—¿Un beso?
Justo cuando estaba a punto de abrir la boca para decir algo, Siena soltó un grito fuerte y ambos giramos nuestras cabezas para mirarla —se está poniendo celosa —dije y me alejé de la incómoda situación—. Se despertó por nada porque no tiene motivo para estar celosa. Cristian soltó una carcajada y la sacó de su asiento —y volveré por mi beso —Cristian sonrió mientras yo fingía arcadas.
—¿Qué, no quieres? —Cristian se rió. No era que no quisiera, pero no podía.
—¿Cómo está Beau? —él preguntó—. Agradecido, pero confundido porque vino de ti —le dije—. Quiere que le agradezca, pero también quiere que sepas que eso no te dará un pase gratis porque igual te golpeará.
—Está bien —Cristian se encogió de hombros—. Un golpe está bien. Es Beau, así que esperaba que me matara.
—Cierto —Estuve de acuerdo—. Pero la única persona digna del trato de Beau es Mateo. Aparte de eso, él realmente ha cambiado mucho.