CAPÍTULO 131
Zade acarició su cuello suavemente, murmurando algo inaudible al caballo negro. Me quedé sin palabras mientras su atención se desviaba hacia mí, el brillo en sus ojos delataba su diversión.
Él sabe, ¿verdad?
La comisura de su boca se contrajo.
—¿Confías en mí? —extendió su mano.
Mi mirada oscilaba entre sus ojos y la mano ofrecida. Era una pregunta simple, pero la respuesta llevaba un peso mucho más allá de sus palabras.
—Confío en ti.
El caballo blanco se acercó a mí y tuve que admitir, mi corazón latía más rápido que nunca en toda mi vida.
Tomando su mano, me ayudó a subir al caballo y me sorprendí. Nunca había montado un caballo antes en mi vida, pero esto... se sentía natural.
Pero Zade parecía imperturbable, su actitud tranquila me tranquilizaba. —Solo sigue mi ejemplo —dijo mientras montaba su propio caballo.
Los caballos caminaban uno al lado del otro, y el suave balanceo de sus movimientos me sumió en un ritmo cómodo.
—Entonces, ¿no has montado antes?