que hacer algo más.

—¿Qué quieres decir con eso? —preguntó ella, observándolo con una mirada seria.

Peter no respondió, simplemente se levantó y se dirigió a su cuarto. Necesitaba escapar, aunque solo fuera por un momento. La oscuridad de su habitación era la única que lo entendía, el único lugar donde podía ser él mismo.

Con un suspiro profundo, miró por la ventana.

"El peso de ser Spider-Man… es mucho más grande de lo que pensaba."

----

En otra parte de nueva York.

La noche oscura cubría la ciudad de Nueva York, y la lluvia caía en cortinas gruesas que reflejaban las luces de los edificios, dando la sensación de que el mundo estaba siendo lavado por completo. En una de las torres más altas de la ciudad, la de Oscorp, Norman Osborn se encontraba en su oficina privada. La luz tenue de su escritorio se reflejaba en las pantallas de los monitores, que mostraban distintas cámaras de seguridad dentro de su empresa. El sonido monótono de la lluvia afuera apenas se escuchaba dentro de ese recinto sellado, donde el peso de la oscuridad se sentía en el aire.

Norman Osborn estaba quieto, con la mirada fija en la pantalla. Su rostro, usualmente impasible, reflejaba una mezcla de cansancio, frustración y algo más, algo que él no quería admitir. Las cámaras de seguridad no mostraban nada nuevo en ese momento. Las cámaras de las instalaciones de Oscorp capturaban a empleados entrando y saliendo de la empresa, conversaciones triviales en los pasillos, y la actividad usual de una gran corporación. Sin embargo, la imagen que apareció en uno de los monitores lo dejó paralizado.

Era un video de una de las cámaras externas, que cubría la entrada de los laboratorios privados de Oscorp. En ella, un joven entraba en el edificio, su rostro familiar para cualquier empleado: Peter Parker. Norman se quedó mirando la imagen, sus ojos fruncidos en una mezcla de duda y algo mucho más peligroso. Observó cómo Peter caminaba entre las sombras, sin saber que las cámaras lo capturaban. Pero lo que lo inquietó no fue la presencia de Peter, sino el detalle que apareció después.

Un par de segundos después de que Peter pasara por el umbral de la puerta, una picadura se destacó en la pantalla, como una marca clara en la espalda de Peter, justo al lado de su hombro. Algo tan pequeño, pero al mismo tiempo, tan crucial.

Norman no necesitaba que nadie le dijera lo que significaba esa picadura. Su mente, siempre aguda y calculadora, ya había hecho la conexión. Ese pequeño detalle lo golpeó con la fuerza de una revelación: Peter Parker era Spider-Man.

El shock fue inmediato, pero Norman se obligó a mantener la calma. Las dudas que antes rondaban su mente ahora estaban resueltas. No podía creer lo que veía. El joven que había conocido años atrás, el mismo Peter Parker con el que había hablado sobre ciencia, el chico brillante que había demostrado ser un verdadero genio en tantas ocasiones, ahora estaba frente a él, no solo como un prodigio, sino como Spider-Man.

Sin embargo, la sorpresa pronto dio paso a un torbellino de emociones contradictorias. Traición, pensó Norman. Peter, su amigo, había estado ocultando su identidad todo el tiempo. ¿Por qué no le había confiado su secreto? La confusión y el dolor se apoderaron de él por un breve momento.

A pesar de la rabia que comenzaba a surgir, algo más pesado y más sombrío ocupó su mente: la razón por la que Peter había mantenido este secreto. Osborn siempre había visto el potencial en Peter, siempre lo había admirado en cierto nivel. Y ahora, al darse cuenta de lo que realmente era, de lo que representaba en el mundo de los héroes, una oscura sensación comenzó a invadirlo: Peter estaba más allá de lo que cualquier amigo podría haber imaginado.

La decisión de cómo actuar comenzó a formarse en su mente, y aunque sus instintos empresariales lo empujaban a erradicar a cualquier amenaza, esta situación era diferente. ¿Podía realmente eliminar a un joven como Peter? ¿Podía ir en su contra de la misma manera que haría con cualquier otro enemigo? No, había algo más. Peter era un amigo, un genio, alguien que había sido más que solo un compañero en la ciencia.

El dilema era palpable. Norman Osborn, uno de los hombres más poderosos de Nueva York, estaba atrapado en un mar de contradicciones. La posibilidad de destruir a Spider-Man para proteger su imperio y su legado estaba sobre la mesa, pero el pensamiento de matar a un joven brillante, alguien que había considerado un aliado, lo llenaba de algo mucho más profundo: culpa.

El hombre que siempre había sido el epítome del poder y el control comenzó a sentirse atrapado por sus propias emociones. El trabajo de toda una vida, su empresa, su misión, su necesidad de poder... ¿valían la pena más que un hombre como Peter Parker?

Norman cerró los ojos, intentando calmar su respiración. Sin embargo, en el fondo, sabía que la decisión estaba por llegar, y que las consecuencias de cualquier acción que tomara serían irreversibles.

"Debo hacer algo... Pero ¿qué?"

La lluvia continuó su incesante caída, como si el mundo mismo estuviera aguardando la respuesta de un hombre dividido entre el pasado y el futuro, entre lo personal y lo profesional. La tormenta afuera era nada comparado con la que se estaba formando dentro de Norman Osborn.

Y cuando finalmente abrió los ojos, la decisión estaba más cerca que nunca, pero lo que quedaba era una sola pregunta: ¿sería capaz de destruir a alguien que había sido su amigo, su igual, solo porque su ambición lo decía?

_____

La luz cálida de la lámpara iluminaba el pequeño apartamento de los Parker. La lluvia seguía cayendo con fuerza sobre la ciudad, creando un sonido sordo y continuo que se filtraba por las ventanas de la sala. Peter Parker, sentado en el sillón, miraba la televisión con la mirada vacía, perdido en sus pensamientos. La pantalla mostraba un pronóstico meteorológico:

—"Se espera que esta semana sea particularmente lluviosa. Se recomienda a todos los neoyorquinos llevar paraguas y estar preparados para tormentas severas. No se anticipa que las lluvias cesen hasta el fin de semana. Manténganse seguros."

La voz del meteorólogo resonó en la habitación, pero Peter no prestaba mucha atención. Su mente estaba ocupada con las cicatrices de una vida llena de sacrificios y responsabilidades. La lluvia, que caía sin cesar sobre las calles de Nueva York, parecía reflejar la tormenta que azotaba su propio corazón.

Con un suspiro, apagó el televisor y se levantó del sillón. Estaba agotado, pero sabía que había algo más que debía hacer antes de dejar que la noche cayera por completo. Caminó hacia la cocina, donde su tía May estaba preparando la cena, un humilde guiso que ambos habían compartido muchas veces.

—"¿Qué hay, tía?" —dijo Peter, tratando de sonar lo más natural posible, aunque el peso de la culpa y el cansancio lo invadía.

Tía May, al ver a Peter entrar en la cocina, lo observó por un momento antes de responder. Sabía que algo no iba bien, pero no presionó. A veces, solo la presencia de ambos en la misma habitación era suficiente para entenderse sin palabras.

—"¿Todo bien, Peter? Parece que no has dormido bien." —dijo ella, con una sonrisa preocupada pero tierna.

Peter intentó sonreír, pero fue en vano. En lugar de eso, se sentó en la mesa, observando las cuentas que su tía había dejado sobre el mantel. Era algo a lo que Peter siempre trataba de evitar mirar demasiado, porque siempre terminaba sintiendo que no podía hacer lo suficiente.

—"He estado... ocupado," —murmuró Peter, sin entrar en detalles, aunque su mente seguía atormentada con las imágenes de la pelea en el banco. La paliza que había recibido aún lo tenía exhausto. Cada movimiento le dolía, pero más le dolía la sensación de que siempre había más por hacer y que nunca podría aliviar la carga que llevaba sobre sus hombros.

Tía May se sentó frente a él, colocando el guiso en la mesa. Era una cena simple, pero significativa. Ambos sabían que la situación financiera de la familia nunca había sido fácil desde la muerte de su tío Ben. Las facturas siempre estaban ahí, acechando en cada rincón.

—"Las cuentas... otra vez," —dijo tía May, mirando las facturas con una mezcla de frustración y tristeza. —"Cada mes es lo mismo, Peter. No sé cuánto más podré mantener todo esto."

Peter la miró, sabiendo que la responsabilidad recaía sobre ambos, pero que más a menudo que no, él se sentía impotente. "Quisiera poder hacer más," —dijo, su voz cargada de pesar. —"He estado pensando en... encontrar algo más para ganar dinero, pero no sé cómo..."

Tía May lo observó en silencio por un momento. Sabía que Peter se sentía culpable, siempre se sentía culpable por no poder llenar el vacío dejado por la muerte de su tío Ben. Sabía que Peter quería hacer todo por ella, como siempre lo había hecho, pero también sabía que su sobrino llevaba una carga mucho mayor de lo que él dejaba ver.

—"Peter, no tienes que cargar con todo esto solo," —dijo ella suavemente, tocándole la mano en un gesto de consuelo. —"Yo también estoy aquí, y sé que las cosas no son fáciles, pero lo importante es que estamos juntos. Tu tío Ben lo sabía. Él siempre decía que lo más importante era estar ahí el uno para el otro."

La mención de su tío Ben hizo que el dolor se hiciera aún más palpable. Los recuerdos llegaron con fuerza. Peter cerró los ojos, recordando a su tío, su figura fuerte, su voz cálida y llena de sabiduría. La forma en que siempre lo había guiado, cómo le había mostrado lo que significaba ser responsable. Recordaba su último consejo, ese que lo marcó de por vida: "Un gran poder conlleva una gran responsabilidad."

La tristeza invadió el rostro de Peter, pero su voz tembló cuando habló.

—"Si tan solo... Si tan solo pudiera haber hecho algo más..." —dijo, apenas un susurro, mientras sus manos se apretaban alrededor de la cuchara, como si la comida pudiera distraerlo del dolor.

Tía May suspiró, sabiendo lo que estaba pasando por la mente de Peter. Le acarició el hombro, intentando darle algo de consuelo, aunque sus propios ojos estaban llenos de tristeza.

—"Peter, no es tu culpa."

Pero él no podía dejar de pensar en las veces que había fallado, en las veces que había dejado de proteger a las personas que amaba. Su tío Ben... Gwen... Todos aquellos que habían caído en su vida.

Ambos se quedaron en silencio por un momento, el sonido de la lluvia afuera llenando el espacio vacío que había quedado entre ellos.

—"Lo sé, tía," —dijo Peter finalmente, levantando la mirada. —"Pero... a veces siento que no puedo hacer lo suficiente. No importa cuánto intente, siempre hay algo que se me escapa."

Tía May asintió, entendiendo más de lo que Peter creía. Ella también llevaba una carga, la de perder a su esposo, la de tener que ser fuerte por Peter, y ahora, el peso de las deudas que cada día se volvían más insostenibles.

Pero lo que quedaba entre ellos era el amor, ese lazo indestructible que los mantenía unidos.

—"Solo sigue luchando, Peter. No importa cuán difícil sea, lo importante es que no estás solo."

Esa noche, mientras la lluvia seguía cayendo con fuerza sobre la ciudad, Peter comió en silencio, el dolor del pasado aún presente, pero también una pequeña chispa de esperanza, sabiendo que, al menos, aún tenía a tía May a su lado.

-----

La lluvia seguía azotando las calles de Nueva York, y la ciudad brillaba bajo las luces reflejadas en los charcos de agua. Peter Parker, aunque agotado, sabía que no podía permitirse descansar aún. Había hecho las tareas, había cenado con su tía May, pero algo dentro de él lo impulsaba a seguir adelante. Tenía que patrullar. No podía permitirse dejar de ser Spider-Man, no mientras Nueva York lo necesitara, aunque él mismo estuviera al borde del colapso.

Con un suspiro, Peter se levantó de su escritorio, donde había estado organizando sus estudios y tratando de mantener las apariencias de una vida normal. Se asomó a la ventana, viendo cómo las luces de la ciudad se reflejaban en la lluvia, creando un paisaje sombrío y melancólico. Un rápido vistazo a las calles le mostró que el caos nunca cesaba. Así que, con una sensación de resignación, se quitó la camisa, se cambió por su traje de Spider-Man, y se coló por la ventana de su habitación.

 [En las calles de Nueva York]

Spider-Man balanceaba por los edificios de Manhattan, el cansancio pesando sobre sus hombros. La batalla de la víspera, la paliza de Ox, Montana y Fancy Dan, parecía seguir grabada en su cuerpo. Cada golpe que recibió, cada costilla fracturada, cada hueso magullado, lo hacía sentir más lento y más dolorido. Pero no podía parar. No podía. La ciudad seguía necesitando al Hombre Araña.

Al dar un giro, vio un par de ladrones corriendo hacia un coche estacionado. "Genial, justo lo que necesitaba para levantar el ánimo."

Con un giro rápido de su muñeca, lanzó una telaraña que atrapó a uno de los ladrones por la pierna, derrapando al suelo con un fuerte ¡CRASH!

—"Oye, ¿no sabes que no se debe robar coches? Hay mejores maneras de conseguir un Tesla, amigo."

El ladrón levantó la mirada, confundido y aterrorizado, mientras Spider-Man se acercaba, lanzando otra telaraña para atrapar al segundo ladrón.

—"No te muevas. El seguro de este coche te va a costar un ojo de la cara, y no me refiero a uno que te saquen de un McDonald's."

Los ladrones no tenían oportunidad. Spider-Man los desarmó y los ató con telarañas en cuestión de segundos, entregándolos rápidamente a la policía. Pero cuando se subió a la azotea de un edificio cercano, escuchó algo que lo hizo vacilar.

—"¡Oye, ¿por qué no te mueres, bicho raro?! ¡No te necesitamos!"

Spider-Man se detuvo en el aire por un momento, mirando hacia abajo. Un grupo de personas estaba reunido frente a un pequeño café, y uno de ellos le había gritado palabras llenas de odio.

"¿Qué? ¿Acaso me odian ahora por salvarlos?" pensó, aunque sus hombros se encogieron ligeramente, como si el peso de esas palabras lo afectara más de lo que quisiera admitir.

Pero rápidamente sacudió la cabeza. Sabía lo que decía la gente a veces, pero el hecho de que se sintiera tan cansado lo hacía más susceptible. Siguió balanceándose entre los edificios, mientras el sol ya se estaba poniendo, tiñendo el horizonte de tonos anaranjados y morados.

 [Más tarde esa noche]

Un poco más adelante, Spider-Man encontró a dos ladrones atracando una tienda de comestibles. Se lanzó sobre ellos con rapidez, pero esta vez, no era tan ágil como de costumbre. Los golpes no fluían como siempre, y la fatiga le nublaba los reflejos. Sin embargo, todavía tenía su ingenio y su humor, aunque este se sentía más forzado que nunca.

—"¡Ey, chicos! ¿En serio? ¿Robando pan? ¿Qué tal unas zanahorias? ¡Son buenas para la vista! Aunque, por lo que veo, la tuya no es muy buena..."

Uno de los ladrones intentó dispararle, pero Spider-Man esquivó la bala por poco, sin poder evitar que la fatiga le afectara. Aprovechó la oportunidad para atar al primero con telarañas, luego se acercó al segundo y le dio un golpe en la cara.

—"¿Sabes qué? Estoy tan cansado que ni siquiera me sé un buen chiste para ti. ¿Qué tal si solo te entrego a la policía y nos ahorramos el drama?"

Con otra telaraña, ató al segundo ladrón y lo dejó frente a la tienda, llamando a la policía para que lo recogieran. Mientras observaba cómo llegaban las sirenas, su vista se nublaba más. Los gritos de la gente, las burlas, los insultos y las palabras de desdén lo afectaban más de lo que había querido admitir.

—"Sí, sí. Tal vez debería descansar un poco..." murmuró Spider-Man, mientras lanzaba una telaraña hacia un edificio cercano y se balanceaba hacia el horizonte, con las luces de la ciudad reflejándose en la lluvia, borrando poco a poco su figura.

Spider-Man aterrizó en una azotea y se desplomó contra el suelo, su cuerpo completamente exhausto. La lucha del día anterior, el dolor, los gritos, los insultos, todo se había acumulado. Y aún así, no podía detenerse. Sabía que la ciudad lo necesitaba, aunque él mismo estuviera roto por dentro y por fuera.

Recostado en el frío concreto, miró al cielo, ahora oscuro y cubierto de nubes. La lluvia caía más fuerte que nunca, pero Peter sabía que no importaba lo que le dijeran. No podía dejar de ser Spider-Man.

—"Una gran responsabilidad... una gran responsabilidad..." murmuró para sí mismo, como un mantra.

Pero la verdad era que, por primera vez, dudaba de él mismo.

La noche había sido brutal para Peter Parker. Cuando regresó a su apartamento, su cuerpo ya no respondía como debía. Cada paso era un desafío, como si el dolor se apoderara de cada uno de sus músculos. Había terminado su patrullaje, sin lograr nada significativo, más allá de los mismos insultos de la gente que lo odiaba, un par de ladrones detenidos y un cansancio indescriptible. Apenas podía sostenerse de pie mientras se colaba por la ventana de su habitación, sus piernas temblorosas como si fueran de plomo. El sonido de la lluvia golpeando el cristal de la ventana era lo único que lo acompañaba.

Con un esfuerzo titánico, logró tumbarse en su cama, su respiración entrecortada y su máscara de Spider-Man hecha trizas, colgando sobre la silla cerca de su escritorio. Las heridas de la batalla contra el trío criminal seguían ardiendo, y el dolor en su torso era insoportable. Cerró los ojos por un momento, buscando algo de paz, pero en lugar de descanso, su mente comenzó a girar.

En la mesa de su cuarto, entre montones de libros, cables y herramientas, había algo que siempre le había llamado la atención. Era una pila de chatarra, piezas viejas de tecnología que había recolectado de trabajos pasados o de componentes que ya no servían. Casi como una forma de procrastinación, siempre los había dejado ahí, pero ahora, con el estrés de las cuentas de su tía May presionando sobre él, una idea brillante comenzó a formarse en su mente.

"Si puedo inventar algo que ayude a mejorar la seguridad de las casas… y podría venderlo. Tal vez eso ayude con las cuentas."

De repente, el agotamiento se disipó, y su mente se centró completamente en el proyecto. Las preocupaciones sobre el dinero, las facturas, la necesidad de algo para aliviar la tensión financiera de su tía May, todo parecía un peso mucho más liviano con este nuevo propósito. Se incorporó lentamente de la cama, apoyándose en el escritorio y mirando los trozos de metal y cables dispersos frente a él.

"Un candado inteligente… algo que sea sencillo, efectivo, pero accesible. Si puedo hacer que sea suficientemente innovador para su época… podría venderlo." pensó, sus manos temblorosas comenzando a buscar entre la chatarra.

La idea era sencilla, pero genial en su simplicidad. Utilizando partes de los viejos aparatos electrónicos que tenía en su cuarto, podría crear un candado con un sistema de acceso digital que permitiera desbloquearlo solo con una secuencia específica de sensores o incluso una contraseña electrónica. Un candado que no solo protegiera, sino que fuera una verdadera revolución para el mercado en su época.

Aunque no era un invento tan complejo como los que había creado en su tiempo como Spider-Man, la necesidad lo empujaba a dar lo mejor de sí mismo, aún en su estado de agotamiento. Se concentró en encontrar una pequeña placa de circuito y algunos motores viejos que podría reutilizar para montar un sistema que se activara solo cuando la persona que lo desbloqueaba ingresara la secuencia correcta.

Mientras trabajaba, su mente divagaba en los recuerdos de su tía May, de cómo ella siempre había trabajado tan duro para mantener la casa a flote, y cómo él, en su rol de sobrino, no había sido capaz de ayudar lo suficiente. Este invento podría ser su oportunidad de cambiar eso, de dar un paso hacia algo que no solo fuera útil, sino que tuviera el potencial de mejorar su situación.

Pero mientras ensamblaba las piezas, un pensamiento oscuro cruzó su mente.

"No sé si esto será suficiente. Si puedo hacer algo grande… algo que realmente ayude a salir de todo esto..."

Con una mueca de frustración, intentó apartar ese pensamiento y concentrarse en el trabajo. La conexión con los cables y el ensamblaje del sistema eran lo único que ahora podía controlar, lo único que lo mantenía enfocado. Las piezas encajaron con sorprendente facilidad, y en cuestión de minutos, tuvo el candado casi listo. Le dio unos toques finales con las herramientas que tenía a mano, ajustando el sensor, y al final, sonrió, aunque cansado.

"No está mal... no está mal para una noche agotadora."

Con un suspiro de satisfacción, miró el candado con una mezcla de esperanza y cansancio. Ahora solo quedaba la prueba final. Al menos había hecho algo. Algo que tal vez podría ayudar a cambiar las cosas, aunque fuera un poco.

Cansado, pero satisfecho, Peter apagó la lámpara de su escritorio, se quitó las gafas y se recostó nuevamente en la cama, esperando que el sueño lo abrazara.

Pero antes de que se sumergiera en la oscuridad, sus últimos pensamientos fueron para su tía May. Sabía que estaba haciendo lo que podía para ayudarla. Aunque el camino parecía cada vez más difícil, Peter estaba decidido a no rendirse, no mientras tuviera algo que ofrecer. La batalla por la seguridad de Nueva York y la de su familia solo acababa de empezar.

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Continuará