Eva~
Llegó tarde cuando Lia entró a mi sesión. Palideció en el momento en que posó sus ojos en mí. Aparté la mirada de su expresión horrorizada. No me había atrevido a mirarme en el espejo, pero sabía que parecía que me hubiera atropellado un camión.
Se recuperó, y comenzamos nuestra sesión, evitando cuidadosamente el tema de mi reciente secuestro y golpiza. No era que ella no quisiera hablar de ello —era yo quien no quería discutirlo. Especialmente porque tendría que enfrentarme a sentimientos que quería ignorar, sentimientos agitados por lo que había aprendido de Felicia.
—Entonces, sobre tus sueños... ¿de qué tratan? —preguntó Lia.
Pensé largo y tendido. —Apenas los recuerdo, pero sé que son pesadillas. Me despierto gritando.
Lia continuó observándome pensativamente. —¿Cómo te sientes después?