Eva~
Nos sentamos como el día anterior. El silencio volvió a envolver la habitación mientras ella me evaluaba.
—Estuvo aquí, ¿no es cierto? —murmuró cuando el silencio se hizo insoportable.
—¿Quién?
—Su Alteza, Felicia.
Asentí. —¿Cómo lo supiste?
Ella sonrió con timidez. —Su asfixiante perfume es difícil de pasar por alto.
Sonreí un poco por eso. —Casi me desmayo —bromeé a cambio.
Ella se rió. —No dejes que te intimide.
—¿Soy tan fácil de leer?
—No, querida. Conozco a su Alteza; puede ser un poco... bueno, mucho.
—Sí, lo es. Era difícil creer que fueran del mismo tipo. Ambas Licántropas pero tan diferentes.
—No dejes que te afecte —aconsejó ella dulcemente.
Asentí, agradeciendo su amabilidad.
—Entonces, continuemos desde donde paramos ayer.
—Por supuesto —respondí, sentándome más erguida—. Estoy lista.
—¿Cuál es tu mayor miedo? —preguntó, con un tono pensativo.