Eva~
Abrí los ojos y sólo había oscuridad. No había ni una sola fuente de luz, ni siquiera un poco. El lugar en el que me encontraba era insondablemente negro. Tragué con dificultad y finalmente intenté moverme.
Mi corazón se atoró en mi garganta cuando descubrí que no podía. Estaba sentada, con las manos y las piernas atadas en la oscuridad.
Mis respiraciones eran rápidas y superficiales mientras luchaba contra las ataduras, el pánico me arañaba la garganta. La oscuridad era absoluta—sin sombras, sin destellos, nada más que un negro interminable y sofocante. El aire era denso, presionándome, atrapándome. Forcé mis ojos, deseando que se ajustaran, pero no había nada que ver, ni un atisbo de luz, ningún borde que me anclara. Sólo oscuridad.