—Prometió hacerme lo suficientemente rico, para que mi mamá y yo no tuviéramos que depender más de la familia —dijo él—. ¡Pero ella no sabe nada, lo prometo!
—¿Qué tiene de malo depender de la familia? —frunció el ceño Dario.
—Me gustaría saberlo también —Christian se burló antes de que Dario pudiera decir otra cosa—. Aún había algo que le molestaba, y era el hecho de que su tío le tuviera rencor. Solo a él.
—Él me dijo que el abuelo nunca amó a mamá y que nos acabarían desheredando, tal como lo hicieron con él —habló Kenzo.
—Eso no es verdad —Dario se rió entre dientes mientras pensaba en su padre—. Le había contado tantas mentiras que ni siquiera podía seguirles el rastro y al final del día, nada de eso era cierto.
Después de saber que su primo menor nunca tuvo a nadie, no pudo culpar a Kenzo y menos después de pasar por lo mismo —Estoy seguro de que te prometió muchas cosas. A mí me prometió todas esas cosas, y todo lo que he recibido de su parte ha sido más dolor.