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¿Quién es este ser que comparte... ¡MI ALMA?!

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Synopsis
『 Sincronización lingüística completada. 』 『 Iniciando escaneo de entidades... 』 『 Entidad detectada: Bestia Divina Primordial • Estado: durmiente • Potencial oculto: Un deseo latente de trascender su rol • Afinidad: Protector con ansias de libertad 』 『 Entidad detectada: Alma humana • Estado: crítico • Potencial detectado: Espíritu intrépido de aventurero • Afinidad: Explorador nato 』 『 Análisis de compatibilidad: • Resonancia de umbral: Positiva • Naturaleza liminal: Compatible • Potencial de vínculo: Irregular 』 『 Una nueva senda se abre ante ustedes. El vínculo permitirá superar sus límites actuales. ¿Desean forjar un nuevo camino como aventureros? 』 [Sí/No]
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Chapter 1 - Capítulo 1 - 2:47 PM

Capítulo 1 - 2:27 PM

Hay días en los que uno debería quedarse en cama.

Como hoy.

—¡Wuaaahhh! ¡Haaaahhh!

Mis pies apenas tocan el suelo metálico mientras corro como si mi vida dependiera de ello (spoiler: ¡sí depende!). Detrás de mí, las chispas vuelan cada vez que las garras de ese monstruo desgarran el piso. Y no, no estoy exagerando: ¡literalmente hay chispas!

—¡GRRRAAAAAAAR!

—¡No mam...! —me trago la palabrota a medio camino.

Si la abuela Geth me escuchara, seguro me haría enjuagar la boca con jabón Zote hasta el próximo año. Aunque, siendo el nieto de la mismísima "Doña Groserías", ¿qué más se podía esperar?

Pero ¿qué hago pensando en la abuela? ¡HAY UN MONSTRUO PERSIGUIÉNDOME!

—¡Ahhh! ¡Esto no puede estar pasando! —mi voz es tan aguda que hasta yo mismo me avergüenzo—. ¡Esto es peor que cuando me cacharon copiando en el examen final!

El "Drakenurak" (sí, así lo decía el cartel que alcancé a leer antes de que el tipo misterioso lo soltara) parece un dragón que se inscribió al gimnasio, se inyectó todos los esteroides del universo y, por si no fuera suficiente, en lugar de alas le salió un cuerno de rinoceronte.

¡Ah! Y sus ojos... unos ojos azul eléctrico que brillan como luces de discoteca.

¿Impresionante? Quizás lo sería si no estuviera intentando COMERME.

—¡¿Por qué me tuvo que pasar esto a MÍ?!

Ah, cierto. Porque soy un completo idiota.

Como diría la abuela: "Ni modo mijito, pa' pendejo no se estudia".

Cinco minutos antes:

Ahí estaba yo, el increíble Wolke, vendiendo mis deliciosas chucherías en el estadio.

¿Qué por qué "increíble"? Bueno, digamos que soy increíblemente bueno metiéndome en problemas.

El torneo anual de la Ascensión estaba a punto de comenzar, ese gran evento donde seleccionan a los nuevos miembros de seis de las treinta y seis órdenes sagradas.

La cosa más importante del año, sin duda.

Mi charola era un cofre de tesoros: palomitas recién hechas, galletas de chocolate que hacían agua la boca y, por supuesto, los legendarios tamales de hoja de plátano de la abuela Geth. ¡Un clásico en esta ciudad!

—¡Llévelos, llévelos! ¡De rojo y de verde! ¡Los mejores tamales de Valhuris! —gritaba con entusiasmo mientras la abuela atendía su puesto, irradiando esa sonrisa suya que podría derretir el corazón de un dragón.

Y entonces... ¡BAM! Lo vi.

Un tipo sospechoso, de esos que parecen gritar "¡SOY MALO!" con solo caminar. Se movía como un gato en casa ajena, esquivando miradas y revisando las cámaras de seguridad como si fueran sus peores enemigas. Ahora entiendo por qué: ¡todas están apagadas!

Cerebro de Wolke iniciando protocolo de decisiones importantes...

Procesando opciones...

Seleccionando la peor decisión posible...

¡Decisión tomada!

¿Y qué hice? Pues lo más lógico y brillante que se me ocurrió: ¡seguirlo! Porque, claro, ¿qué podría salir mal persiguiendo a un extraño misterioso que parece salido de una película de espías?

¡JA! Si la abuela me estuviera viendo ahora...

Seguirlo me llevó a este pasillo subterráneo que parece salido de una película de ciencia ficción. Las paredes están hechas de acero reforzado y decoradas con unos sellos mágicos extraños, adornados con serpientes que brillan en un verde fosforescente.

Y al fondo... ¡CHAN CHAN CHAAAN! Una jaula gigantesca con un letrero de "PELIGRO" que parece más grande que mis aspiraciones a futuro.

Hagamos un pequeño inventario:

¿Salidas de emergencia? Ninguna.

¿Ventanas? Ni rastro.

¿Botón de pánico? ¡Ja! Ojalá.

Lo único que tengo conmigo:

- Mi valentía (según yo).

- Mi estupidez (según la abuela).

- Este pasillo que parece la entrada al infierno.

Nota mental: La próxima vez que vea a alguien sospechoso, mejor me quedo vendiendo tamales.

Ah, sí... excelente idea, Wolke.

Seguir a un desconocido hasta un pasillo tecnomágico...

¡Qué brillante decisión!

—¡GRRRUAAAGH!

—¡AHHHH!

¡Ese grito tan heroico y digno fue mío, por si había alguna duda!

¡Esto es una completa INJUSTICIA!

Según el manual del aventurero (página 2, en rojo y subrayado), necesito al menos un 15% de Kayrikan para enfrentar a un monstruo de clase I.

¡Quince por ciento para el MÁS DÉBIL de todos! ¡El más enclenque! Y este Drakenurak... ¡es Clase III, como mínimo!

¿Y yo? ¿Cuánto Kayrikan tengo?

¡CINCO MISERABLES PORCIENTOS!

¡CINCO! ¿¡Con qué se supone que voy a luchar!? ¿Con chistes malos? ¿Con súplicas desesperadas? ¿Con insultos ingeniosos? ¡Por favor! Hasta mis mejores insultos tienen más poder que mi Kayrikan.

¡Esto es ridículo!

¡CLANG! ¡CLANG! ¡CLANG!

Cada paso hace vibrar el suelo metálico, como si estuviera en medio de un terremoto.

—¡Uuuh!

¡El piso traicionero casi me hace besar el metal!

La puerta está ahí, a solo cinco pasos. Tan cerca y, al mismo tiempo, tan inalcanzable como el último tamal de la olla cuando la abuela está vigilando. Pero entre ella y yo se alza una sombra inmensa, con unas garras que parecen cuchillos de carnicería en oferta.

Es como si la mismísima muerte hubiera venido a buscarme.

Salto a la izquierda.

El aire cortante de la garra roza mi rostro, helándome la piel. Mi pie resbala en el sudor que cubre el metal frío. Todo da vueltas. Y mi cara termina estampada contra el suelo.

—¡Pinche suelo tramposo!

Escupo sangre mientras me levanto, dibujando en mi rostro esa sonrisa torcida que aprendí de mi papá, esa que usaba cuando quemaba las palomitas y decía: "Así saben mejor".

—¿Fallaste o solo querías dibu...?

PLIC.

Un sonido interrumpe mi burla.

Una gota cae sobre el metal. Ese ruido seco, como cuando tu helado se estrella contra el suelo, pero infinitamente peor.

Algo frío recorre mi costado derecho.

No es sudor.

Es... pegajoso.

DEMASIADO pegajoso.

Bajo la mirada, y el dolor sordo que sentía se transforma en un grito agudo que atraviesa todo mi cuerpo.

—¿Qué demonios...?

Intento mover los dedos, pero un espasmo de dolor me sacude.

Mi brazo... mi brazo derecho ya no está.

—No... no chingues... —mi voz tiembla, apenas un susurro roto—. ¿Cuándo...?

Mi mirada se clava en lo que queda de mi hombro. Un muñón grotesco: carne desgarrada, tendones retorcidos como cables expuestos, y el hueso del húmero astillado, blanco y salpicado de rojo oscuro.

La sangre brota en torrentes, empapando todo mi costado derecho, deslizándose por mi pecho como una cascada ardiente que se acumula en mi cinturón antes de gotear al suelo.

Plip. Plip. Plip.

Con la mano izquierda me aferro al muñón, hundiendo los dedos en la carne ardiente, como si eso pudiera sellar el agujero. Pero es inútil; la sangre sigue brotando, imparable, y la desesperación me asfixia.

Un lago oscuro y brillante se extiende en el suelo.

Mi sangre.

Entre burbujas y coágulos, un reflejo distorsionado me devuelve la mirada.

Mi cabello castaño, ese glorioso y rebelde cabello que siempre fue mi orgullo, ahora parece una rata ahogada pegada a mi frente. Mis ojos azules, esos que solían susurrarle al mundo "¡eh, soy un travieso!", están apagados, como cristales sin vida. Incluso mis pecas, esas constelaciones que decoran mi rostro, se esconden bajo una costra de sangre seca.

¡Cobardes!

Y en el fondo de esos ojos opacos... no veo al héroe que siempre quise ser.

La sangre no se detiene.

Siento cómo mi visión se oscurece, como un telón cayendo lentamente.

Intento levantarme, pero mis piernas flaquean. La pérdida de sangre me está devorando, y lo sé. Cada latido es un tambor que anuncia el final.

Bum-bum.

Cada vez más lento.

Bum... bum...

El Drakenurak está frente a mí, imponente.

Mi vista se nubla aún más, y el dolor es un fuego líquido que corre por mis venas. Pero el frío... ese maldito frío que se arrastra desde mis entrañas, es peor.

Sus ojos me atraviesan como cuchillas, y yo apenas puedo centrarme en lo que sostiene en su garra. Mi brazo derecho, ensartado como si fuera un trofeo grotesco.

La manga está hecha jirones, la piel cuelga en tiras, y entre todo ese desastre, ahí están mis músculos, expuestos como un libro abierto.

¿Eso de ahí? ¿Es un tendón?

El reloj en mi muñeca aún marca las 2:47 PM.

¡Ja! Ironías de la vida.

Al menos ese condenado aparato sigue funcionando.

Resistente, ¿eh?

El número verde fosforescente brilla con indiferencia, mientras las gotas de mi sangre resbalan sobre la pantalla digital, borrando poco a poco los segundos.

El monstruo gruñe, un sonido que retumba en mi pecho como un tambor de guerra.

No hay odio en su mirada.

No hay sonrisa en su rostro.

Si no estuviera intentando matarme, podría decir que tiene algo fascinante, casi hipnótico.

¡CRACK!

El golpe llega como un trueno, seco, preciso, brutal.

¡Auch! Eso definitivamente no sonó bien.

Siento el fémur partirse como una ramita seca bajo su fuerza descomunal. La carne se desgarra, se abre en capas como un lienzo maltratado. Mi pierna cuelga, apenas sostenida por un hilo de piel desgarrada.

El Drakenurak tira hacia arriba con una fuerza que desafía toda lógica.

—¡AAAAAH! —El grito me rasga la garganta como si fuera papel.

La pierna se desprende de mi cuerpo en un tirón violento. El monstruo la arroja a un lado sin darle ni una mirada, como quien descarta basura inútil.

Ahora soy poco más que un saco de carne roto.

Sin brazo derecho.

Sin pierna izquierda.

Me arrastro hacia atrás, usando el codo que aún me queda, pero el monstruo no se detiene. Su avance es implacable, cada paso resonando como una sentencia.

Su garra derecha —la misma que aún sostiene mi brazo empalado— se alza para un nuevo golpe.

"¡NO TE METAS DONDE NO TE LLAMAN, WOLKE!"

Las palabras de mi abuela resuenan en mi mente, un eco cruel de mi propia imprudencia. Y aquí estoy, pagando el precio por no haber aprendido nada.

El Drakenurak alza sus garras, mi sangre goteando de sus filos como una lluvia macabra.

La parca...

—¿P-por qué...? —susurro, aunque sé que no habrá respuesta. Solo el brillo frío de esos ojos sin alma me devuelve el silencio.

¡SCHING!

Un par de tijeras de cocina se clavan en el ojo izquierdo del monstruo.

—¡¿Te crees muy valiente lastimando a mi nieto, maldito lagarto pellejudo?! —ruge una voz que me hiela la sangre.

No. No puede ser.

Giro la cabeza con dificultad. Y ahí está. La abuela Geth.

Su piel morena clara, esos ojos marrones que perforan el alma, su cabello canoso recogido en un moño firme. Lleva su delantal manchado de salsa y blande una sartén de hierro fundido como si fuera el martillo de un dios.

El monstruo retrocede, gruñendo.

—A-Abue... —intento gritar, pero solo consigo escupir un hilo de sangre—. Vete...

Ella no me escucha. Sus ojos brillan con un fulgor rojizo que jamás le había visto.

—Tú —señala al Drakenurak, que arranca las tijeras de su ojo con un rugido desgarrador—. Me vas a devolver cada gota de sangre que le quitaste a mi nieto.

El monstruo embiste. La abuela Geth lanza la sartén con precisión quirúrgica, impactando en el cráneo del monstruo. Como si tuviera voluntad propia, la sartén regresa a su mano.

Y entonces comienza la danza.

Ella se mueve con una rapidez sorprendente, pero no lo suficiente. El Drakenurak logra abrirle un corte profundo desde el hombro hasta la cadera. Un grito de dolor escapa de sus labios, pero su mirada no pierde ese fuego indomable.

—¿Eso es todo? —Geth se envuelve la herida con el delantal, ahora teñido de rojo oscuro—. ¡En mis tiempos, los rasguños venían con invitación!

Esquiva el siguiente ataque con una agilidad inesperada, deslizándose bajo las patas del monstruo. La sartén se hunde en su garganta, pero el Drakenurak la atrapa con su cola y la estrella contra una columna.

El impacto sacude toda la sala.

—¡ABUELA! —grito mientras intento arrastrarme hacia ella. Mis miembros mutilados dejan un rastro de sangre y vísceras tras de mí. El dolor es insoportable, pero no importa.

—¿Te di permiso para moverte, Wolke? —su voz, firme a pesar del sufrimiento, sigue teniendo ese filo que me hace temblar. Se pone de pie, aunque su brazo derecho cuelga de un tendón.

El Drakenurak levanta ambas garras, listo para el golpe final.

La abuela escupe sangre al suelo y sonríe con ironía.

—Parece que hoy voy a tener que usar eso.

Me mira, y por primera vez, veo algo que nunca había visto en ella: miedo. Pero desaparece en un instante, reemplazado por esa sonrisa pícara que siempre pone cuando le gana al viejo Finnigan en el dominó con una ficha "misteriosa".

—Mijo... —susurra, mientras un aura rojiza comienza a envolverla—. Esta abuelita va a dar un espectáculo que hasta San Pedro va a aplaudir.

Y entonces lo entiendo.

—¡NO! —grito con todo lo que me queda, pero ya es tarde.

Se lanza hacia el monstruo, abrazándolo como si fuera su pareja en un último baile. Su cuerpo se vuelve translúcido, brillando como una estrella a punto de explotar.

BOOOOOOM.

El rugido del monstruo se ahoga en la explosión. La onda expansiva me lanza contra una pared.

Estrellas. Dolor. Mareo.

Sangro, lloro, apenas puedo respirar. El humo me quema los ojos.

Parpadeo, tratando de ver.

Brillitos púrpuras flotan en el aire... los restos del monstruo.

Algo cae sobre mí. Es el delantal de la abuela, lo único que quedó de ella. Todavía huele a su salsa... y a sangre.

"La vida es como esta salsa, mijo. A veces picante, a veces dulce, pero siempre hay que encontrarle el sabor".

Todo se vuelve negro.

✷ ✷ ✷

Un destello dorado me ciega por un segundo. Parpadeo rápido y, cuando vuelvo a enfocar, veo un montón de letras brillantes flotando en un vacío negro infinito. 

Se ven como esos mensajes que aparecen al principio de los MMORPG, esos que casi nadie lee. Bueno, yo tampoco los leo. Siempre termino dándole "siguiente" para empezar a jugar de una vez. Pero esta vez es diferente. No puedo apartar la mirada. Hay algo extraño en ellas, como si me estuvieran llamando, como si quisieran que las observe.

Intento desviar la vista, pero no sirve de nada. No hay nada más aquí, solo esas letras. Y aunque lo hubiera, dudo que pudiera ignorarlas. Es como si estuvieran diciendo: "Wolke, presta atención. Esto importa".

Supongo que no tengo alternativa. 

『 Sincronización lingüística completada. 』 

『 Iniciando escaneo de entidades... 』 

『 Entidad detectada: Bestia Divina Primordial 

• Estado: durmiente 

• Potencial oculto: Un deseo latente de trascender su rol 

• Afinidad: Protector con ansias de libertad 』 

『 Entidad detectada: Alma humana 

• Estado: crítico 

• Potencial detectado: Espíritu intrépido de aventurero 

• Afinidad: Explorador nato 』 

『 Análisis de compatibilidad: 

• Resonancia de umbral: Positiva 

• Naturaleza liminal: Compatible 

• Potencial de vínculo: Irregular 』 

『 Una nueva senda se abre ante ustedes. El vínculo permitirá superar sus límites actuales. ¿Desean forjar un nuevo camino como aventureros? 』 

[Sí/No] 

La palabra "aventurero" siempre me ha sonado como algo épico. Tiene esa vibra que, no sé, me prende una chispa cada vez que la escucho. Es como si me llamara, como si me dijera: "¡Hey, Wolke, este es tu destino!".

Siempre quise ser uno, pero nunca tuve el suficiente poder como para intentarlo.

—¡Claro que sí! —respondo sin pensarlo, y hasta yo me sorprendo de lo seguro que soné. Es como si esta decisión hubiera estado esperando a que la tomara desde siempre.

『Esta elección es definitiva.』 

『Iniciando proceso de simbiosis...』 

『Seleccione la manifestación de su vínculo.』 

[Colmillos del Guardián / Ojos del Explorador / Marcas del Viajero / Garras del Protector] 

Mis ojos se posan en "Colmillos del Guardián". ¿Colmillos? Suena imponente, poderoso... aunque, siendo honesto, también parece ideal para comer sin complicaciones. Imagínate tener la capacidad de devorar cualquier cosa sin esfuerzo. Sí, esto es para mí. 

No lo pienso demasiado. 

—Colmillos del Guardián —anuncio, intentando sonar seguro. Aunque, claro, mi voz tiembla un poco. Muy bien, Wolke, todo un ejemplo de confianza. 

『Elección confirmada. Su vínculo será su guía en este nuevo camino. Que su aventura comience.』 

Esto ya se siente épico. ¡Vamos, Wolke! ¡A destacar... o quizá a comer!