Hades~
Los papeles habían sido entregados para la correspondiente firma, y aunque tenía el bolígrafo en la mano y el documento frente a mí, mi mente volvía a la princesa.
Esos malditos ojos estaban grabados en mi memoria como una marca, la franca negativa a someterse a mí me volvía loco. Ya debería haber aceptado, pero en cambio intenta acabarse a sí misma.
Su risa resonaba en mi cabeza, el recuerdo de ese sonido hacía que mi piel se erizara. Ese maldito bastardo tenía razón: había logrado meterse bajo mi gruesa piel. Nada ni nadie debería haber podido incitarme a tal reacción visceral. Yo me conocía como alguien ecuánime y tranquilo, sin importar la situación. Pero esa maldita mujer...
Era demasiado cobarde para soportar un poco de adversidad. Sin embargo, la forma en que había puesto la pistola en su cabeza no me abandonaba. Sus ojos estaban llenos de desafío, desafiándome a aceptar mi desprecio y acabar con ella yo mismo.