Eve
—No me salté un compás —respondí, rezando para que mi voz se mantuviera estable—. Tú me lastimaste, ahora mismo —mentí. Apreté los dientes, conteniendo el grito que quería salir de mi boca.
Sus ojos se estrecharon a rendijas.
—Estás mintiendo —su voz era un retumbo bajo que vibraba en mi vientre, convirtiendo mi sangre en hielo—. Era una voz que prometía sangre y retribución.
—Rodé los ojos, aferrándome a la historia —ahí vas de nuevo —murmuré, con un suspiro exasperado—. Acabas de golpearme y me dices que estoy mintiendo.
Él dio un paso hacia mí, y mi cuerpo traicionó mi pánico al quedarme congelada.
—De verdad debes creerme un tonto —expresó, su mandíbula flexionándose.
Me recuperé y di un paso atrás despreocupadamente, actuando como si su sospecha no me perturbara en lo más mínimo.
—Realmente eres algo —murmuré mientras intentaba salir del ring, poniendo más distancia entre nosotros.