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Chapter 9 - Capitulo 9 : fragmentos

Dante en la habitación donde lo habían interrogado , el no paraba de pensar que el día había sido extraño, desde la llegada de los agentes hasta el viaje que lo había llevado hasta ese misterioso refugio. La sensación de estar siendo observado persistía, pero más que eso, algo dentro de él despertaba con cada día que pasaba. No sabía si era el poder de los artefactos o si era algo más profundo, algo que latía en su interior, esperando despertar. 

Mientras los agentes lo habían dejado solo los tres artefactos en forma de joya comenzaron a brillar. El colgante de Rotalunas, la pulsera Tomus Magna y el anillo Báculo de las Mil Formas, emitieron una luz suave pero firme, como si respondieran a algo más grande que ellos mismos. Dante miró las joyas, sin poder apartar la vista de ellas, como si fueran las llaves a algo que aún no comprendía.

Fue entonces que escuchó una voz, pero no de una persona.

—Dante, el momento ha llegado —dijo una voz profunda, una voz que parecía venir de todos lados y de ninguno a la vez. La resonancia de las palabras era como un eco antiguo, pero lleno de poder.

La luz de los artefactos brilló más intensamente. El colgante, que hasta ese momento solo había sido una alegría más, comenzó a latir en su pecho, como si tuviera vida propia. Dante sintió una presión en su pecho, como si todo lo que le rodeaba se desvaneciera. Los artefactos no solo lo estaban llamando; lo estaban empujando hacia algo.

La voz habló de nuevo, más clara esta vez:

—Rotalunas, el Tomus Magna y el Báculo de las Mil Formas están vinculados a ti, Dante. Cada uno representa una parte de tu ser. El Tomus te conecta con el conocimiento y el pasado, el Báculo te guía en la lucha, y Rotalunas... Rotalunas es tu destino.

Dante tembló. No podía ignorar lo que sentía. Estos artefactos, esas joyas que había llevado sin comprender, ahora le hablaban directamente, de una manera que parecía venir de más allá de la comprensión humana.

El anillo brilló, y una imagen apareció frente a él. Era una visión fugaz de un hombre, un ser que parecía más allá de los humanos, un ser con colas que se extendían y una mirada profunda como el océano. Dante parpadeó, y la imagen desapareció tan rápido como llegó, pero el impacto permaneció.

La voz continuó:

—Kyros... el Zorro de las 12 Colas. El legado que llevas no es solo una carga, es tu destino. Los artefactos están aquí para guiarte hacia tu verdadero propósito, pero no debes temer el poder que despiertas. Deja que los artefactos te hablen, y ellos te mostrarán el camino.

Dante se desplomó en su silla, el corazón golpeando fuerte en su pecho. ¿Kyros? ¿El Zorro de las 12 Colas? Las palabras del hombre misterioso resonaron en su mente, y la conexión parecía más clara, aunque aún borrosa. El Tomus Magna, el colgante en su cuello, brillaba con un resplandor dorado, como si estuviera sellando un pacto en su alma.

Sin embargo, la luz de Rotalunas fue la que más llamó su atención. Esa luz era cálida, suave, como un abrazo familiar. Sin querer, Dante levantó la mano y tocó el colgante, sintiendo que algo dentro de él se activaba. Las imágenes de su visión se aclararon, mostrando más detalles. El hombre, Kyros, le hablaba sin palabras, y Dante comprendió que esa figura estaba conectada a él, no solo por los artefactos, sino por algo mucho más profundo, algo que no podía aún comprender.

La voz del Tomus Magna resonó una vez más:

—Escúchalos, Dante. Ellos no solo te guiarán en la batalla. Ellos te mostrarán la verdad de tu origen. Deja que tu destino se revele, pero recuerda: todo tiene un precio.

El Báculo brilló con intensidad, como si la joya en su dedo fuera una llave a un poder antiguo. Dante sintió una presión en su cuerpo, como si toda la energía del universo estuviera convergiendo en ese instante. Y en ese momento, comprendió algo que aún no estaba listo para aceptar: estos artefactos no solo eran parte de su destino; eran su destino.

Se levantó de la silla, decidido. No sabía cómo ni por qué, pero tenía que descubrir todo lo que esos artefactos le estaban ocultando. Y quizás, solo quizás, entienda el legado de Kyros. La guerra que se avecinaba, los monstruos, las grietas... todo estaba conectado. Y Dante, aunque aún dudoso, ahora comprendía que su vida estaba irremediablemente ligada a esos artefactos y al hombre que había sido, el Zorro de las 12 Colas.

Pero en esa habitación no podría hacer nada mientras la organización no lo dejara ir.