Juan es un panadero de 23 años que vive solo con su abuelo, de 68, quien padece problemas de salud hereditarios. Desde pequeño, Juan ha vivido entre las sombras del divorcio de sus padres, un hecho que marcó su vida. Aunque sus padres no están presentes, su abuelo se convirtió en su figura de autoridad y apoyo.
Cada mañana, Juan se levanta temprano para hacer pan en su pequeña panadería. El aroma cálido del pan recién horneado llena la casa y, por un momento, todo parece estar en orden. La gente de la colonia lo quiere, lo respeta. Lo llaman "Juan el panadero" y siempre tiene una sonrisa para ellos. Su novia, Lucia, es su apoyo emocional y siempre está ahí para él, ayudándole con las tareas diarias y brindándole cariño. A pesar de su relación sólida, Juan no puede evitar sentirse solo, como si algo en su interior estuviera roto.
Al caer la noche, cuando la luz del día se apaga y la tranquilidad invade su hogar, la soledad lo consume. Es en esos momentos cuando se pregunta por qué, a pesar de todo lo que tiene, no logra encontrar paz. "Toda mejora," se repite cada mañana, intentando convencerse de que las cosas cambiarán, de que su vida mejorará. Pero cuando las luces se apagan, la pregunta siempre llega: ¿por qué me siento así?
Juan intenta mantener su mente ocupada. Se concentra en ayudar a su abuelo con la casa, en mantener la panadería funcionando, en ser un buen novio, en ser una persona de bien. Lucia, a pesar de sus esfuerzos por apoyarlo, no parece ser suficiente para llenar el vacío que siente. A pesar de las sonrisas, de las buenas intenciones, algo falta.
La oscuridad de la noche parece ser el único momento en que se siente libre, en que puede dejar de fingir que está bien. En ese silencio, la tristeza se vuelve palpable, como si algo dentro de él estuviera quebrado y no pudiera repararse. Se sienta a pensar, pero las respuestas no llegan. "¿Por qué siempre me siento solo, incluso cuando no lo estoy?"
Decide que debe hacer algo para mejorar su situación. Tal vez ayudar a su abuelo a salir de las deudas de la casa sea el camino para encontrar un propósito más allá del vacío emocional que siente. Pero, aunque lo intente con todas sus fuerzas, el peso de la soledad sigue ahí, persiguiéndolo en cada rincón de su mente…