Chereads / Azin El Destello Del Norte / Chapter 4 - 4 Desafío del abuelo

Chapter 4 - 4 Desafío del abuelo

La tarde estaba tranquila en la residencia, con el sol iluminando las paredes de la sala principal. La niña de cinco años, quien había demostrado un talento excepcional desde temprana edad, fue convocada por su abuelo. Con una mezcla de curiosidad y emoción, aceptó la invitación sin dudar.

 

El abuelo, un hombre imponente de 1.90 metros de altura y un físico que parecía cincelado en piedra, sostenía una pequeña arma en sus manos mientras la miraba con una leve sonrisa.

 

—Ten esta arma y úsala contra mí —dijo, entregándole un cuchillo que parecía más decorativo que funcional. Sus pensamientos eran claros: Si la dejo usar sus dagas, probablemente termine herido sin querer… mejor prevenir.

 

La niña no necesitó más instrucciones. Sus ojos brillaron con determinación y, sin dudarlo, se puso en guardia. Con el cuchillo firmemente sujeto en una mano, se lanzó hacia su abuelo con toda la velocidad que sus pequeñas piernas podían reunir.

 

Para el abuelo, la escena era casi cómica. Ver a la niña corriendo con un arma en mano le arrancó una leve carcajada interna. Pero no subestimó la situación; sabía que, aunque pequeña, tenía un talento natural.

 

Cuando la niña estuvo lo suficientemente cerca, dirigió su ataque hacia la pierna del abuelo, buscando desequilibrarlo. Fue un movimiento directo, pero predecible.

 

El abuelo, con años de experiencia en combate y reflejos afilados, respondió de inmediato. Con un movimiento calculado, levantó su pierna y lanzó una patada.

 

La fuerza del impacto mandó a la niña volando por los aires, aterrizando suavemente gracias a su entrenamiento previo, pero no sin quedar un poco aturdida.

 

—Con esa velocidad tan predecible, solo vas a buscar que te maten —dijo el abuelo, cruzándose de brazos mientras la observaba levantarse

 

Narrador : La niña recibió un choque fuerte como cuando te chocas con un poste sin querer por estar distraido , sintiéndose medio aturdida decidio recuperar concentración con un suspiro y afilo su atención al cuchillo dispuesta a lanzarlo , en ese momento las chispas empezaron a emerger y lanzo el objeto afilado directo al pecho, pero como era de esperarse lo detuvo de un golpe, el golpe realizado por el abuelo tenia forma de garra con energía eléctrica ( garras eléctricas).

 

La niña, aún con la adrenalina del combate reciente, se acercó al abuelo con una mezcla de curiosidad e incertidumbre. Había notado algo extraño durante el entrenamiento, y no podía evitar preguntar.

—Abuelo, ¿qué tal? —dijo, mirándolo con ojos brillantes.

—¿Qué sucede? —respondió él, relajándose un poco.

—¿Cómo sacaste esa garra? —preguntó, señalando la mano del abuelo, que momentos antes había mostrado un destello de poder en forma de garras eléctricas.

El abuelo se tensó por un instante. ¿Cómo porongas explico esto? No lo pensé antes... ¡Aaaaaah! pensó para sí mismo. Buscando ganar tiempo, llevó una mano a su mentón e imitó la famosa pose de Sócrates, fingiendo estar profundamente pensativo.

—Ummmmm... —murmuró, alargando el silencio dramáticamente.

Finalmente, decidió improvisar una explicación que pudiera entender su joven aprendiz.

—Cuando lanzaste el cuchillo, ¿viste que salieron chispas a tu alrededor? —preguntó con calma.

—Sí —respondió la niña, intrigada.

El abuelo asintió, señalando las manos de la niña.

—Por así decirlo, ese es tu poder. —Hizo una pausa para medir la reacción de la pequeña, quien lo miraba boquiabierta.

—¿Mi poder? —dijo ella, emocionada.

—Sí. Tienes la capacidad de invocar electricidad mediante el uso de tu atención y emociones. ¿Captas? —intentó explicar con un tono más sencillo.

La niña inclinó la cabeza con una expresión de confusión y balbuceó algo que sonó como:

—¿¿90''090??

El abuelo suspiró profundamente, llevándose una mano a la frente.

—Ay, Dios. —Respiró hondo y trató de explicarlo de otra forma.

—Cuando estabas entrenando, ¿no activaste esa habilidad antes? —preguntó, buscando ejemplos que pudieran resonar con ella.

—Bueno... —respondió la niña, pensativa—. Cuando recibo golpes de Marciales, suele salir electricidad.

El abuelo parpadeó, sorprendido y divertido al mismo tiempo.

—¿Entonces me estás diciendo que ese grandulón literalmente te "carga" a golpes? —preguntó con una sonrisa torcida.

La niña asintió con entusiasmo, como si fuera lo más normal del mundo

Narrador: El abuelo le acercó un dedo y, con un leve toque, le envió una pequeña chispa. La niña sintió cómo la electricidad recorría su brazo como un escalofrío inesperado.

El abuelo, decidido a mostrarle a su nieta el verdadero poder del rayo, comenzó a explicar con calma mientras la pequeña lo observaba con atención.

 

—Esa es una pequeña muestra de las chispas que sientes a tu alrededor —dijo el abuelo—. Aunque las toques, no puedes sentirlas como si fueran algo físico, porque son parte de ti. Por así decirlo, son tu maná. Te pertenece.

 

La niña inclinó la cabeza, procesando la información.

 

—Jummmmmm... tiene sentido... —dijo, aunque su expresión reflejaba dudas.

 

El abuelo no pudo evitar reírse. Sabía que las palabras solo llegaban hasta cierto punto, así que decidió demostrarlo con acciones.

 

—Eres velocista —continuó él—. Los que dominamos el elemento rayo necesitamos ser rápidos. Quiero que observes cómo corro de forma normal.

 

Narrador: El abuelo comenzó a correr de un lado a otro a una velocidad de 15 km/h, moviéndose con agilidad pero sin esfuerzo evidente.

 

La niña lo miraba con una expresión pensativa, tratando de comprender.

 

—Ahora quiero que veas lo que sucede cuando corro con disposición al rayo.

 

Narrador: Los pies del viejo comenzaron a generar pequeñas chispas. De pronto, su velocidad se incrementó de 15 km/h a 30 km/h, dejando un leve destello a su paso.

 

—Esto se llama impulso —explicó el abuelo, deteniéndose frente a la niña.

 

Los ojos de la pequeña se abrieron como platos.

 

—¡Wao! ¡Corriste más rápido!

 

El abuelo sonrió y dio un paso atrás.

 

—Y ahora, te mostraré lo que llamamos dash.

 

Narrador: De repente, el abuelo desapareció de la vista de la niña, dejando solo un rastro de chispas en el aire. En un abrir y cerrar de ojos, reapareció al otro lado de la sala.

 

—¡¿Desapareciste y volviste a aparecer?! —preguntó la niña, completamente atónita.

 

El abuelo negó con la cabeza, divertido por la reacción de su nieta.

 

—No desaparecí. Corrí a una velocidad absurda, tan rápida que tus ojos actuales no pueden seguirme.

 

La niña frunció el ceño, pensativa.

 

—Entonces... ¿necesito comprar gafas?

 

El abuelo le dio un leve calbazo en la cabeza, sin poder evitar reírse ante la ocurrencia.

 

—¡No necesitas gafas, mocosa! —dijo con una sonrisa torcida.

 

—Jejeje —rió la niña, frotándose la cabeza.

 

El abuelo adoptó un tono más serio.

 

—Escucha bien. Es tu deber aprender a hacer esto. Dominar el impulso y el dash es crucial para cualquier velocista del rayo. Te enseñaré cómo hacerlo, pero será difícil.

 

Los ojos de la niña brillaron con determinación