¡Para, por favor para, Rei! —grité desesperado—. ¡Te dije que pares! ¿Ahora qué vamos a decir?—Drako, tengo miedo —murmuró Rei, temblando."Estúpido", pensé, "¿ahora tienes miedo?". Mientras Rei intentaba ordenar sus pensamientos, yo trataba de imaginar cómo le explicaría a mi madre que habíamos dejado a Bell ciego e inconsciente en un duelo de espada. Los mejores sanadores del continente no podrían devolverle la vista. Bell, uno de mis mejores amigos junto con Rei, cuyo sueño era convertirse en un aventurero de rango S como el Héroe Torft, ahora...Mi mente era un torbellino de emociones: tristeza, enojo, frustración... ya ni siquiera podía distinguirlas. Lo único que tenía claro era que necesitábamos una excusa. Después de todo, solo éramos unos niños de 9 y 10 años jugando a tener un duelo, ¿cierto?Mientras me debatía, unos guardias se acercaron corriendo.—¡Niño! ¿Qué pasó? ¡Hay que llevarlo con Lucy, rápido! —gritó uno de ellos.—E-e-estábamos jugando a tener un duelo y s-se cayó... mi espada le rajó los o-ojos —tartamudeó Rei.Para mi sorpresa, los guardias no hicieron más preguntas. Aunque parte de lo que dijo Rei era cierto, la verdad completa era más oscura: Rei no se había contenido con Bell y, aun después de haberlo vencido, siguió atacando. Fue entonces cuando Bell cayó y perdió la vista.Horas después, llegamos donde Lucy, la única sanadora del pueblo que no era aventurera, algo sorprendente considerando su rango A. La noticia fue agridulce: Bell no perdería la vista por completo, pero necesitaría un costoso artefacto mágico para ver como antes. Su recuperación tomaría tiempo.Después del incidente, Bell se negó a volver a juntarse con Rei. Yo, atrapado entre mis dos mejores amigos, decidí alejarme de ambos. Mi madre me apoyó y entendió perfectamente mi decisión.Los años pasaron. Rei se transformó en una persona arrogante y despreocupada. Sorprendentemente, en su prueba de rango a los 15 años, logró alcanzar el rango B. Bell, por otro lado, solo consiguió un rango D. Rei no perdía oportunidad de restregárselo en la cara, lo que provocó numerosas peleas entre ellos durante ese año.Pero hoy nada de eso importaba. Era mi decimoquinto cumpleaños y me otorgarían mi rango. Estaba emocionado, esperando al menos un rango C o superior para poder cumplir mi sueño de llegar al último piso de la mazmorra y descubrir qué había en la cima.—¿¡Qué!? Esto debe ser una broma... ¿es imposible que yo tenga este rango?—Lo siento, niño —respondió la señorita Grey—. No todos consiguen un buen rango. Tendrás que esforzarte más y subir de nivel, como ese tal Bell, que ya está por llegar al rango C en menos de un año.—Pero... ¿en serio soy un rango F? Nunca conocí a nadie con rango F, ¿eso de verdad existe? —murmuré, desconcertado—. Bueno, ya no importa. Nos vemos, señorita Grey.