Capítulo 3: La Elección de un Guerrero
El sol comenzaba a asomarse sobre el horizonte cuando Alex, aún exhausto, se arrastró hacia un pequeño arroyo cercano. Su reflejo en el agua le devolvía una mirada perdida, el rostro manchado de hollín y su hombro adolorido por la quemadura.
—¿Cómo terminé aquí? —susurró, sumergiendo sus manos en el agua fría.
—Porque eres especial, Alex. —La voz de Quetzalcóatl volvió a llenar su mente, esta vez con un tono más calmado.
Alex suspiró.
—Eso ya lo sé, pero ¿qué significa ser el "Avatar de Quetzalcóatl"? ¿Por qué me elegiste?
Hubo un breve silencio antes de que Quetzalcóatl respondiera.
—Mi poder necesita un portador digno, alguien con potencial para superar cualquier límite. No fui yo quien te eligió, Alex. Fue el destino.
—¿Destino? —Alex frunció el ceño.
—Eso no responde nada. ¿Qué es esta guerra? ¿Qué gano si participo?
Quetzalcóatl soltó una leve risa.
—Esas respuestas las encontrarás con el tiempo, pero por ahora, debes enfocarte en sobrevivir. Otros Avatares vendrán por ti. Si no te preparas, Kael será solo el principio.
Alex apretó los puños, la frustración creciendo en su interior. Había algo en todo esto que le parecía injusto, pero también sentía una extraña emoción: el deseo de volverse más fuerte.
—Entonces, enséñame. Si voy a sobrevivir, necesito entender lo que puedo hacer.
Un Maestro en las Sombras
Quetzalcóatl se manifestó, aunque no físicamente. Una figura translúcida con la forma de una serpiente emplumada apareció a su lado, sus ojos brillando con un tono dorado.
—Primero, debes aprender a controlar el viento. Es un elemento que fluye con libertad, pero también obedece a quien sabe escucharlo.
Alex se puso de pie, sintiendo una leve brisa que acariciaba su rostro.
—¿Y cómo hago eso?
—Concéntrate. Siente el aire a tu alrededor. No lo fuerces, déjalo fluir contigo.
Alex cerró los ojos, extendiendo sus manos. Al principio, todo lo que podía sentir era el ruido de sus pensamientos y el dolor en su cuerpo. Pero poco a poco, el mundo a su alrededor comenzó a volverse más claro: las hojas moviéndose con el viento, el sonido del arroyo, incluso su propia respiración.
—Eso es... —Quetzalcóatl lo observó con atención.
—Ahora, ordénalo. Imagina el aire moviéndose a tu voluntad.
Alex abrió los ojos, y con un movimiento rápido, un pequeño torbellino se formó frente a él, levantando hojas y agua. Aunque apenas duró unos segundos, fue suficiente para arrancarle una sonrisa.
—¡Lo hice!
—Pequeños pasos, chico. Pero no te emociones demasiado. Lo que acabas de hacer no te salvará en una batalla real.
Antes de que Alex pudiera responder, un sonido fuerte rompió el silencio. Los árboles cercanos se partieron como si algo gigante los hubiese atravesado.
—¡¿Qué fue eso?! —Alex retrocedió, mirando a su alrededor.
De entre los árboles emergió una figura imponente: un hombre de gran tamaño, con una armadura adornada con símbolos nórdicos y un martillo gigante en sus manos. Su cabello rubio ondeaba con el viento, y su presencia era tan intimidante como la de Kael.
—Así que este es el nuevo Avatar de Quetzalcóatl —dijo con una voz profunda, que resonó como un trueno.
—Me presento. Soy Bjorn, Avatar de Thor.
Alex tragó saliva, sintiendo cómo su recién encontrada confianza se desmoronaba.
—¿Otro...? —murmuró, retrocediendo un paso.
Bjorn sonrió, apoyando el martillo en el suelo, lo que provocó un pequeño temblor.
—No te preocupes, chico. No he venido a matarte... todavía. Quiero ver de qué estás hecho.
Alex sintió la mirada de Quetzalcóatl sobre él.
—Esto no es un entrenamiento, Alex. Este hombre te pondrá a prueba. Prepárate.
—Genial... —dijo Alex con sarcasmo, adoptando una postura de combate.
Bjorn levantó su martillo con facilidad, su sonrisa transformándose en una expresión seria.
—Veamos si el dios de la serpiente eligió bien.
La batalla estaba a punto de comenzar, y Alex sabía que, esta vez, no podría contar solo con su instinto.
Fin del Capítulo 3