—Siento como si oficialmente hubieras perdido la cabeza, Cristian —Beau se rió entre dientes—. No sé qué clase de cosa estás planeando, pero amablemente te pido que mantengas a mis hermanas y a mí fuera de eso.
—Pensé que la idea era asustarlo para que se alejara, no para enfadarlo aún más —Carmen estuvo de acuerdo—. Dios mío, todos acabaremos muertos —Carmen entró en pánico mientras apoyaba su cabeza contra el hombro de Beau.
—¿No deberíamos detenerlo? —habló Cristian. Beau estaba confundido por sus palabras pero no tenía ganas de discutir con él—. No le llevó mucho tiempo darse cuenta de que Cristian haría lo que Cristian quisiera hacer.
—Lo que tú quieras, Cristian —le dijo Beau—. Me quedaré aquí y cuidaré a mi hermana mientras tú hablas con Dario —Carmen le lanzó una mirada ofendida y le golpeó el hombro.
—Oye, ¿por qué tengo que perderme la diversión? —Carmen hizo un puchero—. Pensé que me estaban llevando a una misión especial.